Al acabar la siguiente entrevista con Niños Mutantes, Nani Castañeda, batería de la banda, cree que se han extendido bastante en la conversación. A Juan Alberto Martínez, cantante, le ha dejado “un poco tocado”: pensaba que ya habían hecho toda la terapia de grupo que necesitaban. Menciona entonces el libro Las noches de insomnio (Roca Editorial, 2024), donde el periodista Juanjo Ibáñez habla con cada uno de los miembros del grupo. “Pensaba que con él ya habíamos soltado todo, pero esas conversaciones fueron más individuales”, continúa comentando Juan Alberto, que junto a su compañero está dando las últimas entrevistas de Niños Mutantes antes de terminar la gira de despedida en Granada, con cartel de sold out colgado para el último concierto de la historia de la banda.
Pregunta: “Yo no tengo prisas, estoy tan vacío, solo necesito aire para respirar”, dice la letra de Las noches de insomnio. ¿Una premonición?
Juan Alberto Martínez (J.A.M.): Hay muchas cosas en las canciones que –no ya en el contexto de la despedida, sino con el paso de los años– parecen profecías, mensajes que se van cumpliendo. Esa frase me impactó hace poco. La sensación de vacío es la más peligrosa cuando estás en un contexto creativo. En aquel momento quizás era más un recurso poético dentro de una canción, pero cuando se precipitó la decisión de disolver el grupo, fue por sentir no que estábamos vacíos, sino que nos habíamos vaciado. Lo dimos todo, nos exprimimos y sentíamos que ya no quedaba más jugo, salvo que forzáramos la máquina. Y no queríamos hacer otro disco por inercia, por imposición o rutina. El último disco, Cuchillos y diamantes, fue una experiencia muy dolorosa, tanto por circunstancias personales como por la autoexigencia. No nos veíamos volviendo a la rueda y al mismo proceso. Quizás podríamos haber hecho como otras bandas, plantearnos un descanso para luego volver, pero en nuestro caso valoramos otras cosas: cambios generacionales, personales. Y decidimos que hasta aquí habíamos llegado.
P: Hace muchos años, con El sol de invierno, me constasteis que aquel disco os había dejado exhaustos, como ahora Cuchillos y diamantes. ¿Este agotamiento es gradual?
Miguel Haro (M.H.): Siempre hemos estado en la música con una cierta provisionalidad. Es un mundo muy duro y mantenerse es complicado. Ahora, mirando atrás a estos 30 años, lo vemos casi como un sueño. Nos sentimos afortunados de haber estado tanto tiempo en la música. Es verdad que ha habido pequeñas crisis dentro de nuestra historia, pero siempre avanzábamos, aunque fuese un poco. Ese crecimiento nos ha ayudado a seguir adelante. Al tomar esta decisión, vimos que quizás ese crecimiento ya no era real y que podía empezar el declive. Antes de irnos mal, queríamos tener una “muerte digna”.
P: ¿Con Mamá Baker era todo más sencillo?
Nani Castañeda (N.C.): Mamá Baker nunca llegó a la profesionalización de Niños Mutantes, al menos mientras estuve yo. Era un grupo que ensayaba y tocaba bien, pero no dejaba de ser algo más amateur. En Niños Mutantes, sin embargo, nos hemos dejado la vida, especialmente desde el 2000 o 2002, cuando empezamos a tomarnos los discos muy en serio. Claro que echas de menos la época en la que viajabas con tus amigos en un coche pequeño, con tres instrumentos, a tocar a pueblos. Es un recuerdo romántico ahora, pero en aquel momento no era tan bonito llegar a un pueblo y tocar para 23 personas. Lo que mola es profesionalizarte, hacer giras potentes y llenar salas medianas o grandes.
J.A.M: Yo he disfrutado muchísimo de cada fase del grupo. Me parece bonito haber pasado por todas ellas: desde los inicios, tocando en sitios cutres, llevando nuestro propio equipo en dos coches, hasta giras más profesionales con un equipo técnico. Me ha gustado poder vivir todas esas situaciones. Es bonito haber pasado por cada etapa y poder disfrutarlo todo ahora.
P: ¿Cómo ha sido el proceso emocional después de haber tomado la decisión?
Andrés López (A.L.): El proceso emocional sigue siendo duro. Vamos digiriéndolo poco a poco, viendo cómo nos acercamos al precipicio. Nos hemos estado preparando todo un año para esto. La decisión no nació de una crisis ni de una pelea. Fue una conversación como cualquier otra, después de un ensayo, tomando unas cañas. Hablábamos del futuro, de qué íbamos a hacer, y alguien mencionó que en 2024 sería el 30 aniversario de la banda. Entonces otro dijo: “Quizás es un buen momento para poner punto final”. No había un horizonte claro, había cierto cansancio de volver a empezar con otro disco, otra promoción. Se nos hacía largo. La pandemia también nos pasó factura, tanto a nivel personal como global. Cuchillos y diamantes fue un disco que nació del dolor y la crisis, y no queríamos volver a enfrentarnos a eso.
J.A.M: Es un proceso duro, porque Niños Mutantes es nuestra identidad. Hemos vivido las experiencias más intensas y bonitas de nuestra vida gracias al grupo. Dejar de ser mutantes es complicado. Es como si tuvieras un superpoder y renuncias a él. Cuando estamos juntos, creamos algo poderoso. Renunciar a eso no es fácil.
Dejar de ser mutantes es complicado. Es como si tuvieras un súper poder y renuncias a él’
P: Entiendo que la idea de disolver el grupo fue tuya, Nani. ¿Cómo fue ese momento?
N.C.: Ha habido varias fases. Ya habíamos hablado muchas veces superficialmente de cuándo dejarlo. Andrés y yo siempre hemos dicho que no queríamos seguir si empezábamos a tocar en salas más pequeñas o en peores horas en los festivales. Yo llevaba tiempo pensándolo, desde que salió Cuchillos y diamantes. Estaba agotado del proceso creativo y de la logística de la banda. Le decía a los demás que necesitaba recuperar a mis amigos sin que hubiera nada detrás, sin una gira o un email importante que contestar. Creo que todos hemos pensado alguna vez en dejarlo, aunque sea por enfado. Verbalicé la idea y eso dio pie a varias conversaciones que nos llevaron a tomar la decisión en serio.
P: Si lo habéis dicho todo en lo musical, ¿también os habéis dicho todo en lo personal?
J.A.M: Nunca se dice todo. Estamos llevando este proceso de manera muy civilizada y cariñosa. Pero lo cierto es que, en un proyecto de cuatro personas, si dos no quieren seguir, los otros dos tampoco pueden continuar como si nada. No queríamos ver a Niños Mutantes reduciéndose a algo que no nos gustara.
N.C.: Ahora es el momento de callar algunas cosas. Ya hemos tenido 200 millones de peleas. Ahora estamos en un punto más tranquilo. Ya no merece la pena decir cosas que puedan herir.
A.L.: Nos conocemos tan bien que sabemos dónde están las costuras para hacer daño, pero ahora estamos en un nivel de respeto. No hace falta decir más.
J.A.M.: Decidir la separación ha revertido una dinámica que podía haber sido destructiva. En lugar de pensar en lo que te molesta de los demás, empiezas a recordar por qué quieres a Miguel, a Nani, a Andrés. Pensamos en lo que nos une. Esta etapa la estamos viviendo con mucho amor y amistad, y probablemente hará que continúe, incluso después de que el grupo termine.
P: ¿Hay miedo a lo que vendrá después?
N.C.: Estamos seriamente acojonados. Después de tantos años siendo Niños Mutantes, es como quitarse el disfraz y no saber qué hacer sin él. Es un abismo.
P: ¿Tenéis algún plan, como proyectos en solitario?
M.H.: No sabemos si seguiremos en la música ni cómo lo haremos. Probablemente necesitaremos un tiempo de descanso.
J.A.M.: Todos tenemos miedo de cómo será hacer música fuera de Niños Mutantes. Siempre estará la comparación con lo que hemos hecho juntos.
Después de tantos años siendo Niños Mutantes, es como quitarse el disfraz y no saber qué hacer sin él’
P: ¿Habrá disco en directo?
M.H.: No, no lo hemos pensado. A ninguno nos gusta mucho la idea de un disco en directo. Hemos pensado en hacer una especie de resumen en vídeo del concierto final, pero un disco en directo nunca ha sido lo nuestro. Creo que ninguno de los cuatro tiene aprecio por ese formato. Tal vez el único disco en directo que me gusta es el de los Ramones (Loco Live), que es muy cañero. Pero no me interesa para nada un disco en directo de nadie, prefiero los discos de estudio.
J.A.M.: Yo también prefiero el disco de estudio, el directo es para vivirlo en el momento. Queremos disfrutar de estos últimos conciertos sin la presión de estar grabándolos para que queden para la posteridad. Hay que vivirlo en el momento.
P: ¿Por qué todo es “el momento”?
J.A.M.: Es la pregunta que los filósofos orientales y occidentales llevan intentando responder desde siempre. La vida es el momento que estás viviendo, no es ni lo que viene ni lo que ha pasado. En esta entrevista lo hemos visto: no es el miedo al futuro ni la nostalgia por el pasado, sino lo que va sucediendo en cada instante. Nosotros hemos tenido la suerte de vivir muchas situaciones diferentes y siempre lo hemos hecho intensamente. Ahora estamos viviendo la despedida. Da miedo, pero lo único que podemos hacer es disfrutarlo, vivirlo con intensidad. Porque luego, el recuerdo ni siquiera se acerca a lo que es el momento.