Separaciones en el museo

Al compositor francoflamenco Josquin Desprez se le conocía en el siglo XV como “el príncipe de los músicos y de la polifonía” por su capacidad para combinar voces de distinto ritmo y melodía. Recorrió la Europa renacentista, donde trabajó para las cortes de Francia, Italia y Flandes como relató Ramón Andrés en La bóveda y las voces (editorial Acantilado), un libro en el que el además de seguir el camino del prodigioso músico y su fascinante época, también busca la esencia del alma humana.

Escucho a Desprez compulsivamente después de leer Los retratos desparejados, la primera novela de Gonzalo Núñez publicada por Sr. Scott, y admiro las pinturas flamencas del siglo XV que retrataban a los matrimonios recientes en tablas diferentes formando dípticos o trípticos si entre ambos se incluía una escena religiosa. En el Museo Thyssen se conservan varios de estos retratos, aunque ahora separados, incluso ligeramente modificado su tamaño por los avatares del tiempo.

En la sala seis del museo se expone el retrato de una mujer fechado entorno a 1480 que se considera pareja del de un hombre que actualmente no está expuesto. Entraron a formar parte de la colección Thyssen-Bornemisza en diferentes años y desde procedencias distintas, por eso no es de extrañar que en la actualidad muchos de estos retratos de matrimonios en los que sonaron seguramente misas parecidas a las de Desprez, estén separados en diferentes museos o colecciones, incluso alguna de las parejas están absolutamente desaparecidas.

Esta es la fascinante premisa de Los retratos desparejados, una novela breve que, a partir de este simbólico episodio de la historia del Arte, reflexiona sobre el amor, la separación, la invención del otro o los secretos. Ambientada en el Madrid de nuestros días, el protagonista vive sosegado una nueva relación amorosa que se ve agitada con la posible llegada de una exnovia, experta en la historia de esos retratos desparejados, para ofrecer una conferencia al respecto. La sola posibilidad de volverla a encontrar y entablar con ella una conversación agita el avispero y puede modificar el rumbo de su trayectoria.

Las ideas sobre el amor, las relaciones de pareja, la verdad, la ficción o el engaño agitan también el árbol del lector y nos remueven mientras avanzamos en la novela tanto como nos invitan a querer saber un poco más de la pintura flamenca del siglo XV. Los retratos desparejados no pretende ser una lección sobre historia del arte, de hecho inventa cuadros para la conveniencia de la historia, pero respeta el espíritu de aquellas tablas y se convierte en una entretenida inmersión en el arte de ese momento, una invitación muy gustosa a visitar el museo Thyssen en busca de todos estos retratos ahora separados, pero que gozaron de vida marital.

La recomendación es la siguiente: primero se lee Los retratos desparejados, luego se permanece unos días conmocionado pensando en nuestros propios desparejamientos, después se pone uno la música de Josquin Desprez o Jacob Obrecht en los auriculares y pasea por Madrid hasta el museo Thyssen. Actualmente, además de observar en la colección permanenten todos estos retratos desparejados, también pueden ver la exposición Proust y las artes. Un plan sin fisuras.

  • Arte
  • Museo Thyssen
  • Novela
  • Libros
  • Crítica de libros
  • Escritores
  • Exposiciones

Related Posts

Load More Posts Loading...No More Posts.