Que Los Secretos toquen en el WiZink Center de Madrid (pronto Movistar Arena) cerca del fin de año tiene sobre todo algo de tradición, de rebobinar y empezar desde el presente-futuro. Este 27 de diciembre, el grupo, con Álvaro Urquijo a la voz, tiene nueva cita en el histórico recinto de la capital con la gira Caminando sobre el tiempo. A la hora de la llamada, Álvaro se encuentra con todos los preparativos del show. “Todo bien”, comenta. Se relaja estos días de reuniones navideñas, intentando no comer mucho y haciendo vida tranquila, descansando un poco la voz. Ha estado ensayando y haciendo esas cosas de “señor mayor que se tiene que cuidar”.
Rewind. 18 de diciembre de 2009. Álvaro Urquijo se dirigía al público desde el escenario del entonces llamado Palacio de los Deportes de Madrid: “Nosotros siempre volvemos, porque… nuestro amor es apasionado, como dice la canción”. Era momento de ranchera, la ocasión lo merecía: después de casi tres décadas de carrera, Los Secretos celebraban su primera actuación propia en este pabellón. Álvaro lo recuerda bien porque se rompió la mano al día siguiente: ‘Estuve un año entero de operaciones’, cuenta a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA. “Después del concierto, al día siguiente, mi hija terminaba el colegio. Hubo una helada tremenda y me resbalé saliendo de mi casa. Me caí por no soltar a mi hija y por tener las llaves del coche en la otra mano. El caso es que me rompí la muñeca. Me la operaron fatal y tres veces en ese año tuve operaciones y rehabilitación. En octubre del 2010 me operé por definitiva vez”, continúa.
En realidad, Los Secretos ya se habían estrenado (con Enrique Urquijo) en el recinto madrileño el 21 de febrero de 1992, durante el concierto benéfico contra el terrorismo, compartiendo cartel con Greta y Los Garbo, Los Elegantes, Antonio Vega, Los Inhumanos… “Y yo creo que incluso antes, en 1982, cuando en el mundial de fútbol”, resalta Álvaro Urquijo. Menciona que hicieron un concierto con Nacha Pop y con otros grupos más allí, en el Palacio de los Deportes, o Palacio de los Rebotes, como le llamaban (por la acústica). ‘Ahora la tecnología te permite hacer virguerías; hay procesadores con los que tú puedes dirigir cada bafle hacia un sitio y a cada uno para aplicarle un retardo en el tiempo para que suenen todos al unísono. El WiZink Center no es el sitio perfecto (por el sonido), pero sí el formato ideal para ciertos finales de gira, celebraciones de aniversarios o grupos que vienen a tocar ante los miles de personas que pueden’.
Razona el entrevistado que hay dos opciones para llegar hasta este escenario (o no) en el año. La opción A –explica– es hacer conciertos por la Comunidad de Madrid durante ese tiempo y no hacer el WiZink. O la opción B, no hacer ningún recital a cien kilómetros de Madrid y tocar en dicha ubicación. Álvaro prefiere lo primero, es decir: tocar en municipios, en salas, en teatros, en toda la zona.
Las razones del corazón
El 17 de noviembre de 2017, Los Secretos actuaron junto a algunos amigos para homenajear a Enrique Urquijo con el concierto Desde que no nos vemos en el WiZink. Cantaron Andrés Suárez, Amaral, Alejo Stivel, Miguel Ríos, Rozalén, Manolo García, Mikel Erentxun, Coque Malla, David Summers… “Mi actuación fue muy especial y muy emotiva”, empieza contando Summers a este diario. Él se encargó de interpretar Ojos de perdida. “Venía del disco que hicimos en homenaje a Enrique [en el 2000], A tu lado, el primero recordando sus canciones. Un disco precioso en el que tuve la oportunidad de participar”. En aquel listado, la colaboración de David cerraba el homenaje después de Manolo Tena con Buena chica.
El vocalista de Hombres G ha cantado Ojos de perdida en otras ocasiones también, como en la del 10 de octubre de 2008 en la Plaza de Toros de Las Ventas en el 30 aniversario de Los Secretos. ‘Era la canción favorita de la que era mi mujer, de Marta. Ella me pidió que la cantara. Al interpretarla en el disco (A tu lado) me di cuenta de que era un tema que yo podía hacer mío completamente; la versión que yo hago parece una canción de los Hombres G’. ‘Joaquín Sabina nos dijo una vez: ‘Vosotros sois más modernos que los modernos, porque tenéis huevos para hacer una canción country en el 83, o canciones pop con guitarras de doce cuerdas cuando todo el mundo hacía punk’”, interviene Álvaro citando a Sabina al hilo de lo dicho por David.
Ellos escuchaban cosas como The Eagles, Tom Petty, Silvio Rodríguez o Pablo Milanés. Ese eclecticismo, según Urquijo, dejó a Los Secretos fuera de lugar muchas veces, pero también influyó a otros. ‘Lo he hablado con David Summers: tú eres un chaval que está en el colegio y te encanta tocar la guitarra, pero nadie te echa una mano, ni en el colegio te dejan ensayar para el fin de año en una salita que tienen para los de ballet y para los de judo. Las únicas referencias que teníamos eran Tequila o Burning. Fue un camino largo, muchas veces difícil, pero siempre basado en la música”. ‘Entre los artistas hay cierta rivalidad pero también mucho compañerismo’, completa David.
Relevo generacional
Txetxu Altube, guitarra de Los Secretos, se estrenó en el WiZink Center en el citado homenaje a Enrique Urquijo (Desde que no nos vemos). ‘Es el sitio más emblemático de Madrid’, aporta Txetxu, que cantó con Los Secretos Volver a ser un niño. “Tocar con la banda más legendaria de Madrid (por trayectoria, por canciones y por tantas cosas) es un sueño’. Dice Altube que nunca había visto al grupo en directo en el WiZink antes de tocar con ellos. De hecho, lamenta haberse perdido el concierto 360 de la gira Una vida a tu lado, celebrado el 6 de julio de 2018.
‘Por lo visto fue un concierto muy especial”. “Para desarrollar tu carrera, llegar a la gente, ganar el sustento de un montón de familias, tenemos un año entero en el que podemos hacer 60 ó 70 conciertos de toda índole: desde un sitio pequeño para el trío acústico, pasando por una gira de teatros o un musical”, retoma Álvaro. “Siempre que hacemos el WiZink es un acto de agradecimiento hacia el público. Aquí no vamos a hacer caja, vamos a intentar hacerlo lo más sofisticadamente posible: llevar unas pantallas especiales, hacer un 360 e invitar a Jackson Browne, Ron Sexsmith y Lou Marini a cantar con nosotros (Albert Hammond no pudo venir porque tuvo una gripe tremenda)… Ese tipo de cosas las hacemos como regalo al público, como un acto de agradecimiento y como un final de gira’.
Álvaro Urquijo no va a pedir que alguien pague una entrada para que vea lo mismo que tres meses antes en Salamanca. Este año en concreto han tenido la experiencia inesperada de un musical que en un principio trabajaron para que fuera un estreno de un día. Pero luego fueron dos, y después seis en más en Madrid. Llevan ya 37 galas del musical en un año y vaticina que el próximo lo terminarán con otros 20 ó 15 más. ‘Con eso superamos cualquier expectativa. Fue un proyecto (con la dirección de Víctor Conde) totalmente novedoso para nosotros, sobre todo porque es un formato donde el propio grupo cuenta su vida desde el presente hasta el principio”. Al respecto, detalla que cuando la gente le hace preguntas, suelen ser sobre lo que pasó hace 40 años: cómo murió su hermano, qué pasó en los años 80, o qué hacían cuando la movida tuvo su pico más alto.
‘Pero, curiosamente, en ese momento nosotros estábamos de luto porque habíamos perdido a nuestro segundo batería (Pedro Antonio Díaz), y estuvimos en dique seco entre el 84 y el 86”. Mientras tanto, grupos como Gabinete Caligari o Radio Futura sacaban sus mejores discos. Hasta el 89, Los Secretos –tal y como relata Álvaro Urquijo– no empezaron a asomar la cabeza de nuevo, aunque siempre tuvieron el favor del público. Pero el no tener presencia en los medios ni en la radio ni en la televisión en aquellos años, jugó en su contra. ‘Cuando empezamos, las discográficas no sabían qué hacer con nosotros. No había un plan A ni un plan B para los grupos. Déjame tuvo mucha difusión en su momento, pero de ventas y éxito, muy poco. Vendimos 12.000 copias, y yo estaba contento. Ni entonces ni después fuimos un estandarte de nada, simplemente estuvimos ahí haciendo nuestras canciones, intentando superar acontecimientos, problemas que a veces eran culpa nuestra por inexperiencia, pero siempre con la música como base’.
Esa falta de presencia en los años más duros marcó a Los Secretos. Sin embargo, el tiempo y la perseverancia les dieron continuidad. Cada vez que parecía que habían tocado fondo, siempre había una sala, un manager o alguien que requería del grupo. Eso –mantiene Álvaro– mantuvo vivos a Los Secretos hasta el día de hoy. ‘Cuando tocamos en Madrid o en sitios importantes, intentamos que la gente sienta que lo que ha pagado y el tiempo que dedica a venir valen la pena”.
De vuelta al homenaje Desde que no nos vemos, no solo Txetxu Altube fue agraciado con la exposición ante un público mayor haciendo suyas las canciones de Los Secretos. El repertorio se dividió en dos actos. Para empezar, Rafa Higueras, Casa Rusa, Dani Flaco, Rebeca Jiménez, Jorge Marazu, Vicky Gastelo y Juanma del Olmo (Los Elegantes) con Luis Martín (Los Ronaldos) rindieron pleitesía al cancionero de Enrique Urquijo y Los Secretos con The Jazzville Band. ‘Para mí fue algo muy especial porque muchas de las razones por las que hoy me dedico a esto tienen que ver con la obra de Enrique», reconoce el compositor Jorge Marazu. Si le impone cantar en el Wizink, desde luego asegura que no es un lugar que se parezca mucho a lo que él está acostumbrado.
Prosigue Marazu: ‘Pero la noche fue increíble. Uno siente la gratitud y el cariño que todo el mundo le tiene aún a Enrique’. ‘A nosotros nos honra muchísimo que gente tan talentosa, por muy joven que sea o no y aunque no sea de nuestra generación, hayan seguido un hilo muy parecido al nuestro. A Marazu le felicité cuando cantó (con Tony Brunet) Ojos de gata en el homenaje Han llovido de 15 años. Lo hizo muy bonito’, alaba Álvaro Urquijo.
Cuánto pesa una canción
En el concierto del 18 de diciembre de 2009, el grupo encargado de abrir la noche fue Mamá. Cuando aparecen en la conversación, Álvaro Urquijo menciona el “volumen de canciones de alta calidad” tanto de Los Secretos, Nacha Pop y Mamá, entre otros. “La suficiente cantidad como para tener una carrera digna”. No sabe Álvaro qué tecla fue la que José María Granados y Mamá pisaron mal. Su hermano Enrique era un enamorado de las canciones de José María y nunca entendieron por qué no tuvieron una repercusión mayor: “Tocaban y cantaban bien, hacían coros, eran como un grupo hermano. Cuando Enrique veía que no tenían la repercusión que se merecían, metíamos una canción, como Callejear, Nada más, Margarita…’ Echa cuentas Urquijo; igual son siete u ocho temas de Granados en los discos de Los Secretos. Le parece que hacer versiones es algo maravilloso; interpretar la música de otros con su propia personalidad, pero también apostar por la canción en sí. ‘José María ha hecho trabajos posteriores en solitario con canciones memorables. Participamos hace poco en un disco de homenaje (Ya está aquí) y las canciones eran temazos que podrían ser un éxito más notorio’.
Marazu opina que la importancia de un músico o un artista no radica en la repercusión que tenga. El éxito le resulta un concepto distorsionado.’Es precioso tener éxito haciendo lo que a uno le gusta, pudiendo expresarse. Debe ser muy duro tener éxito teniendo que ceñirte a unas leyes de mercado que se alejan de tu inquietud o que condicionan tu obra desde la base más primitiva de la creación. El escenario es un lugar sagrado, independientemente de las dimensiones que tenga’. Si le preguntaran, Txetxu Altube dirá que sigue soñando, volviéndose vulgar al bajarse de cada escenario después de un concierto de Los Secretos.
Las canciones y la longevidad de una banda pesa sobre el tamaño del recinto en el que se actúe. Ya lo ha subrayado Marazu. Y Álvaro Urquijo asegura que el ego lo tiene en su sitio. Se proclama como una persona que hace canciones, toca la guitarra y se expresa cantando. Da gracias al público, porque gracias a él sigue aquí después de 45 años. Cuando Urquijo se baja de cada escenario, es uno más, no se siente distinto ni especial, ya sea en el WiZink Center o en Ciudad Real. Pero volverá a subirse, porque tiene un amor apasionado.