Blitz es el nombre que recibió la campaña de bombardeos que la Alemania nazi llevó a cabo sobre ciudades del Reino Unido entre 1940 y 1941. Para eludir la devastación, cientos de miles de niños británicos fueron evacuados al campo, lejos de sus familias. Sobre esa premisa inicial, el londinense Steve McQueen (director de la oscarizada 12 años de esclavitud y de la extraordinaria serie televisiva Small Axe) construye su última película, una singular y visualmente deslumbrante muestra de cine bélico sin apenas soldados protagonizada por Saoirse Ronan, el niño Elliott Hefernan y el músico Paul Weller que puede verse ya en la plataforma Apple TV+.
P. Una de las cosas que más llama la atención de ‘Blitz’ es que sin perder en ningún momento el rigor histórico muestra una realidad muy diferente a la que estamos acostumbrados a ver en las películas sobre la Segunda Guerra Mundial. Los conflictos raciales, la brecha de clase, la solidaridad obrera…
R. Bueno, pero es que todos esos elementos estaban a la vista, no había que forzar nada para que salieran a la superficie. El asesor histórico de la película, Joshua Levine, ya había publicado hace años un libro sobre el periodo [The secret history of the Blitz, 2015] y estaba todo ahí, en blanco y negro. Supongo que la pregunta es por qué todas esas cosas no habían sido mostradas antes y la verdad es que no lo sé. La gente elige de qué quiere hablar y de qué no quiere hablar. Explicar sus razones es algo que les corresponde a ellos, no a mí.
P. Los personajes de la película no pelean contra los nazis sino contra su propio entorno social.
R. Así eran las cosas en las ciudades, lejos del frente. Por supuesto todo ellos tienen un enemigo común, pero también hay muchos combates que tienen que librar dentro de su comunidad. La primera escena de la película es un buen ejemplo, con los bomberos como metáfora: están peleando contra el enemigo, sí, pero también están peleando contra sí mismos.
P. También es reveladora la escena en la que un grupo de civiles tiene que rebelarse contra las autoridades para que les dejen refugiarse en la estación de metro.
R. Así es. Una cosa fascinante de esa escena es que muchos británicos fueron a España a luchar contra Franco y al volver a sus casas fueron ellos los que le dijeron a la gente que tenían que refugiarse en las estaciones de metro durante los bombardeos, porque era algo que habían visto en Madrid. Esa comunicación directa entre lo que había ocurrido en la guerra civil española, que era una guerra contra el fascismo, y lo que pasó poco después en Inglaterra me parece muy interesante.
P. ‘Blitz’ es una película de guerra en la que aparecen muchas más mujeres trabajadoras que soldados…
R. Esa es la idea principal de todo. Los soldados están en el frente o en alguna otra parte luchando, pero las mujeres son igualmente importantes en el esfuerzo bélico, cuidando de la gente mayor y de los niños, atendiendo a los heridos, organizando las evacuaciones, haciendo funcionar las fábricas y suministrando a los soldados las bombas, los uniformes, todo. Esas mujeres se convirtieron en la columna vertebral del país durante la guerra y, sin embargo, apenas aparecen retratadas así en las películas, lo cual me parece de locos. Pero, como decíamos antes, explicar o no su historia es una elección.
Steve McQueen, durante el rodaje de 'Blitz'. / Apple TV+
P. Su anterior filme, ‘Occupied city’ [un largo documental sobre las huellas que el Holocausto dejó en Amsterdam, ciudad en la que McQueen reside con su familia], también se ocupaba de la Segunda Guerra Mundial. ¿Existe alguna conexión entre las dos películas?
R. Son dos historias diferentes y dos maneras diferentes de explicarlas, aunque compartan un determinado periodo histórico. Para mí, el único vínculo evidente es la infancia, porque el elemento central de Blitz es la peripecia de George, un niño negro de ocho años, y eso está conectado con el modo en que yo crecí en el Reino Unido y las cosas a las que me tuve que enfrentar. Y Occupied city tiene que ver con cómo crecen mis hijos en Amsterdam y cómo lo que viven tiene conexiones con el periodo de la Segunda Guerra Mundial. Te pongo dos ejemplos: el instituto al que iba mi hija estaba en el lugar en el que había unos cuarteles de las SS, donde se interrogaba y torturaba a gente, y ahora ahí hay niños aprendiendo. Y la escuela de mi hijo era una escuela judía. Para mí, se trataba de enlazar ese pasado con el presente y con el futuro.
P. También ‘Blitz’ enlaza el pasado con el presente, ¿no?
R. Sí, sí, absolutamente. Lo que hoy está ocurriendo en Sudán, en Líbano, en Palestina, en Israel, en Ucrania… todo eso nos trae el eco de lo que pasó en Europa hace 85 años, es inevitable.
La guerra es una locura que escapa a nuestra comprensión. ¿A cuánta gente tienes que matar para considerar que has ganado?’
P. En el año 2003 usted acompañó a una misión militar británica en Irak en calidad de artista. ¿Le aportó esa experiencia una mayor comprensión de lo que es la guerra y lo que le hace a la gente?
R. Mira, la mayoría de la gente que hoy vive en Occidente no ha vivido nunca una guerra. Y por eso para ellos la guerra es algo abstracto, el conocimiento que tiene de ella es el que obtiene a través de los medios de comunicación, de los periódicos, de las pantallas de los ordenadores. No es algo que veamos en la calle, así que no parece algo real. Pero incluso cuando la vives de cerca la guerra es algo que escapa a nuestra comprensión. Tú tienes que matar a alguien y alguien quiere matarte a ti. ¿A cuánta gente tienes que matar para considerar que has ganado? Es algo muy loco. Y luego, dentro de esa locura hay gente que lucha por sobrevivir. Esa era la gente que me interesaba al hacer la película. La que tiene que vivir las consecuencias de las decisiones que ha tomado otra gente por razones que ellos nunca llegarán a entender.
Saoirse Ronan, Elliott Heffernan y Paul Weller, en una imagen de 'Blitz'. / Apple TV+
P. ¿Cómo dio con Elliott Heffernan, el asombroso niño protagonista?
R. Elliott vino a una prueba, pero estaba un poco mosqueado porque él no quería estar allí. Cuando lo vi, enseguida me di cuenta de que su rostro tenía una especie de gravitas, era como los de Rodolfo Valentino o Buster Keaton, no podías apartar la mirada de él porque querías ver qué es lo que iba a hacer a continuación. Entonces solo tenía ocho años, pero ya resultaba increíble.
P. ¿Y qué le hizo pensar que una leyenda de la música pop como Paul Weller podía actuar?
R. Bueno, es una persona que escribe sus propias canciones y las interpreta, y para mí eso ya es una manera de actuar. Siempre pensé que alguien que tenía siempre un aspecto tan magnífico y mostraba tanta sensibilidad tenía que saber actuar. Costó un poco convencerlo, porque él no estaba tan seguro de sus capacidades como yo, pero trabajó con un ‘coach’ de actores y enseguida demostró que podía hacerlo y de la mejor manera.
P. ¿Le resultante frustrante que en países como España una película con tanto empaque visual no se estrene en las salas de cine?
R. Blitz es una película hecha para la gran pantalla, desde luego. Cuando yo empecé a trabajar con Apple, la política era que las películas se estrenaban en cines durante un periodo limitado de tiempo antes de pasar al streaming, pero luego las cosas cambiaron. En Estados Unidos, por ejemplo, sí se ha podido proyectar en salas durante tres semanas, lo que está muy bien. Mira, yo estoy muy agradecido a Apple por haberme permitido hacer estar película, pero soy un amante del cine. Me encanta estar en una sala rodeado de gente, oyendo los “ooooh” y los “aaaah”, las risas y los sollozos… Es una experiencia comunitaria, similar a lo que fue la vida durante el Blitz. Así que me entristece que la película no se pueda ver en cines, pero así es como son las cosas. Las plataformas de ‘streaming’ se han hecho con el control de los estudios, pero yo tengo la esperanza de que en algún momento las cosas volverán atrás y las películas se verán de nuevo en los cines. Quizá es que soy un romántico.