Habrá quien piense que Disney no es la compañía más apropiada desde la que levantar una serie sobre los Troubles, el conflicto que entre los sesenta y noventa enfrentó en Irlanda del Norte a unionistas protestantes y republicanos católicos. Pero esa persona no debe haber visto un solo capítulo de No digas nada (Disney+, jueves, día 14), adaptación del premiado libro de no ficción de Patrick Radden Keefe de 2018 que cuenta con el propio autor como productor ejecutivo. El showrunner Josh Zetumer se sirve de códigos del thriller para ahondar sin miedo, con ambigüedad moral, en las complejidades de aquella guerra y también del proceso posterior a la firma de los Acuerdos del Viernes Santo.
Todo arranca con el tristemente famoso secuestro de Jean McConville, madre soltera de diez hijos, a manos de un grupo del IRA que la acusa de ser informante británica. Otra mujer que realmente existió, Dolours Price (de joven Lola Petticrew, de más adulta Maxine Peake), se presenta pronto como narradora y centro de la acción. Nos habla sobre lo que significó crecer con unos padres del IRA y creyendo en la no violencia. También vemos cómo ella y su hermana Marian (Hazel Doupe) acaban sumándose a la causa paramilitar tras sufrir la emboscada del puente de Burntollet, en la que una marcha por los derechos civiles fue violentamente saboteada por cientos de lealistas.
Decidida a involucrar a las mujeres en la acción bélica, Dolours acaba codeándose con el núcleo del IRA Provisional, en el que encontramos a figuras reales como el respetado guerrillero Brendan The Dark Hughes (Anthony Boyle) y su comandante Gerry Adams (Josh Finan, de Liverpool, pero con acento perfecto), el presidente del Sinn Féin entre 1983 y 2018, quien todavía niega que perteneciera al IRA, como indica un rótulo al final del primer capítulo, pero que según las investigaciones de Keefe podría haber sido el cerebro de la operación que acabó con la vida de McConville.
Como en la realidad, Price repasa sus recuerdos para el llamado Belfast Project, la historia oral de los paramilitares republicanos y realistas archivada en el Boston College de Massachusetts. Ya al final del primer episodio, la épica se tiñe de remordimiento. ‘Te enseñaban que estabas luchando en nombre del pueblo. Que toda la comunidad te respaldaba’, dice Dolours, para añadir poco después: ‘Era todo mentira’.
La música del lenguaje
Habrá quien piense también que un creador norirlandés, en lugar de estadounidense, habría sido más apropiado para este proyecto. Pero Zetumer estaba familiarizado con la temática del terrorismo: firmó el guion de Día de patriotas, la película con Mark Wahlberg sobre el atentado de la maratón de Boston de 2013. Y aquí se ha marcado un trabajo minuciosamente investigado, incluso en detalles como el slang de Belfast. ‘Tenía que sonar auténtico’, ha dicho Keefe (también estadounidense, por cierto) en The Guardian, ‘incluso aunque eso supusiera que debiera verse con subtítulos. Tienes que oír la verdadera música del lenguaje’.
Zetumer ha contado, además, con el apoyo del director norirlandés Michael Lennox, que de nuevo aborda los Troubles tras la muy distinta, pero igualmente brillante, Derry Girls, comedia en la que el conflicto era casi un runrún al fondo para un grupo de chicas adolescentes más preocupadas (muy preocupadas, de hecho) por las cosas de su edad.
No digas nada parece un brusco cambio de sentido para Lennox, pero en realidad tiene el mismo gran ritmo, la misma vitalidad, y por momentos, incluso se respira buen humor. En su empeño por no distinguir entre buenos y malos, sus autores hacen de los terroristas personajes humanos, llenos de matices, sin que eso signifique que, llegadas sus peores acciones, se intente rebajar el horror de lo que hicieron; más bien al contrario. Las mejores obras de arte evitan las respuestas fáciles e invitan, sobre todo, a hacerse nuevas preguntas.