La Navidad está repleta de tradiciones y costumbres sin las cuales esta época del año perdería su magia. Montar el árbol, dejar leche y galletas a los camellos de los Reyes Magos, comer roscón el día de Reyes tras abrir los regalos… Cada detalle es importante para que estos días festivos se llenen de ilusión.
Una de estas tradiciones se lleva a cabo en la noche del 5 de enero. Todos los miembros de la familia preparan su casa para dar una calurosa bienvenida a Sus Majestades los Reyes Magos, que esa noche acuden a nuestros hogares cargados de regalos. Antes de irnos pronto a la cama para no interrumpir su trabajo, es costumbre adornar nuestra casa y obsequiarles con algún trozo de roscón, un vaso de leche y algo de agua para sus camellos. Y en estos preparativos es imprescindible, cómo no, colocar nuestros zapatos bajo el árbol de Navidad.
¿Por qué se dejan los zapatos bajo el árbol?
Uno de los posibles orígenes de esta tradición estaría ligado a la figura de Jesús de Nazaret, que debido a la austeridad que profesaba acostumbraba a andar descalzo. Según cuenta la leyenda, los niños del lugar habrían recompensado sus obras ofreciéndole un par de zapatos limpios. Los pequeños, como por arte de magia, habrían recibido regalos el día siguiente a cambio de este gesto.
Otra teoría explica la tradición de forma mucho más sencilla. Según esta otra tesis, la razón de colocar zapatos bajo el árbol de Navidad estaría simplemente en indicar a los Reyes Magos cuántas personas habitan la casa en cuestión, con el fin de facilitarles el trabajo y ayudarles a acertar en el número de regalos.
Las tres doncellas
La tradición también se ha ligado a la clásica Fiesta del Zapato, que se celebraba cada día 6 de enero durante el reinado de Felipe II. El festejo consistía en una representación de una antigua leyenda del obispo de Mira, San Nicolás Bari, que tiene a tres doncellas como protagonistas. La historia cuenta que el santo se habría compadecido de un hidalgo que intentó que sus tres hijas se prostituyesen para poder sobrevivir. San Nicolás, para salvarlas de este destino fatal, les habría otorgado tres zapatos llenos de oro.
Existe también la teoría de que el santo habría arrojado el oro por la chimenea de la vivienda de la familia. Éste habría caído sobre las calzas de las doncellas, que estaban secándose junto al fuego.