Vivir en un contenedor marítimo por menos de 1.000 euros. ¿Infravivienda o futuro habitacional?

50 metros cuadrados, un baño, dos habitaciones, un comedor y hasta un pequeño porche en la entrada para tomar el fresco este verano. Aire acondicionado, cortinas eléctricas, muy buena iluminación y pintura anticorrosión ‘que podría resistir hasta los efectos de un tifón’. Todo ello, por un precio de derribo: ‘Esta casa cuesta menos que un Toyota Corolla’, es uno de los eslóganes más virales de los fabricantes.

¿Qué tal suena? Son las características de un tipo de vivienda que cada vez se está haciendo más popular en todo el mundo. Porque son ‘casas’ ya fabricadas y montadas, que el constructor se encarga de enviar por barco desde China, Polonia o Albania, de forma gratuita, a todas partes del mundo. También a España.

Las llaman ‘space capsules’ (cápsulas espaciales) porque ese es el aspecto que tienen por fuera. Una especie de búnker futurista, de forma alargada, que ha sido fabricado en aluminio y cristal. O ‘mobil houses’, porque se pueden transportar. Pero lo que se puede apreciar es que, en su origen, muchas de estas modernísimas estancias eran contenedores marítimos, de los que se utilizan para transportar mercancía por todo el planeta.

Son soluciones habitacionales reducidas (en tamaño y precio), prefabricadas y modulares, cuya venta está proliferando por as redes. El imparable aumento del precio de la vivienda facilita este auge. ¿Una alternativa habitacional válida? Por precio, lo parece. ¿Es viable en nuestro país? No en cualquier parte. ¿Son infraviviendas? Según se mire. ¿Un camelo para impresionar en las redes? Probablemente. Porque no es tan sencillo EL PERIÓDICO DE ESPAÑA habla con varios expertos en viviendas, para conocer su opinión sobre este tipo de espacios acondicionados para vivir, que cada vez tienen más adeptos.

Desde 1.000 euros

El coste de una de estas viviendas móviles prefabricadas es notablemente inferior al de cualquier casa o piso de obra de España. Aunque arranca en 1.000 euros, las cápsulas estándar tienen un precio aproximada que no supera los 10.000 euros. Mientras más grande sea el contenedor modificado a adquirir, más sube. Pero en pocos casos alcanza los 20.000 euros, contando el transporte desde origen, y la entrega se lleva a cabo en el terreno que el cliente diga.

El fabricante promete que los materiales son de calidad, que la construcción tiene habilitadas todas las conexiones necesarias a la red de agua, luz y alcantarillado. Que cuenta con todas las comodidades interiores necesarias, como calefacción, aire acondicionado o materiales aislantes. Y que, en menos de dos horas, el espacio en cuestión está listo para ser habitado y radicado en cualquier terreno habilitado para ello.

Desde mil euros hay unos pequeños zulos prefabricados de un solo ambiente que no están concebidos para largas estancias, pero cuentan con los accesorios imprescindibles para pasar allí alguna temporada. A partir de ahí, y en función de los gustos del comprador, se puede hacer con una cápsula espacial china o una casa con aspecto de refugio alpino de montaña, construida en madera y con los techos inclinados.

Desconfianza

Entre los profesionales locales del sector, no obstante, hay desconfianza: ‘Hay que tener cuidado con lo que se compra. A veces le prestamos más atención a la compra de un coche, que vale menos, que a la de una casa’. Lo advierte David Jiménez, arquitecto del despacho barcelonés 08023. Un gabinete que lleva casi diez años levantando, entre otras muchas construcciones, viviendas prefabricadas. Muchas de ellas, a partir de contenedores marítimos.

‘La primera experiencia con contenedores marítimos la tuvimos en 2016, y fue porque la persona que nos hizo el encargo, que trabajaba el metal, también quería formar parte del proceso’, recuerda Jiménez, que recuerda que, a partir de ahí, y aunque construyen casas de todo tipo, han culminado numerosos proyectos con este tipo de materias primas.

Por su tamaño, caben en contenedores y pueden ser enviados a todo el mundo / EPE

‘Con este tipo de construcciones buscamos otras formas de llegar al mismo sitio, al mismo resultado, pero aprovechando las ventajas que nos da. Por ejemplo, en el aspecto sostenible: el sector de la construcción es el responsable de más del 50% de la contaminación ambiental. Construir estas viviendas la reduce, además de suplir las carencias profesionales existentes’, continúa. Porque, de un tiempo a esta parte, algunos oficios están desapareciendo.

‘Faltan yeseros de calidad, faltan carpinteros. La especialización en este tipo de trabajos se está perdiendo. Está costando integrar a las nuevas generaciones en estos oficios más artesanales. Hay veces que hemos tenido paradas obras porque no encontrábamos yeseros, por ponerte un ejemplo. Con estas casas modulares, por sus características, muchas veces se puede prescindir de estas figuras’, responde.

Trabas legales

Pero al lío: ¿Se puede vivir en una de estas viviendas prefabricadas? Desde Rostick Evolution, una empresa española dedicada a la construcción y venta de este producto, recuerdan que ‘esto que vendemos nosotros no es una casa, es una ‘mobile home’. Cuenta con dos ruedas centrales para desplazarla y eso hace que legalmente sea distinta a una casa. Por ejemplo, la fiscalidad no es del 10% como en una vivienda, sino de un 21% de IVA’. Una particularidad que hace que ‘no nos podamos empadronar en una de ellas’.

Sin embargo, estas características permiten ‘colocarla en cualquier tipo de terreno que no sea una reserva natural, es la única excepción. Pero sí en cualquier otro terreno, rústico o urbano. El problema es que los ayuntamientos, muchas veces, no saben ni lo que es una ‘mobile home’. Ellos consideran que una casa anclada al suelo no se puede montar en un terreno rústico. Y en un terreno urbanizable hace falta un proyecto. En una ‘mobile home’ no hace falta proyecto del arquitecto, ni está anclada al suelo. Legalmente se considera igual que un coche o que una caravana’.

Desde el estudio 28023, no obstante, recuerdan que esta traba suele ser capital en este tipo de procesos: ‘En los 20 años que llevaremos trabajando, aún no he visto ni un solo ayuntamiento que haya concedido los permisos necesarios para poder instalar una ‘mobile home’. Hay que tener cuidado con este tipo de cuestiones administrativas, porque la gente a veces acomete grandes inversiones pensando que van a ahorrar dinero y luego resulta que no pueden hacer nada’.

Precio engañoso

La mayor parte de estas viviendas son fabricadas en China, aunque en Europa también tenemos grandes constructores, como Albania y Polonia. Incluso España, como es el caso de la mencionada Rostick. El producto de mayor tamaño que comercializan es una casa móvil de 11 metros de largo por 4 de ancho. Unos 45 metros cuadrados construidos con un precio aproximado de 23.900 euros.

La oferta extranjera, no obstante, es aún más agresiva: los chinos ponen a la venta pequeños habitáculos desde 1.000 euros. El precio medio está en torno a los 10.000 (por un espacio de unos 25 metros cuadrados) y a menudo construyen a dos niveles, para optimizar aún más el espacio.

Esos tamaños también podrían ser una traba legal en nuestro país. ‘En Cataluña, por ejemplo, una vivienda no puede tener menos de 45 metros cuadrados’, recuerdan desde 28023, desde donde creen que ‘este tipo de proyectos tienen algunas ventajas a priori, como hemos visto, pero las casas prefabricadas tienen más sentido en otros lugares donde el clima dificulta construir al aire libre. En los países mediterráneos tenemos mejor tiempo y se puede construir’.

Los arquitectos

Desde el Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España también opinan: ‘Cualquier herramienta constructiva y cualquier arquitectura que muestre calidad, entendiendo por calidad arquitectónica aquellas soluciones que mejor responden a las necesidades físicas y emocionales de las personas, es válida siempre y cuando parta de un análisis riguroso de las características del entorno y de las singularidades culturales de cada territorio’.

Saben en el CSCAE que ‘desde hace tiempo hay arquitectos y arquitectas investigando con contenedores marítimos y ofreciendo soluciones arquitectónicas, tanto en materia de vivienda como en otro tipo de edificaciones, como oficinas e infraestructuras como estadios de fútbol, con proyectos innovadores, sostenibles y respetuosos con el medioambiente’. Pero plantean dudas.

‘Quizá, en un país con las características sociodemográficas, políticas y culturales de China, esta construcción industrializada puede ser una respuesta a una emergencia habitacional. Pero una propuesta de este tipo, que se replica, de forma masiva e indiscriminada, sin tener en cuenta la idiosincrasia de cada lugar y sus aspectos culturales, contraviene los valores que reconizan la Ley de Calidad de la Arquitectura, la Declaración de Davos con el concepto de Baukultur y la Nueva Bauhaus Europea, impulsada por la Comisión Europea para afrontar la ‘ola de renovación’ de edificios y viviendas de aquí a 2050 con el objetivo de avanzar hacia una Europa más sostenible, garantizando un entorno construido de alta calidad’.

Tampoco acaban de ver clara la parte de los costes: ‘Sobre que sea una solución económica, albergamos dudas. Por un lado, porque los mercados chino y europeo son muy distintos. Las exigencias constructivas en Europa son muy elevadas y, para un comportamiento energético adecuado, y la nueva versión de la Directiva europea de Eficiencia Energética de Edificios extrema las exigencias, hay que utilizar alta tecnología, que seguro tendría incidencia en el coste de estos contenedores Por otro lado, hay que recordar que lo verdaderamente caro en el acceso a la vivienda es el precio del suelo y la instalación de estas ‘caracolas’ también estaría sujeta a concesión de licencia’.

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