Es uno de los secretos peor guardados del Metro de Madrid. Todos los días miles de viajeros pasan sin que los trenes se detengan en ella por la conocida como ‘estación fantasma’ de Chamberí, que además es visitada por unas 1.000 personas cada fin de semana. En la Línea 1, entre las estaciones de Bilbao y de Iglesia, los convoyes pasan junto a los andenes de la histórica estación de Chamberí, la que era cuarta parada de aquella línea inaugural del metro que en 1919 recorría desde Cuatro Caminos hasta Sol. En mayo de 1966 dejó de estar operativa, los accesos se clausuraron y los trenes empezaron a pasar por ella sin parar.
Así, congelada en el tiempo, quedó. No solo los andenes, también las taquillas, las puertas de acceso, los vestíbulos. Una circunstancia que permitió su vuelta a la vida, de otra forma, en 2008. Ese año reabrió como museo. Hoy es uno de los cinco museos y espacios históricos que la compañía madrileña permite visitar, de hecho, el que más visitas recibe, con cerca de 50.000 al año.
El tiempo, sin embargo, no pasa de manera inocente. La estación mantiene ese aire característico que el arquitecto Antonio Palacios confirió a la primera red de Metro, con los significativos azulejos blancos biselados. Pero algunas de esas baldosas se han desprendido y hay otra serie de desperfectos que conviene arreglar. Una tarea que va a comenzar en los próximos días, coincidiendo con el descenso de actividad estival y que, con un presupuesto de 180.000 euros, se extenderá hasta el primer trimestre de 2026. Las visitas guiadas gratuitas, solo realizables durante los fines de semana y con reserva previa, se interrumpirán hasta el 5 de septiembre, pero continuarán a partir de entonces.
‘Lo que queremos desde Metro de Madrid y desde el Gobierno Regional de la Comunidad de Madrid es seguir manteniendo y conservando esta infraestructura’, ha señalado el consejero de Vivienda, Transportes Infraestructuras de la Comunidad de Madrid, Jorge Rodrigo. ‘La idea es combinar el pasado y el futuro, seguir conservando el patrimonio que tiene Metro de Madrid y al mismo tiempo tener la oportunidad de ver cómo por ese propio andén que se cerró en su momento siguen pasando los trenes más modernos que tenemos en nuestra región’.
El consejero de Vivienda, Transportes e Infraestructuras de la Comunidad de Madrid, Jorge Rodrigo (centro), en las puertas de salida de la estación de Chamberí. / COMUNIDAD DE MADRID
La estación cerró en 1966 ante las dificultades para adaptarla a las necesidades de crecimiento del propio Metro. ‘Se clausuró porque había que aumentar la capacidad de transporte especialmente de la Línea 1’, explica Gabriel Santos, responsable de patrimonio histórico de Metro de Madrid. ‘Y la única manera en que se podía aumentar la capacidad de transporte era meter más coches por convoy’. Lo que pasaba necesariamente por hacer estaciones más grandes con andenes más largos.
‘Como la estación de Chamberí estaba muy cerca de las de Iglesia y Bilbao, la ampliación de los andenes reducía de manera bastante acusada un tramo entre estaciones que ya era bastante corto’, prosigue Santos. Eso y el hecho de que está en curva, lo que planteaba complejidades técnicas adicionales, terminó de condenarla a ser una estación fantasma. Con algunos cambios, estaba como en 1919, cuando se estrenó el suburbano en Madrid. ‘Las taquillas que vemos ahora sí son distintas, porque en un principio el mobiliario era de madera y además el acceso era libre, lo que hoy desde nuestra perspectiva se antoja un poco extraño. También se rebajó el voladizo del andén un poco para evitar que los trenes que venían con más velocidad pudieran tener algún problema y se eliminó un lucernario. Pero por lo demás, está, digamos, en su estado original’, afirma el responsable de patrimonio histórico de la compañía madrileña.
Así se pretende que continúe tras la reforma que ahora se acomete. El proyecto de restauración contempla la corrección de desperfectos en azulejos, pintura mural, enlucidos, solados y elementos metálicos en el vestíbulo, pasillos y andenes, informa la Consejería de Transportes. ‘Básicamente es consolidación de paramentos verticales y azulejería para dar respuesta a problemas fundamentalmente motivados por el agua’, aclara Santos. ‘El agua de Madrid que se filtra tiene diluidas bastantes sales y eso va afectando tanto a los azulejos, como a los paramentos verticales y hay que consolidarlo de cara a mantener ese aspecto original’.