El mito de La Dalia Negra, el crimen más célebre de Los Ángeles, sigue muy vivo casi 80 años después

El 15 de enero de 1947, la jóven Elizabeth Short se hizo famosa en Los Ángeles pero no por el motivo que ella deseaba. Aquella aspirante a actriz apareció muerta en un descampado de un barrio residencial de la ciudad, con diversas mutilaciones, una raja en la cara en forma de sonrisa y el cuerpo cortado en dos. Un crimen sanguinario tan suculento para los periodistas de sucesos que llegaron antes que la propia policía al lugar de los hechos. La pobre asesinada, que siempre vestía con colores oscuros, recibió el sobrenombre de ‘La Dalia Negra’, una clara referencia a la película La dalia azul, con guion del maestro del policial Raymond Chandler, que se acababa de estrenar. Fue uno de los casos más mediáticos del momento pero, pese a las arduas investigaciones que se realizaron, nunca se llegó a encontrar al asesino. El mito creció con el tiempo, a la vez que las obras de ficción basadas en él y la cantidad de detectives aficionados obsesionados con la historia. Más de medio siglo después, las especulaciones continúan.

La periodista y escritora Beatriz García Guirado ha pasado a formar parte del colectivo de autores que han tratado el tema en su obra con su libro La chica muerta favorita de todos, que lleva como subtítulo El caso de la Dalia Negra y el detective de la multitud y acaba de publicar la editorial Libros del K.O. Ella no ha tratado de resolver el caso, sino que ha analizado la forma en la que otros lo han tratado y sobre todo, la manera en la que han despojado de cualquier atisbo de humanidad a la víctima para poder justificar el relato. Short es una Barbie descuartizada con la que juegan a los investigadores: la visten de una forma u otra para señalar que era una buscona o una ilusa, le inventan pasados diversos para explicar cómo acabó con el torso separado de las piernas o le dibujan una vagina malformada para elaborar la teoría del amante asesino.

“Lo interesante del caso es la moral que nos acompaña hasta el día de hoy. Si la víctima es prostituta aparece el cuento de que, en realidad, no le podía pasar otra cosa”, explica Beatriz García a El PERIÓDICO DE ESPAÑA. En el momento del homicidio de Short, los hombres estadounidenses había regresado de la II Guerra Mundial y las mujeres tuvieron que dejar los puestos de trabajo que habían ocupado durante su ausencia. Para evitar posibles quejas y mantenerlas a raya, estas noticias eran más bien advertencias de lo que les podía ocurrir si salían de casa. “Es eso que dijo Mae West de que las chicas buenas van al cielo y las malas a todas partes. Pero esas acaban en la cuneta”, puntualiza la escritora.

Beatriz García Guirado, autora de 'La chica muerta favorita de todos'. / Diana Rangel

Quién sabe lo que pasó

García Guirado llegó a la historia de La Dalia Negra casi por casualidad. A raíz de su participación en un libro sobre la relación de David Lynch con el esoterismo se enteró de que el cineasta estaba tan obsesionado con el caso que incluso había llegado a quedar con detectives que habían heredado la investigación. “Decía que era uno de los misterios, junto al caso de O.J. Simpson, que hacían soñar. Y a mí me pareció súper raro”, dice. Pero después entendió que lo que fascinaba al director es que es una metáfora de Los Ángeles de los años 40, la época que más le interesaba. “Me parecía extraño que pudiese hablar de un feminicidio de una forma tan romántica. Entonces empecé a leer sobre el tema y me interesó porque es una ciudad muy fantasmagórica, muy ‘lynchiana’ y muy surrealista. Y decidí inspirarme en el crimen para escribir”.

La escritora define su trabajo como una novela, aunque también podría encajar en el género de periodismo gonzo o nuevo periodismo. De entre todos los especialistas en el homicidio, García Guirado entró en contacto con el exeditor de Los Angeles Times Larry Harnisch que, desde finales de los años 90, recopila información para un libro basado en este homicidio. A estas alturas es posible que tenga material como para desarrollar una enciclopedia de varios tomos pero, por lo que sea, el título no termina de entrar en imprenta. Mientras tanto, sus seguidores se entretienen con sus vídeos de Youtube en los que diserta sobre el tema junto a su compañera Boxy, una caja de cartón con el nombre de Elizabeth Short. En un principio se mostró dispuesto a colaborar con ella, que ya había planeado un viaje a Los Angeles junto a la fotógrafa Diana Rangel, después de que le prometiese que no iba a intentar resolver el misterio. Pero, un día antes, Harnisch canceló la cita.

Lejos de amedrentarse, García Guirado y Rangel se plantaron en Los Ángeles para visitar los lugares por los que había pasado Short durante su corta estancia en la ciudad. “Larry me dijo que tenía miedo que reinterpretase sus palabras. Y eso me pareció muy interesante, porque si algo hacen todos, incluyéndole a él, es reinterpretar un crimen y a una persona que ya no puede defenderse. Su familia vive escondida porque siguen recibiendo visitas y preguntas”, comenta la escritora. “Yo flipé mucho al llegar, porque en el hotel Biltmore, por ejemplo, hay plafones informativos con la cara de la víctima explicando el mito, como si fuera un landmark de la propia ciudad”.

Harnish dedica gran parte de sus clips a criticar a otros detectives del crimen de La Dalia, algunos de ellos bastante famosos (al menos dentro de su comunidad). Las teorías son múltiples y van desde lo factible hasta lo disparatado. La autora del libro considera que “todas son muy mágicas en un sentido muy amplio de lo maravilloso”, pero por ejemplo la de Mary Pacios, que intentó hacer una biografía amable de su amiga y acabó señalando a Orson Welles, le parece “súper poco viable”. Por su parte, Steve Hodel defendió que había sido su padre, al igual que aseguraba Janice Knowlton de su propio progenitor, y Piu Eatwell apuntó a Leslie Dillon, un novio de Short que trabajaba en una funeraria, como el verdadero asesino. Estos son solo algunas muestras de las miles de suposiciones que circulan por el mundo.

En 'La Dalia Negra' (2006), Brian de Palma llevó a la pantalla el célebre crimen, con Josh Harnett y Scarlett Johansson entre sus protagonistas. / ARCHIVO

“Yo no tengo ni idea [de quién fue]. Seguramente, como supone el perfilador del FBI John Douglas, fueron un tío o varios conocidos de ella que, sorprendentemente, le hicieron la mayoría de las cosas post-mortem”, dice la escritora. “También estoy de acuerdo con los investigadores como Harnisch o Kim Cooper, que creen que el barrio es un lugar importante. O sea, no dejas el cadáver de una chica a la vista de todos en un barrio de clase media si no quieres mandar un mensaje a alguien de la propia comunidad. Te has tomado demasiadas molestias para luego soltarla ahí, lo que es significativo de algo pero no sabemos de qué”, concluye.

Preguntas sin respuesta

Ha habido tantos feminicidios mediáticos a lo largo de la historia que es casi imposible no encontrar ejemplos similares, aunque la idiosincrasia de cada país también influye en la manera en la que se tratan. Puede que en España el ejemplo más parecido sea el del crimen de Alcásser por todo el ruido mediático que generó, el morbo con el que se habló de las víctimas o las dificultades para encontrar a los responsables. “Tienen en común el sensacionalismo. Y esa cierta leyenda popular en torno a la corrupción política que envuelve a los dos casos, que hay una mano negra en la sombra muy poderosa que ha impedido que se investigue la escena del hallazgo del cuerpo”, declara la entrevistada, que también aclara que no es una experta sino que sabe “lo que todo el mundo”. El suceso de España también sirvió, como en Estados Unidos en 1947, para advertir a las jóvenes de los peligros que corrían si se atrevían a hacer ciertas cosas que los chavales podían hacer sin riesgo o, al menos, no tanto.

Al otro lado del charco se han generado numerosas obras de ficción –películas, novelas- basadas en La Dalia, mientras que en España no ha sucedido lo mismo con su equivalente. “Nadie se ha atrevido a tratarlo porque yo creo que es una herida todavía abierta, aunque La Dalia también lo es en la sociedad norteamericana”, reflexiona. Pero aquí también se ha producido contenido basado en el caso de Alcásser y muchos otros aunque en formato true crime, que no deja de ser entretenimiento. “Hay buenos true crimes y luego están lo que yo llamo true fiction, que es como de detectives que buscan generar tensión y morbo más allá de los hechos, que no importan mucho”, sostiene García Guirado.

La publicación del libro ha coincidido con la muerte de David Lynch, una casualidad triste para ella, que se declara totalmente ‘lynchiana’. No fue algo tan inesperado, porque llevaba tiempo enfermo, pero para la escritora sí fue sorprendente la sincronía. “Una de tantas de Lynch, porque se incendia Los Ángeles y él mismo desaparece, como si la ciudad y él fuesen uno”, reflexiona. “Además se quemó gran parte de la zona donde él vivía, fue como si una parte de Los Ángeles se fuera con él. Me quedé con las ganas de preguntarle, aunque no me hubiera contestado, por qué narices le inspiraba tanto La Dalia Negra, qué creía él que había pasado”, concluye.

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