Son tan gordas las cosas que dice Miguel Bosé, y es tan suculento recrearse en ellas, y en su histriónico modo de decirlas (como, la otra noche, en el ‘Equipo de investigación’, de La Sexta), que ha pasado extrañamente inadvertido su casi-anuncio, el pasado viernes en Instagram, de que volverá a los escenarios el año que viene. “Se acerca algo importante”, “Espéralo muy pronto, 2025”, advierte el breve video, con imágenes de un concierto en el que se le ve cantando su clásico ‘Bandido’ entre multitudes.
Venimos del Bosé negacionista y anti-vacunas, perfil animado en las últimas semanas por sus tesis (por llamarlas de algún modo) sobre la DANA, una tragedia que causaron a conciencia, a su parecer, “una panda de delincuentes malnacidos” (declaración escrita en mayúsculas, que equivale a estar gritando). Hace unos años habría pensado que descarrilar de este modo acaba con la carrera de cualquiera. Pero, en estos momentos, es difícil prever cómo puede responder el público a una gira de Miguel Bosé, siete años después de la anterior, cuando todavía no se había metido en esa clase de jardines. La prensa mexicana da por hecho que el ‘tour’ comenzará en su país, donde tiene tantos fans o más que en España (en 2017 fueron tres noches en el Auditorio Nacional de la capital, 30.000 asistentes, y un concierto gratuito en el Zócalo, con 85.000).
Pero, por muy locas e irresponsables que nos parezcan las cosas que diga Miguel Bosé, y aunque los vientos inviten al derribo integral del personaje, la suya es una carrera musical de la que es posible hablar en términos respetables. Aunque se le pueda asociar a la comercialidad pura y dura, y quizá para compensar se haya puesto a veces un poco pretencioso, hay que decir que ha arriesgado muchas veces con enfoques y producciones avanzadas para el ‘mainstream’ español, inyectándole vanguardia y sofisticación (discos como ‘Laberinto’, 1995, ‘Velvetina’, 2005, o ‘Cardio’, 2010). Sabe lo que es caer (repetidamente) y volver a levantarse. Y la operación ‘Papito’ (2007) dejó constancia de su catálogo de ‘hits’ transgeneracionales.
¿Tendrá voz el Bosé de 2025? Esa es una reserva razonable, aunque hoy la tecnología hace maravillas. Más intrigante si cabe es si retomará la conexión con el gran público, siendo una figura que, desde 2020, ronda la cancelación (extramusical). Quizá haya morbo por asistir a sus conciertos. Una dura prueba, en fin, para el principio de separar al artista y al personaje, la figura pública y su obra. Ganas de ver qué pasa.