Incertidumbre en las promotoras ante la pérdida del Bernabéu como recinto clave para las grandes giras

Lo anticiparon los directores del festival Noches del Botánico, en entrevista con este periódico, cuando todavía quedaban por delante seis meses de 2024: ‘Este va a ser el primer año en la historia que Madrid facture más en música que Cataluña’. No se equivocaron. Según las cifras facilitadas por la Asociación de Promotores Musicales en su último anuario, la Comunidad de Madrid le ganó la partida a Cataluña, pero sobre todo la capital se la ganó a su eterna rival Barcelona, invirtiendo unos números que casi siempre habían jugado a favor de la Ciudad Condal: Madrid facturó un total de 185 millones de euros, mientras su competidora (incluso en la música se alimenta esta dicotomía fantasma) se quedó en 113 millones. Si comparamos con los números del año anterior (94 frente a 132 millones), la remontada es más que clara.

En esa duplicación de la facturación madrileña, la irrupción el año pasado del Bernabéu como renovado recinto musical ha tenido un papel importante. Solo por el estadio ‘blanco’ (ahora plateado con su nueva cobertura) pasaron a lo largo de 2024 en grandes eventos no futbolísticos unos 750.000 espectadores, con citas tan sonadas como la doble de Taylor Swift (126.000 en dos jornadas), Karol G (219.000 en cuatro), Luis Miguel (89.000 en otras dos), Manuel Carrasco (70.000) o Duki (65.000). Fuera de lo estrictamente musical, Ibai Llanos reunió en su Velada del año 4 a 80.000 personas.

De todas, fue la visita de Taylor Swift la que tuvo un componente simbólico más importante, porque invertía la tendencia histórica de que los artistas más grandes del planeta eligiesen como parada española Barcelona y no la capital. Beyoncé, por ejemplo, traía sus giras a las dos ciudades hasta 2009, mientras tocaba en recintos tipo Movistar Arena. A partir de entonces, solo ha actuado en la Ciudad Condal, las últimas veces en el Estadi Olimpic. Disponer de un recinto como el Bernabéu resultó clave para que Swift, la figura que la ha destronado en la cumbre en el pop, o que como mínimo se ha sentado a su lado, invirtiese esa tendencia.

Taylor Swift, durante la primera de sus dos actuaciones en el estadio Santiago Bernabéu el pasado verano. / José Luis Roca

Demanda para todo

Con la salida del Bernabéu del mapa de la música en directo, por ahora temporal pero indefinida, porque no se atisba una solución en el horizonte, esa preeminencia madrileña lograda el año pasado se tambalea. Hay que señalar que la brutal facturación conseguida en la capital no se debe solo al estadio. La demanda de música en directo ha aumentado de manera exponencial después de la pandemia, hasta el punto de que la oferta no es capaz de satisfacerla. Y eso a pesar del aumento significativo del precio de las entradas. “Es increíble pero casi todo lo que pones en el mercado se vende. Nadie sabe muy bien de dónde saca la gente el dinero, pero se vende”, comentaba hace unos días un veterano de la industria musical en referencia a las grandes citas.

Este diario ha preguntado a las tres grandes promotoras que operan en recintos como el estadio del Real Madrid y equiparables, Live Nation, Last Tour y GTS, su opinión por la posición en la que deja a Madrid el fuera de juego del Bernabéu de cara a las grandes giras mundiales. Ninguna ha querido responder. Hay mucho silencio en el sector porque la del estadio de la Castellana es una herida abierta no solamente por la oportunidad de negocio que se pierde, sino también porque llega hasta los tribunales: el recinto intenta pasar la patata caliente de las demandas planteadas por los vecinos a las empresas organizadoras de los conciertos, a las que considera responsables de las molestias ocasionadas. Las multas impuestas por el ayuntamiento también han sido contra ellas. Además, dicen desde las promotoras que “no se sabe nada”, en referencia a si será viable que el estadio siga operando como recinto musical, “por lo tanto no podemos opinar sobre algo que no sabemos en qué va a resultar”, aseguran desde una de ellas.

Negocio y riesgo millonario

El de las grandes citas musicales es un negocio que genera muchísimo dinero, pero que también juega con un riesgo muy elevado. Por eso la incertidumbre, más allá de imponderables que nadie puede prever como los meteorológicos o que un cantante se rompa una pierna el día antes de actuar, es lo peor que le puede pasar. Y lo del Bernabéu es pura incertidumbre. Las grandes giras se planifican a menudo con hasta dos años de antelación, porque los slots de directos en grandes recintos son muy limitados.

Luis Miguel, actuando en el Bernabéu el año pasado. / Francisco Guerra – EP

Un directivo de una de esas grandes promotoras comentaba hace unos meses en una comida off the record con periodistas que “ahora mismo hay dos grandes bandas internacionales, de esas que nos gustan a todos, que están esperando a ver si pueden salir de gira en Europa porque no hay estadios suficientes”. Hablaba también de lo que se juega una empresa como la suya cuando organiza uno de estos macroconciertos. “Si tú bloqueas a una banda para el Bernabéu y luego el concierto no se puede hacer, te la comes, porque a la banda la tienes que pagar”.

Los músicos reservan una fecha dentro de un puzle muy complicado y si se cae les va a ser muy difícil volver a ocuparla. No van a perder ese dinero. Además intervienen las aseguradoras, que desde la pandemia tienen un papel cada vez más importante en todo este tablero y son uno de los factores que ha contribuido a subir el precio de las entradas. Otros son la inflación y su influencia en los costes del transporte, el bréxit en el caso de los artistas británicos o la escalada en el precio de los hoteles: hay promotoras de giras más pequeñas, en salas, que están empezando a alojar a sus artistas en establecimientos de la periferia de Madrid, y hasta planteándose alquilar o comprar alguna vivienda donde colocar a los que vayan viniendo. La enorme demanda de ocio disponible, nacional y extranjera, que permite operaciones tan frustrantes para el comprador como los precios dinámicos, también ayuda a que éstos se puedan subir sin muchos miramientos.

Alternativas

El cese por ahora del Bernabéu está provocando movimientos. Alguno dentro de la misma ciudad, como los conciertos de Aitana que se van al Estadio Riyadh Air Metropolitano del Atlético de Madrid, lo mismo que hicieron antes Lola Índigo o Dellafuente. Otros ya habían confirmado que sus conciertos tendrían lugar allí, como Ed Sheeran, Iron Maiden o AC/DC. Pero el Metropolitano, aunque está más que acostumbrado a las grandes citas, no tiene el aforo de su rival (se estima que en el Bernabéu caben unos 10.000 espectadores más), ni sobre todo dispone de su innovador sistema de césped retráctil que permite mucha mayor flexibilidad a la hora de acoger eventos no deportivos y hacerlos compatibles con la programación futbolística.

En una sociedad hiperconectada y con buenas infraestructuras, el Metropolitano no es el único rival del Bernabéu. El público está dispuesto a desplazarse a otras ciudades para ver conciertos, y Barcelona vuelve a atraer este año grandes giras que no pasan por Madrid, como las de Guns & Roses, Billie Eilish o Lady Gaga. La nueva edición de La velada del año de Ibai, por su parte, se celebrará en el Estadio de la Cartuja de Sevilla.

Otra conversación habitual en el sector de la música es si el ruido es realmente el culpable de los problemas del estadio del Real Madrid. Sin obviar las molestias evidentes que causan (‘pero también hace ruido el fútbol’), hay otras que provocan macroeventos como estos, como las de tráfico o de higiene, que se pueden llegar a prolongar varios días con colas, acampadas, camiones de transporte… Cuando los artistas atraen a un público más joven, como en el caso de los de música urbana, los botellones son inevitables, y eso es algo que los vecinos del distrito con mayor renta per cápita de la ciudad no van a tolerar. Y que tienen recursos y contactos para combatir. No dicen lo mismo, comentan algunos actores del sector aludiendo a un cierto clasismo, cuando actúa Luis Miguel que cuando lo hace Karol G.

Lo que todos tienen muy claro en el mundillo es que el futuro musical del Bernabéu es, por ahora, bastante oscuro.

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