P. ¿Cómo elige sus lecturas?
R. Soy adicta a pasear por las librerías y tocar y oler los libros. Me seducen el autor, el grosor y el diseño de la portada. Cuando compré el primero de la saga de Stieg Larsson pensé que pocos comprarían un libro con una portada tan horrenda y tuvo un éxito brutal.
P. ¿Subraya, escribe en los márgenes?
R. No me atrevo ni a doblar una página. Hago fotos de aquellas citas que me gustan. Por ejemplo ‘Allá en el fondo, todas las palabras que dijimos y de las cuales ya no guardamos recuerdo, duermen bajo las aguas. Duermen aquellas que no supimos decir y esperan su turno para salir a flote’. Es de Duermen bajo las aguas, de Carmen Kurtz. Cayó en mis manos con 22 años y lo he releído mucho.
P. ¿Un título médico?
R. En la piel del paciente, del doctor Salvador Esquena. Habla de las virtudes más comunes de la práctica médica: la honestidad y la decencia. Admiro su valor al haber puesto negro sobre blanco los errores de un colectivo al que todos acabamos acudiendo a lo largo de nuestra vida.
P. ¿Anécdotas al leer?
R. Voy editando en mi cabeza. Cambiaría el orden de las frases, los puntuaría diferente. No acabé El perfume de Patrick Süskind por media docena de páginas. También Patricia Highsmith me ha resultado excesivamente inquietante en alguna obra y no la he podido acabar.
P. ¿Lecturas recientes?
R. La grieta del silencio, de Javier Castillo, un thriller. El personaje femenino tiene todo lo que me gusta: inteligencia, fortaleza, sagacidad, rapidez, agilidad, fragilidad, independencia, un refugio en su madre y muchos secretos guardados que le hacen de motor en su búsqueda de la verdad. Y leídos de un tirón tres de los cuatro libros de Rafael Tarradas Bultó, con los que disfruto enormemente al relacionar familias, espacios y hechos que no me son desconocidos. Estoy al día con los autores nórdicos y con Dolores Redondo y Eva García Sáenz de Urturi.
