Pese a la polémica que despertó la elección de Sandra Gamarra (Lima, 1972) como representante de España en la Bienal de Venecia, hay que reconocerle la valentía de abrir nuevos debates. Su obra, exhibida en Italia hasta el pasado 24 de noviembre, levantó ampollas por su incisiva cruzada a favor de la descolonización de los museos. Cuestionaba sus narrativas y modelos de representación, subrayando la falta de relatos no hegemónicos. “A diferencia de Venecia, donde creamos un espacio ficticio, aquí entramos a un sitio con tu historia. Tenemos que ver qué pasa”, dice. Es la primera vez que un proyecto del Pabellón patrio se exhibe en territorio nacional: Pinacoteca migrante estará en la Biblioteca Nacional de España hasta el 14 de septiembre.
Acompañada por Agustín Pérez Rubio, comisario, y Jordi Martí Grau, secretario de Estado de Cultura, la artista ha diseccionado los ejes de su propuesta. “Todas las obras están basadas en otras ya existentes. La primera de todas es un extracto de Fastos de la visita del Rey a Potosí. No tenían una base católica, sino pagana. Siempre había un castigo, transmitiendo un mensaje de lo que podía pasar a quien la viera de no cumplirlo”, explica. Su objetivo era claro: visibilizar culturas silenciadas. Y, para ello, ha analizado la representación del pasado colonial de las colecciones públicas de España: en total, 50 piezas procedentes de todo el país que van del Imperio a la Ilustración. Algunos de ellos, localizados en Madrid, Valencia, Canarias o Melilla, ni siquiera se hallan expuestos en sus salas.
Sandra Gamarra y Agustín Pérez Rubio, en el pabellón de España de la Bienal de Venecia 2024. / IRENE SAVIO
Con pillería, Gamarra los ha reinterpretado en su particular pastiche pictórico, donde paisajes, bodegones e ilustraciones desvelan el sesgo colonial que oculta el patrimonio artístico español. “Hay una constante en las piezas que se muestran: no se saben si están a medio hacer o restaurándose. Era mi modo de animar al espectador a miralas de nuevo. Todas están referidas al presente, nunca al pasado”, sostiene. Quiere que, de algún modo, a medio plazo, las instituciones adopten otra postura para afrontar otra herida y que, por fin, tras años de lucha, aborden asuntos como el sexismo, el racismo y el extractivismo. Una meta que coincide con el plan que el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, urdió en enero de 2024.
El óleo 'Racismo ilustrado III', que forma parte del proyecto 'Pinacoteca migrante' de Sandra Gamarra. / OAK TAYLOR-SMITH
“Respecto a las comentadas huchas del Domun, quiero demostrar que se han creado jerarquías en la sociedad. Terminan siendo una especie de lugar de ahorro para nuestro mantenimiento”, comenta mientras invita al público a participar en esta reflexión colectiva. Para ella, el arte es un espacio seguro para dialogar y hacer autocrítica. A lo largo de seis salas, la muestra repasa grabados y retratos que, gracias a su correspondiente actualización, bajo su prisma, ofrecen una visión distinta a la actual. E invitan a cuestionarla. Quiere que los museos dejen de ser lugares neutros y apolítico para devolver el protagonismo a quienes les corresponde de verdad.
Una década investigando
Gamarra, que lleva una década investigando los repertorio iconográficos europeos, de ahí que se autoconsidere una pintora occidental, es la primera artista migrante que ha representado a España en la Bienal de Venecia. Lo hizo dos años después de que su exposición Buen Gobierno fuera censurada por la Comunidad de Madrid. Según Marta Rivera de la Cruz, consejera de Cultura por aquel entonces, las palabras racismo y restitución que empleaba en su propuesta no eran las adecuadas, obligándola a retirarlas.
'Tierra Virgen I' (2023), una de las obras que Sandra Gamarra exhibe en la Biblioteca Nacional. / OAK TAYLOR-SMITH
El recorrido arranca en la sala Tierra virgen, que versa sobre pinturas de paisajes españoles y de antiguas colonias de América Latina, Filipinas y el norte de África. Le sigue Gabinete de la extinción, donde se vincula el colonialismo con el extractivismo al mostrar los tesoros de las expediciones botánicas europeas durante los siglos XVIII y XIX. Por su parte, Gabinete del Racismo ilustrado relata el modo en que la antropología y la ciencia fueron empleadas como herramientas de discriminación racial.
Una de las obras de Sandra Gamarra expuesta en la Biblioteca Nacional. / CEDIDA
El espacio Máscaras mestizas se adentra en las prácticas coloniales del retrato que inmortalizan las normas políticas y sociales. ‘El proyecto hunde sus raíces en documentos y libros que acoge este casa. Habla del nuestra situación actual, de nosotros’, enfatiza Pérez. De hecho, precisamente, cada obra expone las maneras en que las sociedad aceptan o marginan a sus sujetos. La última parada, titulada Retablo de la naturaleza moribunda, relaciona el bodegón con la construcción de la opulencia. ‘Parece que las obras no están acabadas, pero esa es la intención de Sandra: recordar que la historia sigue escribiéndose’.