Angela Merkel ha escrito recientemente sus memorias, en las que se incluyen fogonazos de buena parte de su trayectoria profesional. En una parte de ella, se enmarca su periodo al frente de Alemania desde 2005 hasta 2021. Con motivo de este lanzamiento, ha concedido una entrevista al medio The Times, en la que ha contado, entre otras anécdotas, la del día en el que tuvo un rifirrafe con Vladímir Putin, el presidente de Rusia.
La ex canciller ha elaborado, junto a su asesora Beate Baumann el libro titulado Libertad (Freiheit en el original), en alusión al valor que para ella ha vertebrado buena parte de su reflexión política. La obra, de casi 700 páginas de extensión, se publicará este próximo martes, pero el diario italiano La Repubblica ha avanzado parte del contenido.
Cuando Merkel sufrió el pánico a causa del perro de Putin
La política que fue la presidenta alemana, Angela Merkel, ha evocado la ocasión en la que su homólogo ruso, Vladímir Putin, trató de asustarla al soltar en plena reunión a su mascota. ‘Desde la primera vez que lo encontré como canciller, en enero del 2006, él sabía que yo tenía miedo de los perros’, contextualiza Merkel.
Según cuenta, su equipo le había comunicado a los asistentes de Putin su deseo de que no hubiera ninguno de estos animales en los encuentros entre ambos. Su fobia se remonta a que en 1995, en la región alemana de Uckermark, le había mordido uno. Pero aquel día, para ella, Putin ‘mostró al público, a otro nivel, cómo pretendía mandar señales’, opina.
‘En 2006, en Moscú, había respetado nuestra petición aunque no se privó de una pequeña maldad: de hecho, me llevó un regalo especial, un gran perro de peluche y, al entregármelo, aseguró que ese no mordía’, recuerda Merkel. Sin embargo, al año siguiente, la ex canciller tuvo un encuentro no deseado con el labrador negro del presidente ruso, Connie, durante una visita oficial a su residencia en Sochi. Putin solía tenerlo a su alrededor cuando se veía con políticos y diplomáticos extranjeros.
‘Mientras Putin y yo posábamos para los fotógrafos sentados en los sillones antes de la reunión, traté de ignorar al animal, aunque deambulaba a mi alrededor. La expresión de Putin decía claramente (al menos a mí) que encontraba divertida la situación’, resalta sobre el episodio, que para ella fue muy desagradable. Merkel sostiene que para el mandatario ruso, esta actuación formaba parte de una señal, que se unía a la costumbre del ruso de siempre ‘hacer esperar a los demás. ‘Todo esto puede parecer infantil, reprensible, pero eso ha hecho que Rusia no desaparezca del mapa’, reflexiona.
Sobre aquel día, aún se cuestiona: ‘¿Quería simplemente ver cómo reacciona una persona en apuros? ¿Era una pequeña demostración de poder? Yo solo pensé en no perder la calma, concentrarme en los fotógrafos, pasará. Cuando terminé la reunión, no traté el tema con Putin y me limité, como hago a menudo, a la regla de la aristocracia inglesa: ‘nunca explicar, nunca quejarse», ha narrado Merkel. Su obra llegará a las librerías este martes.