Los vecinos del PAU del Ensanche de Vallecas, en pie de guerra contra su incineradora: ‘Son años acumulando sustancias tóxicas’

El proyecto de una nueva ‘ciudad’ adosada a Vallecas comenzó en 1999, cuando la incineradora de Valdemimgómez ya llevaba algún año en funcionamiento. Las vecinas y vecinos que iban llegando al PAU del Ensanche no sabían entonces el alcance que, según dicen, esta podría tener para su salud.

‘Cuando uno se va a vivir a una casa que tiene licencia habitabilidad, que cuenta con todos los papeles en regla, y a la que el Ayuntamiento ha dado el visto bueno, no se puede imaginar que va a tener al lado hay una instalación tan contaminante’, expone Rosa María Pérez Mateo, presidenta de la AV PAU del Ensanche de Vallecas.

Tanto ellos como la oposición llevan años reclamando el cierre de la incineradora de basura de la planta de Las Lomas del complejo de Valdemingómez, sobre todo, apuntando a diversos estudios científicos que habrían demostrado que la incineración de residuos es peligrosa para la salud, incluido uno de la Universidad Carlos III de Madrid.

Los hay que aseguran que vivir cerca de una incineradora de residuos aumenta en un 140% la posibilidad de padecer cáncer de páncreas, en un 143% la probabilidad de tener cáncer linfoma no Hodgkin, en un 127% la posibilidad de que nazcan bebés prematuros y en un 55% las opciones de tener displasia renal. Son cancerígenas y bioacumulativas, sin que el cuerpo las pueda expulsar’, añade la presidenta de la asociación vecinal.

En colaboración con la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (FRAVM) y del laboratorio holandés Toxico Watch, que han hecho dos recogidas de muestras en los alrededores de la incineradora de Valdemingómez. Los resultados ‘demostraron que los huevos de gallinas criados en los alrededores contenían ‘una cantidad de dioxinas y furanos -que son sustancias tóxicas a niveles muy bajos- que no los hacen aptos para el consumo humano’.

El análisis de la vegetación también mostró dioxinas en concentraciones elevadas en las zonas cercanas al complejo de tratamiento de residuos, así como cantidades elevadas de sustancias per-y polifluoroalquiladas (PFAS) e hidrocarburos aromáticos policíclicos (PAH) alrededor de Valdemingómez. ‘Hay muchos intereses económicos y la salud del vecino queda en segundo plano’, añade Pérez Mateo.

El Ayuntamiento lo niega

El trabajo, que partía de Zero Waste, una organización internacional en defensa del reciclaje, se realizó sobre otras plantas de incineración de residuos de la Unión Europeo. En los resultados de 2023 se muestran que las mayores concentraciones en un área estudiada corresponden a la de Valdemingómez. Pero el Ayuntamiento de Madrid negó la denuncia y cuestionó su credibilidad.

‘El estudio de Zero Waste utiliza una metodología completamente diferente a la legalmente exigible, que no permite determinar el origen de la contaminación que se pudiera detectar; además, el rigor en la realización del estudio resulta muy cuestionable’, exponía, asegurando que el trabajo utiliza ‘una metodología absolutamente diferente a los criterios en que han basado sus controles la Organización Mundial de la Salud, la normativa comunitaria y los estados miembros’.

Hace un mes, el delegado de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad, Borja Carabante, aseguró en rueda de prensa que la incineración sigue siendo en estos momentos ‘mejor alternativa’ que el vertedero para deshacerse de los residuos que no se pueden reciclar ni reutilizar.

Tras reprochar la ‘manipulación’ de la izquierda sobre este recurso, afirmó Ayuntamiento seguirá apostando por él hasta no haber reducido significativamente el volumen de desperdicio que, según marca la Unión Europea, para 2035 no puede superar el 10%.

Pero la oposición discrepa. Este mismo domingo, el concejal socialista Ignacio Benito afirmó que la incineradora de Valdemingómez estaría cerrada si el alcalde, José Luis Martínez-Almeida, hubiera hecho los deberes. ‘No solo eso, pretende seguir incinerando basura hasta 2040. Una chapuza que castiga a los vallecanos, que somos los que respiramos la basura incinerada’, expuso.

Lo hizo durante una marcha en la que entidades vecinales han insistido en que ‘el vertido es el último escalón en la jerarquía de residuos y la incineración es el penúltimo’, subrayando que ‘por encima están la reducción, la reutilización, la reparación y el reciclaje’.

No es la primera acción que hacen: en estos años de disputa, los vecinos han llegado a grabar un videoclip versionado una canción de The Sorrows. ‘Quiero respirar, quiero disfrutar un barrio saludable sin miedo a enfermar’ decía el primer verso de un tema que adaptaba la canción No, no, no, no.

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