A Rayden le quedan un puñado de festivales para poner punto y aparte a su carrera musical. Está tranquilo y contento. Tomó la decisión hace bastante y, aunque de vez en cuando la seguridad flaquee, sabe que ha llegado el momento de parar. Seguirá escribiendo: canciones y libros. Algunos saldrán. Otros no. Pero estarán ahí. Porque, para él, el arte resulta tan vital como el oxígeno.