Pequeño tratado personal de mitología clásica

No hay día sin su estafa o su estafeta literaria (nueva estafeta en su segunda etapa). Te la cuelan cuando menos te lo esperas, te la meten doblada con vaselina acrítica, te dan el cambiazo en la mesa improvisada de los trileros: una caja de cartón, una mano fast and furious y tres o cuatro palmeros subiéndose a la palma. Pero el que palma al final es quien paga y lee y se queda con un palmo de narices.

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