De Courtois a Valverde, pasando por Carlo Ancelotti, los gestos de desesperación y frustración empiezan a ser recurrentes. Una Supercopa y tres jornadas de Liga después de reunir una nueva constelación de estrellas, el Real Madrid sigue sin carburar. Y eso que lo intenta el técnico italiano, a base de recados públicos pero también de hechos, con cambios en el once en busca de equilibrar la balanza. Se rompió la cuerda este jueves por el lado más fácil, el de Rodrygo, pero ni la salida del once del brasileño para dar entrada a un tercer centrocampista como Modric consiguió dar un mínimo de equilibrio a un equipo que por momentos (muchos) parecen dos: el que forman Kylian Mbappé y Vinicius por un lado, y el resto por el otro.
Desconectados e imprecisos, ambos jugaron su particular partido ante Las Palmas ajenos al resto de sus compañeros y en busca del gol. Y como ha sido habitual en el arranque de campaña, sin atisbo de ayudar con trabajo al resto de sus compañeros en otra faceta que no fuera la ofensiva. Por más que se les reclama, queda en el cuerpo técnico, y quien sabe que en instancias aún mayores, trabajo de conciención con las estrellas blancas.
Porque de lo contrario, el Madrid sufre. La primera mitad fue un festival para Las Palmas, que superaba la primera línea de presión blanca, si es que se le puede llamar así, con suma facilidad. Un parque de bolas para jugadores como Kirian y Campaña, que jugada tras jugada se veían en la medular sin oposición y listos para lanzar a sus atacantes en unos contra unos contra los defensas madridistas. Fue el último el que combino cuando apenas habían trascurrido cinco minutos de choque con Moleiro, que tras una pared con McBurnie sentó a Militao y superó a Courtois.
Un partido convertido en un correcalles
‘El primer tiempo ha sido un mal primer tiempo, nos cuesta encontrar jugadas, nos cuesta recuperar el balón, el equilibrio… todo lo que nos pasó contra el Mallorca se ha repetido. Tenemos que buscar una solución rápida y creo que la vamos a encontrar’, se lamentó Ancelotti al final del encuentro. ‘Hay mucha distancia entre las líneas, la presión muy alta la hemos hecho bien pero en bloque medio nos falta recuperar bien el balón’, analizó el italiano, que también comentó que ‘el juego es lento, no hay movilidad, el balón llega a los delanteros cuando el equipo rival está cerrado, nos cuesta encontrar espacios entre líneas’.
Porque si en defensa faltó compromiso, en ataque la cosa, por tercera jornada seguida, no fluyó como se espera. Si quiere el Madrid jugar a la ruleta rusa en la que ha convertido sus partidos, un correcalles a ver quien golpea más fuerte, necesita de una finura que se le presupone a sus dos estrellas pero que, a estas alturas de la temporada, ni se huele.
Los jugadores de Las Palmas celebran el gol de Moleiro ante el Madrid. / EFE / Quique Curbelo
Fallones, torpes en los controles y sin esa velocidad ni la certeza a la hora de encarar que se les presupone y han demostrado durante su carrera, ni el uno ni el otro fueron resolutivos como para compensar sus males. Y, de hecho, se entorpecieron por momentos.
Como ya pasó en otras jornadas, confluyen por muchos momentos Vinicius y Mbappé por las mismas zonas del campo, generando un embudo y facilitando el trabajo de las defensas rivales, en este caso la amarilla, a la que apenas hicieron sufrir. Y por más que Ancelotti trate de corregirlo y se desgañite en la banda, siguen chocando contra su propio espíritu.
Vinicius desquicia a Ancelotti
Nunca ha sido Mbappé muy proclive a partir como nueve. Su sitio predilecto siempre ha sido el flanco izquierdo, desde donde también le gusta partir a Vinicius. Un entuerto que Ancelotti resolvió este jueves de forma salomónica: ambos en punta, compartiendo el centro del ataque. Solo una ocasión de peligro real en toda la primera parte generó el Madrid con la fórmula. Y fue a balón parado, con un disparo de falta de Valverde que despejó de forma milagrosa Cilessen.
Pagaron el pato Brahim y el amonestado Mendy, sustituidos al descanso para dar entrada a Rodrygo y a Fran García. Decidió Ancelotti que, de tener que jugar a la ruleta rusa, mejor con todos los recursos ofensivos en el campo. Y el equipo mejoró hasta encontrar el empate, con un penalti forzado por Arda Güller y que transformó Vinicius (su primer tanto en Liga) en el minuto 70, poco antes de desquiciar a su entrenador con dos malas decisiones en contragolpes peligrosos y ser sustituido por Endrick.
Frenó Las Palmas, muy cansado durante toda la segunda mitad, el impacto del empate. Cuando parecía que la vorágine ofensiva del Madrid se los acabaría llevando por delante, sacaron fuerzas los amarillos, se amarraron los machos y se pertrecharon en su área, reduciendo al mínimo los especios a los blancos, que se enrederan de nuevo en un trampa que los rivales empiezan a reproducir. Lo intentó, ya en solitario, Mbappé, pero falto de chispa chocó contra la zaga canaria y se marchó de su tercer partido en España como en los dos anteriores, sin gol.