Cinco vocales y 22 consonantes conforman el abecedario español tal cual lo conocemos hoy en día. En total, 27 letras para armar 93.000 palabras. Sin embargo, hace tres décadas, éste contaba con 29. Hay dos que fueron eliminadas por diversos motivos: es el caso de la CH y LL.
Se trata de dígrafos, la combinación de dos grafemas que reprepresentar un sólo sonido. Por ejemplo, en el caso de la CH, se encuentran las palabras chivato, chasquido y chocolate. Mientras que la LL se emplea en lluvia, llorar y llave. Por tanto, dos letras y un fonema. Ahora bien, éste no fue el motivo principal de su retirada.
Fueron consideradas parte del alfabeto desde el siglo XVIII por su valor lingüístico: dado que sonaban diferentes al resto, decidieron clasificarlas de forma separada. De hecho, ocupaban su propio lugar en los diccionarios. ¿Qué ocurrió? Que, en el X Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española, celebrado en 1994, decidieron fulminarlas.
El primer motivo fue que buscaban simplicar y unificar el abecedario español con el latino, que únicamente incluye signos sencillos. Y el segundo fue que no las consideraban letras, sino una combinación de ellas. Por lo que, de esta forma, se evitaban confusiones en todos los países habla hispana. Asimismo, se estableció que los términos que empezasen con ellas se incorporarían a las letras C y L.
Otros casos
Como curiosidad, no son los únicos dígrafos que se hallan en el español: junto a la CH y LL, están la RR, GU y QU. Anteriormente, existían otros tantos, como la PH y el NN, que con el tiempo pasó a ser Ñ. La lengua con mayor número de dígrafos en España es el catalán, que ostenta hasta 12, entre ellos la LL, NY, SS, DZ y TZ.
Esta particularidad no es exclusiva de nuestro idioma. En inglés, por ejemplo, aunque tiene una ortografía irregular, se cosideran como tal la CH, SH, TH, NG y EE. En francés, en cambio, se dan en la AI y OU. Mientras que, en alemán, en IE y EU.