Juan Pablo Díaz Chorne, editor de Muñeca Infinita: ‘Hay que tener olfato, pero también suerte y tocar todos los palos’

Su arraigo con los libros viene de familia: hijo de editor y de una gran lectora, Juan Pablo Díaz Chorne recondujo pronto sus pretensiones de piloto para formarse en el mundo de la edición. «Viví un año en París antes de empezar la universidad y decidí estudiar Filología Francesa, pero siempre tuve claro que quería dedicarme a algo relacionado con la edición, no quería ser profesor».

Pasó bastantes años en el extranjero y sus pasos iniciales en el mundo del libro fueron como vendedor en la Feria del Libro de Madrid, haciendo correcciones y lecturas editoriales. Su primer papel importante llegó en 2006, cuando asumió la dirección de Katz Editores. Después, llevó la prensa de Eterna Cadencia y la comercialización de Ivory Press durante siete años, hasta que llegó el confinamiento.

«La primera semana monté la editorial. Siempre había querido hacerlo y me motivaba más que volver a buscar trabajo», cuenta, y añade: «Para lo bueno y para lo malo, sabía dónde me metía. Hoy en día es relativamente fácil montar una editorial, pero muy difícil consolidarla».

En estos tres años y medio, ha ido formando un catálogo, un fondo editorial que, poco a poco, con ocho o nueve libros al año, va cimentando la editorial en el mercado. «Empecé con los rescates editoriales, centrado en el memoir literario, que me permitía jugar con la hibridación de géneros y con libros muy distintos, no soy partidario de hacerme un nicho muy preciso».

Él, que conoce en profundidad los engranajes del mundo del libro, tiene presente el esfuerzo que conlleva situar un título en el mercado, que para «crear un fenómeno», afirma, «hay que tener olfato, pero también suerte, tocar todos los palos, prensa, redes… aunque lo que mejor funciona sigue siendo el boca a boca». Por eso sabe que los prescriptores son claves, comenzando por los libreros y siguiendo por toda la cadena del libro, desde la distribución hasta el lector, pasando por los periodistas: «Intento ponérselo fácil, darles un gancho, cómo pueden vender el libro. Al final, todos tenemos que hacer negocio».

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