Sin pena y con Gloria (Gaynor) en Madrid

Muy buena entrada, pero sin agotar el papel (y hay que tener en cuenta que sólo se ha habilitado una grada, la del fondo). En cuanto al público, poco o nada se puede comentar; es del tipo ‘casual’ encanecido, el que va a un par de conciertos al año como mucho. ‘Pues anda que no hemos bailado con ésta, ¿eh?’, comenta un tipo a su señora en la entrada. Hay cierta emoción en sus palabras y a buen seguro que no es el único. Pero cambiarán de parecer a la salida, hora y veinte minutos después.

Pícaros, que llegan con la hora pegada al culo, pretendiendo alcanzar las primeras filas a base de codazos para luego levantar el teléfono móvil con la aparición de Gloria Gaynor sobre el escenario del WiZink Center, carente de organización y aire acondicionado (aquí, lo de I will survive es literal). De hecho, habría que dar gracias porque no hubiera ocurrido ninguna desgracia (¿sacar como ganado a la gente por el parking es lo más adecuado?).

Dicho esto, el show tampoco sería muy brillante. La edad en Gloria Gaynor (81 años) es notable: se ausentaría del escenario no pocas veces, dejando que sus coristas continuaran. A pesar de ello, su voz no ha perdido fuerza, y ella se entrega a su gente, dándole lo que quiere y espera, que no es otra cosa que un repertorio que conoce –de manera intermitente– y además con comentarios de la artista en castellano.

A Gloria Gaynor no le gusta la palabra ‘diva’. Es cercana y comunicativa (se agradece), presentando los temas de la noche con gracia. Así, a las nueve en punto de la noche hace acto de presencia puntual, raro por estos lares, después de una introducción instrumental de I Will Survive.

Goin’ Out of My Head (versión de Little Anthony & The Imperials) es la primera canción, la que inaugura el cumpleaños de tu tía Paqui, porque es como se puede definir a este espectáculo –por el público– a caballo entre el funky, el gospel, la música disco. Este corte iniciático ha cogido con el pie cambiado a la audiencia, que espera el hit cansino a base de ‘lolololos’. Así que, como Goin’ Out of My Head es de las lentas, se limitan a menear las cabezas, porque ni idea tienen de lo que están escuchando.

‘Para disfrutar la música con ustedes, voy a cantar una canción que seguro han oído. No es mía, es una ‘copia», bromea Gloria Gaynor antes de hacer Unstoppable (de Sia) que, en efecto, no han oído. Ni se molestan en sacar el teléfono para grabar un vídeo. Sí con la que continúa, Never Can’t Say Goodbye (popularizada por The Jackson 5). ‘Cantar muy alto, por favor’, pide Gaynor. Pero alto, alto… es el palo selfie de una señora (la concurrencia está muy pesada con los móviles). Para You’re the First, the Last, My Everything (de Barry White) cuenta con la colaboración de su corista masculino, que le sirve de apoyo vocal en algunos tramos, algo que se repetiría a lo largo del concierto, también con las coristas femeninas.

A estas alturas, la velada entra en modo automático, aportando matices de auténtica música disco (metales y vientos mediante) para el regocijo del respetable, que se desploma con Who Am I (de Casting Crowns) y su mensaje religioso (Gloria Gaynor deja constancia de su fe ‘muy cristiana’). Pero, literalmente, ni Dios se la sabe.

De seguido, sin espera alguna, Gloria Gaynor y sus músicos enlazan Who Am I con Beautiful (de Christina Aguilera), reconocible y coreada a trozos. La capacidad de adaptación de la estrella internacional es admirable por cómo ajusta su voz a melodías más o menos actuales; no tiene rival en esto y se verá más adelante, ya en la recta final. Pero antes, deja el escenario (‘not today’) para que sus chicas encaren Proud Mary (de la Creedence Clearwater Revival).

Regresa al acabar, para contar que anda escribiendo nuevas canciones para su próximo LP (‘¿Saben ustedes lo que es un LP?’, pregunta con una risotada). Lanza Reaching For the Gold como novedad, una suerte de corte setentero con lo mejor del espíritu del rhythm and blues. Pero nada; el gentío ha pagado por escuchar los hits, así que Gaynor va con Killing Me Softly With His Song, un caramelito que desenvuelve a capela.

¡Aleluya, hermanos! Es momento del gospel con Talkin’ ‘Bout Jesus, de su reciente álbum Testimony, el cual hubo de pagar de su propio bolsillo (de haber confeccionado un repertorio basado en estos temas, la historia sería muy diferente pero más interesante, aunque no gustara a los “puretas” que creían estar en la fiesta de jubilación de un compañero de oficina). Uno de los mejores momentos de la noche, más reivindicable esta parte, incluso las dos siguientes canciones previas al cambio de tercio con Last Dance (de Donna Summer) y un medley-remember-disco al que la protagonista no asistiría para volverse de nuevo al camerino.

Gloria Gaynor, en el WiZink Center. / Europa Press / Juan Barbosa

Se acerca el final de una noche corta (y cara para lo que costaron las localidades). Sin Gloria Gaynor sobre las tablas, serían Locked Out Of Heaven, Marry You y Uptown Funk (oda a Bruno Mars) defendidas por sus cantantes antes del regreso triunfal con la inevitable I Will Survive y la charanga chabacana del público, coreando (‘loooo… lolololooooo… lolololoooo’) como si el WiZink Center fuera una verbena y una orquesta estuviera interpretando Paquito el Chocolatero. Gaynor se marcha otra vez y, tras ella, sus músicos, que volverían en grupo para un último y único bis, coronado con Everybody Dance (de Chic).

Pero las cenicientas en proceso de jubilación están ya de retirada con lo que queda de sus príncipes azules, aquejados del dolor de rodillas por haber estado más de una hora en pie. Mientras tanto, Gloria Gaynor da fin a la noche y se despide. Se quedan algunas personas por si sonase la flauta y hubiera otra más. Pero el ‘loooo… lolololooooo… lolololoooo’ no sirve para convencer a los artistas. ¿Otro bis? Pues va a ser que no.

Aún quedaría la traca de la organización (deficiente), que mandaría a la concurrencia volver sobre sus pasos, encontrándose estos con una marabunta a la contra: unos hacia la lógica puerta de salida y otros hacia el aparcamiento, siguiendo un laberinto de cintas de seguridad. Y con estos bueyes hubimos de arar.

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