Cocinar es un placer, pero si no tenemos cuidado podemos acabarnos un problema más que serio. Las intoxicaciones alimentarias son más frecuentes de lo que puede parecer, especialmente en verano, y las graves consecuencias que generan no son para tomárselo a la ligera. Muchas de las cosas que hacemos en la cocina, incluso con buena intención, acaban exponiéndonos a un riesgo incluso mayor. Por eso aquí te traemos una lista de todas las cosas a evitar preparando tu plato favorito.
¿Qué estás haciendo mal en la cocina?
Una intoxicación alimentaria puede tener consecuencias muy serias: dolor de estómago, calambres abdominales, vómitos o diarrea pueden ser muchos de sus síntomas. Y el riesgo al que nos exponemos ante las altas temperaturas es aún mayor. En este sentido resulta fundamental evitar la contaminación cruzada. Esta consiste en el paso de bacterias, microbios u otro tipo de sustancias de un alimento a otro, por contacto directo o compartir algún utensilio o superficie. Es un clásico que sufren los alérgicos, cuando incluso sin ingerir aquello a lo que su cuerpo reaccionan sufren algunas de las consecuencias porque el alimento se ha cocina en la misma sartén. Y muchas de las prácticas que realizamos pueden provocarla sin que nos demos cuenta.
Un clásico de la contaminación cruzada son las tablas de cortar. Por ejemplo el pollo es uno de los alimentos en lo que más fácilmente pueden reproducirse las bacterias, y aunque cocinado a más de 65 grados no debería haber problema salvo casos extremos, sí podemos enfermar por comer un alimento no cocinado y cortado en la misma tabla o cuchillo, por ejemplo ingredientes para una ensalada.
Otro riesgo en el que caemos incluso con buena intención es cuando limpiamos el pollo bajo el agua del grifo. Como hemos dicho cocinándolo es innecesario pasar por este trámite, pero de esta forma esparcimos por el fregadero las bacterias que pudiese tener, corriendo el riesgo de que llegue a otros alimentos o utensilios.
Y una práctica tan normal como cascar los huevos en el mismo utensilio en el que los vamos a batir también es peligrosa, pues la cáscara puede acabar contaminando el huevo en sí. Y por su puesto no debemos utilizar el tenedor con el que hemos batido para ninguna otra cosa sin antes desinfectarlo. Los huevos son otro de los alimentos más sensibles, especialmente en verano, por la proliferación de salmonela.