Estrellita Castro, la mujer del caracolillo en la frente que creó la canción andaluza y… ¿simpatizó con la II República?

A principios de este año, la cantante Rosalía se presentó en un desfile de la firma Dior vestida de negro de la cabeza a los pies. Llevaba gafas de sol, pues decía que “el look es icónico con las gafas”, y un perfecto rizo a lo Estrellita Castro, quien a muchos de sus fans les debe sonar a chino. Pero en realidad esta no era la primera ocasión en la que la intérprete de Despechá hacía un guiño al signo distintivo de la tonadillera sevillana, una mujer que, al igual que ella, trabajó de manera incesante para saltar a la primera línea del complicado mundo del espectáculo desde la infancia y consiguió convertirse en una de las artistas más polifacéticas y exitosas de nuestro país. ‘Se le ocurrió a mi madre’ confesó la propia Estrellita cuando José María Iñigo le preguntó en una entrevista por la persona que había ideado su famoso caracolillo. ‘Como no quería nada más que cantar y bailar, yo le dije con tres años: ‘Tú me llevas a mí a la feria, pero me pones un rizo aquí’. Ella me lo pegó con jabón y aquí está todavía’.

Nacida en 1908 en el seno de una familia pobre y numerosa, Estrellita solía decir que ya con nueve años ‘cantaba más que un grillo’. A los diez se dio a conocer en Sevilla como cantante de saetas, y con once fue invitada a una velada benéfica en los Reales Alcázares de la capital hispalense para cantar ante la reina Victoria Eugenia, quien después de escucharla le regalaría una alhaja. Aunque no empezó a ganar dinero hasta los doce, edad en la que ganó un concurso convocado por el Ateneo Mercantil que más adelante le permitió presentarse en el teatro Novedades.

‘A mí no me ha enseñado nadie nada’, aseguró una vez la artista, que sin embargo sí estuvo acudiendo a la academia del conocido maestro Realito.’“Incluso a leer y escribir aprendí yo sola a los quince años a base de preguntar a unos y a otros. Y artísticamente todo me ha salido siempre de dentro. Claro que también me ha ayudado mucho mi buena memoria’.

Desde principios de los años veinte, aquella cantante menuda y de energía inagotable recorrió España con numerosos espectáculos teatrales que también acabaría llevando a distintos puntos de Hispanoamérica. ‘Contaba con una naturalidad y simpatía que atrajo a todo tipo de público, tanto al obrero de la cuenca minera de Huelva como a la reina Victoria Eugenia; esta cualidad no era común entre las cupletistas, cancionetistas, flamencas, etc. Además, fue consciente de que debía perfilar un estilo propiamente andaluz en sus actuaciones, que, posteriormente, fue asimilado por otras artistas y, por consiguiente, la copla’, explica a nuestro periódico Manuel Guerro Cabrera, autor de La Estrella de la canción (M.A.R. Editor), una premiada novela histórica que narra el auge de la popularidad de la cantante, cuya trayectoria artística dio un gran salto, a partir de 1929, gracias a las gestiones de su representante, el empresario Juan Carcellé.

El ascenso a la fama en el teatro y la música

El escritor explica que, en 1931, después de varios intentos, Estrellita consiguió el triunfo en Madrid. “En 1933, a la vuelta de América, se integró en la compañía del famoso payaso Ramper, organizada por Carcellé, que la llevó por toda España como una estrella al mismo nivel del payaso. En verano de 1934 logró un éxito arrollador con ‘Mi jaca’, un tema que siempre se relacionaría con ella, y en 1935 volvió a obtener otro éxito con su interpretación de’ María de la O’ y rodó la película ‘Rosario, la cortijera’, que fue de las más publicitadas y vistas hasta el comienzo de la guerra. En sus espectáculos, las saetas y los fandanguillos eran de lo más querido por el público. Ambos cantes los tuvo en su repertorio desde sus inicios como artista”.

Cartel de la pelicula 'Mariquilla terremoto'. / ARCHIVO

Para hacerse una idea de lo fuerte que pegó su arte, en 1936 percibía un salario tan alto que apenas era rentable para la compañía en la que estaba —a lo largo de su carrera creó varias con su nombre o en unión con otras artistas—. ‘Todo el mundo sabe que yo llenaba a rebosar los teatros, vendiendo las entradas más caras que ninguna, y que he recorrido los escenarios de España llevando zarzuela, comedia, comedia andaluza o espectáculos propios’, presumía la propia Estrellita, quien además aprendió a conducir y practicó equitación en unos años, los de la Segunda República, en los que no era tan habitual ver a mujeres haciéndolo.

En sus comienzos no habló públicamente de su ideología política. Sin embargo, siempre fue consciente de la situación de su país y, en una entrevista concedida tras regresar de América en 1933, comentó que ella era ‘republicana castiza’ y que pensaba votar al republicano Alejandro Lerroux, considerado el agitador de masas más importante de su época, en las elecciones de aquel año. Pero Lerroux, su gobierno y su partido cayeron en una espiral de descrédito por una trama de corrupción y sobornos en 1935.

Para entonces, el representante de Estrellita era Jaime Cubedo, un tipo de ideología anarcosindicalista y secretario de Ángel Pestaña, líder del Partido Sindicalista (incluido posteriormente en el Frente Popular). “En la prensa se alude a que Cubedo la acompañó en su gira de después del verano de 1935 en todo momento (muy probablemente hasta la convocatoria de elecciones) y que no se separaba de ella”, apunta Guerrero Cabrera, “así que debió influir en su visión de la situación política de España, pues en 1936 realizaría algunas actuaciones benéficas para trabajadores con apuros. Pero durante la guerra civil cambió su visión de la República’.

La guerra civil y el cambio ideológico

Al poco de iniciarse la contienda, Cubedo perdió la vida durante una visita a los milicianos del Frente de Somosierra, al estallar una granada cerca de él. Esto fue un palo para la sevillana, que a pesar de todo siguió actuando en diversas funciones benéficas para los heridos, los hospitales y los que pasaban necesidades por culpa de la guerra. ‘No le importaba el signo: CNT, UGT, el Quinto Regimiento, el Batallón Largo Caballero, Izquierda Republicana, el Socorro Rojo, incluso el Ministerio de Instrucción Pública del que era titular el comunista Juan Hernández”, señala su biógrafo. ‘Obviamente, Estrellita se dio cuenta de que tenía que salir de Madrid si quería prosperar como artista. A fin de cuentas esta ciudad se había convertido en un lugar terrible (por ejemplo, ella misma contó que llamaba la atención de los milicianos si aparecía con un crucifijo en el cuello) y sin el público que llenaba los teatros. Así que en diciembre del 36 ya se encontraba en el levante republicano y actuó por allí desde enero del 37’.

Precisamente fue en 1937 cuando llegó a sus manos un contrato para actuar en Cuba y, tras algún contratiempo, consiguió cruzar el charco. En la perla de las Antillas le llegó la oportunidad de regresar al cine, para lo que tuvo que trasladarse hasta Berlín, donde rodó El barbero de Sevilla (1938) y Suspiros de España (1939). A su tierra natal regresó en febrero de 1938. Pero no lo hizo a la zona republicana, sino a la franquista. Desde entonces, jamás volvió a mencionar públicamente a Cubedo o Pestaña. Si alguien le preguntaba, se limitaba a comentar de soslayo que, efectivamente, la guerra le pilló en Madrid, y que fue un infierno el tiempo que estuvo en ‘zona roja’. Es más, su nombre figura en la lista de folclóricas que se pirraban por ir a actuar para el dictador Franco.

‘He cantado en La Granja y en Palacio muchas veces’, contaría en una entrevista con Interviú. ‘Y tengo muchos regalos de Franco. Mi opinión es que [Franco] cogió Madrid, que estaba en tierra, y lo levantó. Y España entera. Y yo creo que eso está a la vista y lo sabe el mundo entero. No hay ni que preguntarlo, vamos. Y los artistas le debemos mucho, porque la mutualidad que hoy tenemos, gracias a Dios, se la debemos a él, que tenemos un retiro que no existía. ¿Si soy de derechas o de izquierdas? Yo soy de donde haya paz y tranquilidad. Yo solo quiero que todo el mundo coma y viva’.

Durante el primer franquismo, cuyo ámbito cronológico abarca desde 1939 hasta 1957, Estrellita continuó cosechando aplausos y siendo ciertamente popular, seguramente gracias al cine y a la interpretación de sus canciones más famosas. Después fue decayendo el interés del público por su música, al tiempo que aparecieron nuevas modas y artistas más jóvenes que nada tenían que ver con lo que ella hacía. Pese a todo, ella nunca quiso retirarse de los escenarios, pues decía que era incapaz de quedarse quieta, y en 1978, ya en el otoño de su vida, actuó en el programa televisivo Cantares, dedicado a las figuras de la canción española.

Lo que sí hizo a principios de esa misma década fue poner punto final a su carrera cinematográfica, con un cameo en Casa Flora (1973), una loquísima comedia de Ramón Fernández donde Lola Flores y ella aparecen recitándose conjuros y maldiciones a través de un teléfono enorme. Pasó sus últimos años junto a su pareja y representante Demetrio Corbi, de cuya muerte, a principios de 1983, nunca llegó a reponerse. ‘He sentido muchísimo la muerte de Demetrio. Desde que falleció me siento deprimida y he adelgazado hasta llegar a pesar 31 kilos’, le comentó a un periodista poco antes de que su propio corazón dejara de latir a los 75 años. El teatro Lara de Madrid acogió la capilla ardiente por la artista, enterrada por expresa voluntad con el caracolillo sobre la frente.

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