Siempre nos quedarán las estrellas, siempre que podamos verlas

Mientras la Unión Europea promueve el Derecho al cielo natural en la noche oscura, la verdadera “noche natural” trasciende la simple ausencia del sol: es la oscuridad genuina, intacta, que arropa los misterios del espacio sin la influencia de luces artificiales creadas por el ser humano. En agosto, los Picos de Europa se convierten en el centro de la atención nocturna del continente.

Se impulsa en la Unión Europea el Derecho al cielo natural en la noche oscura. El concepto de noche natural va más allá de la simple ausencia del sol: se refiere a la oscuridad original y completa del medio nocturno, sin alteraciones provocadas por la luz artificial procedente de alumbrados públicos, privados o cualquier fuente creada por el ser humano

La contaminación lumínica se puede definir como “cualquier afectación al medio natural que esté ocasionada por la iluminación artificial nocturna. Estas afectaciones son el resplandor luminoso de la cúpula celeste, la luz intrusa en hábitats naturales oscuros, el deslumbramiento y el consumo energético”, según Manuel García Gil y otros investigadores de la Universitat Politècnica de Catalunya.

La contaminación lumínica es una amenaza silenciosa y creciente que afecta tanto la biodiversidad como la salud humana. Los expertos alertan: el 23% de la superficie terrestre, entre los paralelos 75°N y 60°S, ya está contaminada por luz artificial. La contaminación lumínica ha aumentado a nivel mundial, y el 80% de la población total vive actualmente bajo cielos contaminados por la luz.

Los Picos de Europa serán el epicentro del evento astronómico y medioambiental “La Noche de Europa”, una cita en un lugar único que busca reivindicar la protección contra la contaminación lumínica, el valor de los cielos oscuros y el derecho al firmamento. Organizada por la Fundación Stars4All,con la colaboración de la Asociación Eurogaia y Hablamos de Europa, la actividad se producirá del 11 al 12 de agosto de 2025 y contará con la participación de ciudadanos, científicos, alcaldes, concejales y divulgadores.

Por ello once alcaldes del Parque Nacional de los Picos de Europa firmarán un manifiesto en defensa de los cielos estrellados, sumándose a una iniciativa que reivindica el cielo oscuro como un derecho fundamental.

Contaminación lumínica

Jaime Zamorano, fundador e investigador en la Fundación Stars4all, catedrático del departamento de Física de la Tierra y Astrofísica de la Facultad de Ciencias Físicas de la Universidad Complutense de Madrid, conoce las claves: “nadie trata la contaminación lumínica como una auténtica contaminación.La contaminación lumínica traspasa fronteras y puede afectar a zonas alejadas de las grandes ciudades. Las víctimas: zonas rurales y espacios naturales”.

El impacto de la contaminación lumínica en la salud humana y en los ecosistemas es considerable. De acuerdo con el científico del CSIC Fernando Valladares, “por contaminación lumínica entendemos el uso excesivo y deficiente de la luz artificial en exteriores. Este exceso de luz perturba los patrones naturales de la vida silvestre, contribuye al aumento del dióxido de carbono en la atmósfera al consumir energía extra y provoca alteraciones del sueño del propio ser humano. Evaluar las luces exteriores de nuestras casas o lugares de trabajo y cambiar su diseño para que no deslumbren y que no emitan luz innecesaria al cielo permitirá ahorrar energía, alterar menos los ciclos naturales de animales, plantas y del propio ser humano, y respetar el cielo oscuro”.

Alejandro Sánchez de Miguel astrofísico y fundador de la Fundación STARS4ALL comenta que ‘los Pirineos y el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido en particular es una de las regiones de Europa en que mejor se preservan las condiciones naturales de la noche. Esto implica una menor contaminación lumínica que redunda en una mejor salud de los ecosistemas y de los habitantes de las zonas limítrofes.’

La contaminación lumínica produce desorientación y deslumbramiento de especies animales, como ocurre con muchas aves de actividad nocturna, entre ellas las pardelas. Pérdida de especies de insectos y polinizadores de afinidad nocturna en la zona iluminada. Aparición masiva de insectos fotófilos, desequilibrios en la cadena trófica de especies que se ven perjudicadas por la luz para cazar. Respecto de la salud humana nuestro cuerpo necesita el descanso para regenerar y mantener el buen funcionamiento cerebral, y por lo tanto de todas las funciones vitales. La oscuridad de la noche permite la generación de melatonina que regenera las células corporales. La presencia de luz impide su segregación, dificulta la recuperación celular, y puede desembocar en la presencia de graves enfermedades.

Cuestión de salud

Una revisión sistemática con más de 560.000 participantes concluye que el aumento de la luz artificial nocturna (exterior e interior) incrementa el riesgo de depresión. Cada aumento en los niveles de iluminación se relacionó con un crecimiento medible en la prevalencia de síntomas depresivos y conductas suicidas. En otros estudios científicos se determinaron los problemas que ocasiona la contaminación lumínica, problemas incluso de necrosis de tumores, más riesgo de cáncer de mama, riesgo de obesidad son ejemplos que están documentados a niveles de contaminación lumínica altos cuando además las personas son expuestas de forma crónica.

Y es que una especie como el homo sapiens, que desde el principio de su existencia se ha extasiado con los cielos estrellados, con la Vía Láctea en sosegada contemplación, tumbado en el campo, que haya perdido de vista esos cielos apenas hace poco más de cien años, tiene que sufrir alguna carencia. Algo especial ha desaparecido de su vida cotidiana. José Laso, rural de Arcediano, dice “ya no miramos el cielo de noche. En la Noche de Europa, en los Picos de Europa, no podrás dejar de mirarlo”.

Carlos Burguete, Doctor en Prehistoria y Arqueología por la UCM reflexiona desde su área de conocimiento: ’Es evidente que, en algún punto de la hominización, concretamente desde hace al menos 3 millones de años, algún antepasado remoto miraría al cielo con curiosidad para después preguntarse por el origen y causa de la lluvia, de los rayos, relámpagos y truenos, del ciclo de la noche y el día, de la luna, etcétera. De todo ello dependía su subsistencia. Existen evidencias arqueológicas interpretadas por algunos como hipotéticos calendarios lunares o como mapas de estrellas. Las fechas se remontan incluso al Pleistoceno medio”.

La ciencia de la observación del cielo necesita cielos libres de contaminación lumínica. Markus Kissler-Patig, jefe de ciencia y operaciones de la Agencia Espacial Europea, manifiesta que ‘además de otras consecuencias no deseables, la contaminación lumínica dificulta notablemente la observación del espacio desde la Tierra, por lo que buscamos siempre zonas muy poco pobladas para la construcción de telescopios’.

Oscar Corcho, presidente de la Fundación STARS4ALL concluye “con el acto del 29 de julio en El Ateneo de Madrid situamos a los Picos de Europa en el centro de la atención nocturna del continente, la noche del 11 al 12 de agosto: La Noche de Europa. Once municipios bajo la bandera de las estrellas: Cangas de Onís, Cabrales, Amieva, Onís, Peñamellera Alta,Peñamellera Baja, Camaleño, Cillorigo de Liébana, Tresviso, Oseja de Sajambre yPosada de Valdeón. Son los herederos universales de los Picos de Europa”.

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