Ya quedan pocos días para que los Sus Majestades de Oriente visiten nuestros hogares para dejar sus regalos a los más pequeños de la casa. La noche del 5 al 6 de enero los Reyes Magos se auparán cargados de juguetes a lomos de sus camellos y recorrerán el mundo repartiendo ilusión a centenares de miles de familias.
Melchor, Gaspar y Baltasar ultiman los preparativos para su jornada de trabajo anual. Así lo han hecho desde hace más de dos mil veinticinco años cuando, según Mateo, se desplazaron a Belén desde Oriente siguiendo una estrella. ‘Unos Magos que venían de Oriente llegaron a Jerusalén preguntando: ‘¿Dónde está el rey de los judíos recién nacido? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo’, describe el Nuevo Testamento.
Pero, tal y como narra una leyenda, hubo un cuarto rey mago que se perdió en el camino y no logró unirse a la comitiva que adoró al Niño Jesús en el pesebre.
La Biblia no ofrece muchos detalles sobre los Reyes Magos
La Biblia, en realidad, no especifica ni el número de Reyes Magos que llegaron a Belén. Tampoco concreta sus nombres reales. Incluso el día de su reparto de regalos, el 6 de enero, es fruto de una tradición que se ha ido construyendo con el tiempo.
Sí se hace mención a la estrella que habrían seguido, que en la antigüedad era sinónimo de sabiduría y ciencia. Quien les atribuyó el título de rey décadas después fue Quinto Séptimo Tertuliano, considerado como uno de los padres de la Iglesia, a través de la reinterpretación de un texto del Antiguo Testamento.
‘Los reyes de Sabá y de Seba ofrecerán dones. Todos los reyes se postrarán delante de él. Todas las naciones le servirán’, reza esa parte de la Biblia.
Artabán: ¿El cuarto Rey Mago?
Hasta el siglo V. d.C. no existió un consenso acerca de cuántos Reyes Magos existían. Fue entonces cuando el papa León I especificó que eran tres, asociados a las tres partes del mundo conocidas por aquel entonces: Asia, Europa y África.
Pero, según un cuento navideño del siglo XIX escrito por Henry van Dyke, hubo un Rey Mago llamado Artabán que nunca llegó a Belén. Van Dyke explica que los cuatro habrían acordado reunirse en el zigurat de Borsippa, en Mesopotamia, para emprender camino a Belén.
Artabán, al poco de iniciar su travesía, habría encontrado un hombre moribundo en el camino. El Rey Mago ayudó a esta persona malherida, lo que provocó que llegase tarde al encuentro con el resto del grupo. Retomó el camino en solitario, pero cuando llegó a Judea, el niño Jesús ya no estaba allí.