El último cine que ha abierto en Madrid se rebela contra las dificultades políticas: siete artistas llaman a la resistencia

Resistir. Ese es el deseo que el Museo Reina Sofía y la Bienal Internacional de Arte Contemporáneo Sur (Bienalsur) quieren transmitir al público en su último proyecto. Bajo el título Una selección de video sudamericano, el edificio Sabatini acogerá un exposición atípica: en su reinaugurada sala de cine, cerrada habitualmente en verano, se exhibirán siete trabajos que examinan el potencial de la resistencia como acto político y estético. “Siempre nos ha entusiasmado el arte latinoamericano, por lo que continuamos en esta línea. No obstante, es la primera vez que ponemos el foco en este formato”, ha explicado Manuel Segade, director del centro, sobre la muestra, que permanecerá abierta hasta el 1 de septiembre.

El recorrido aglutina siete obras audiovisuales que han de visionarse de dos formas distintas: por un lado, las piezas históricas que se reproducen en los monitores instalados en el vestíbulo; y, por otro, tres vídeos recientes, de mayor duración, que se emitirán en la propia sala. “Bienalsur nació para llevar el arte a aquellos lugares donde está la gente. Es cierto que existen muchas en el mundo, pero nuestro fin es llegar a espacios de difícil acceso. Defendemos el derecho a la cultura porque es la vía para ejercer otros tantos. En esta edición, la décima, por ejemplo, hemos llegado a 34 países”, ha señalado Aníbal Jozami, director general de Bienalsur.

Imagen de la obra 'Trauma ocular', de Voluspa Jarpa. / MUSEO REINA SOFÍA

En el vestíbulo se podrá disfrutar de Mapas elementales III, de Ana Bella Geiger (Brasil, 1933), que comparte espacio con Aire, acción artístico-social, de Clemente Padín (Uruguay, 1939). También se encuentran Condena, el trabajo de Silvia Rivas (Argentina, 1957), y Bocanada, la carne, de Graciela Sacco (Argentina, 1956-2017). “Nos dimos cuenta de que el concepto de resistencia estaba relacionado con el estallido de Chile, la última gran revolución en Latinoamérica. Tuvo enormes efectos, provocando un temblor que agitó el continente y transformó la manera de hacer política en el país”, ha añadido Segade.

En el cine, se proyectarán tres piezas: Miles Marchan, de Sebastián Díaz Morales (Argentina, 1975), refleja las masas en una manifestación, sin rostros ni banderas, revelando el poder transformador de la multitud en un bucle infinito. Por su parte, Ficciones de tierra caliente, de Francisca Jiménez Ortegate (Colombia, 1993), presenta un ensayo visual que explora las distintas historias que surgen al observar los paisajes de las zonas colombianas más afectadas por la violencia. Y, por último, Voluspa Jarpa (Chile, 1971) muestra en Trauma ocular el relato de 11 jóvenes que han recibido un disparo en sus ojos a causa de la violencia policial.

Romper el aislamiento

Bajo el comisariado de Diana Wechsler, directora artística de la bienal, el proyecto busca romper el aislamiento y superar el individualismo vinculando artistas, instituciones y públicos globales. “El vídeo se ha convertido en un elemento expositivo más. Es de los más usuales hoy. Además, es más fácil de transportar, lo que nos permite enseñarlo en más sitios a diferencia de otras expresiones plásticas. Sin olvidar que alcanza un rango etario mayor, pues hay jóvenes que se sienten más atraídos por él”, ha explicado Jozami.

El interior de la nueva sala de cine del Museo Reina Sofía. / ALBA VIGARAY

Cuando se cumplen cinco años de la colaboración entre el Reina Sofía y Bienalsur, ambas instituciones quieren seguir reivindicando el arte latino como mecanismo de transformación social: de hecho, este es uno de los pilares de esta plataforma. Su metodología se basa en convocatorias internacionales abiertas, con propuestas específicas e inéditas desarrolladas por artistas y comisarios desde sus propias búsquedas. Un viaje que parte del Museo de la Inmigración y Centro de Arte Contemporáneo de la Universidad Nacional de Tres de Febrero de Buenos Aires.  

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