Los Azcona, la saga de cinco hermanos que jugaron en el Real Madrid: ‘Cumplimos el sueño de nuestro padre’

El fútbol ha cambiado tanto en la última década como en el resto de su historia centenaria. Las canteras son un fiel reflejo de ello. Los alevines tienen agentes y hay fichajes de jugadores que tienen todavía lejos la mayoría de edad. La formación y la base como cadena de transmisión del entorno se mantiene en entidades más pequeñas, pero no en gigantes como en el Real Madrid. Sin embargo, hubo una vez, en los años 80, que cinco hermanos, Leo, Ricardo, Marcos, Toño y Roberto; jugaron en la cantera del equipo blanco. Cumplieron el sueño de su padre, Leonardo Azcona Sainz, arquitecto, ‘pero quien quería cumplir el sueño que él no pudo lograr: que sus hijos fuesen futbolistas’.

El gol para la historia en la huelga de 1984 de la Liga

Cuenta tan singular historia a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA el mayor de la saga, Leonardo, como su padre, quien tuvo una carrera más prolífica. Llegó a ascender a Primera División con el Real Burgos en 1990, una categoría en la que debutó del modo más insólito. Fue uno de los juveniles que hicieron el papel de profesionales debido a la huelga que se produjo en la segunda jornada de temporada 1984/1985. Hace cuatro décadas las reivindicaciones eran bien diferentes a las de ahora, cuando el paro vuelve a estar sobre la mesa de las acciones a tomar por el exceso de minutos.

La huelga de 1984 fue ampliamente secundada, pero los equipos quisieron seguir adelante con el campeonato. Azcona, que por aquel entonces militaba en la cantera del Real Madrid, jugó en el Molinón en un partido de excepción. Su único duelo con la camiseta del primer equipo blanco al que llegó siendo un niño. ‘El Sporting siempre ha tenido una gran cantera. Se adelantaron en el marcador con un gol de Eloy Olaya -uno de los dos titulares ese día que ya habían debutado con el primer equipo-, que estaba haciendo la mili. Marcó el 1-0 y luego yo tuve la suerte de empatar con un churro’, cuenta con cariño.

La historia de los Azcona está recogida en un documental que hizo la única mujer de seis hermanos, Sara, quien además de estar relacionada con el mundo del cine, llegó a jugar en Las Rozas. Balón por aquí y por allá. En la pieza audiovisual se narra cómo los cinco elegidos por el Real Madrid ponían dos sillas como porterías y echaban la tarde entre goles. Azcona siempre fue sinónimo de jugador ofensivo y luchador. La situación de excepción de estar los cinco a la vez en las categorías inferiores de la entidad madridista hizo que fuesen protagonistas de reportajes y entrevistas. Después, la vida les llevó por diferentes derroteros como la ingeniería, la publicidad o la psicología, profesión, esta última, a la que se dedica Leonardo.

Del Torneo Social al juvenil para el camino de las cesiones

‘Mi trabajo es maravilloso. No puedo estar más agradecido en la vida que me haya permitido este desempeño. Me realiza cada día ser psicólogo. Pertenezco a la escuela humanista y ya siendo futbolista había estudiado psicopedagogía’, cuenta un delantero que siempre tuvo claro que había que buscar una segunda opción detrás de la portería. Eran otros tiempos y las lesiones como las que él sufrió no tenían un tratamiento tan eficaz como ahora. Con todo, el fútbol le permitió al Azcona senior una treintena de goles en el fútbol de plata. Algo que no puede decir cualquiera.

La historia de este apellido con el Real Madrid empezó del siguiente modo: ‘Entramos a través del Torneo Sociodeportivo, para el que no necesitabas estar federado. Es una competición interna en la que el Real Madrid tenía sus entrenadores para ver qué jugadores destacan. Se jugaba los sábados y domingos. Si destacabas, te llevaban a entrenar a la Ciudad Deportiva que estaba en Chamartín y ya te ejercitabas todos los días con tu licencia’, cuenta Leonardo sobre las antiguas instalaciones que estaban en el Paseo de la Castellana y que desaparecieron en el verano de 2004.

Recorte de prensa de un partido de Leonardo Azcona cuando jugaba en el Mollerussa. / CEDIDA

Cada hermano siguió un camino distinto con el juvenil como meta final. A partir de ahí empezaba el terreno de las cesiones a equipos de la zona o regiones cercanas. Como ahora, donde el Castilla sigue siendo el techo a partir del cual se produce un semillero de itinerarios. Claro es, con un negocio más lucrativo, como se ha demostrado este verano. Pero para los Azcona ese recorrido, aunque no fuera en los niveles esperados, resultó provechoso. ‘Después de llegar a la edad juvenil podías pasar al Real Madrid de Tercera o continuabas al Castilla. Aunque lo normal era que te enviasen al Tomelloso, Ciempozuelos, Puertollano… Cuando eras joven, mientras estudiabas, ese dinero venía muy bien’, recuerda Leonardo.

Viajes en tren y distintas salidas del Real Madrid

Tan duro era entrar como el portazo que recibían -y todavía hoy reciben- los que son rechazados por el embudo estrechísimo que es el Real Madrid. ‘Lo difícil es convencer al chico de que salir del Real Madrid no es un fracaso, sino que se trata de una piedra en el camino. Son muy pocos los jugadores que como Nacho, Carvajal o Casillas se pasan toda la vida en el club. Como representantes debemos asesorarles y decirles que el regreso es posible en el futuro’, reflexionaba en conversación con este diario Álvaro Zazo, ahora agente de futbolistas -entre sus jugadores está otra saga como los Zidane-. También soportó el golpe de quedarse fuera de equipo madridista.

Entre los Azcona hubo diferentes causas para salir de la entidad: un viaje a EEUU, una carta firmada para la salida de un entrenador, un día en el que no se llegó a tiempo por exceso de sueño, pretemporadas sin recompensa… Y mucho esfuerzo. Porque las carreras de los jugadores se suelen interpretar solo con la parte senior, cuando la realidad es que los Azcona, y tantos niños a su edad, se pasaban la vida en el tren desde Torrelodones y trabajando después del colegio en un campo de fútbol.

"Mejor partido" de Leonardo Azcona con el Real Madrid Castilla en la temporada 1984/1985. / CEDIDA

‘Nuestro padre nos proyectó siempre el deporte. Él era arquitecto, pero siempre quiso ser futbolista. El cartel que tenía por aquel entonces ser jugador era importante. Había ido al Bernabéu con su padre y por eso tuvo ese proyecto con nosotros, más allá de los estudios’, cuenta Leonardo con la sensación del deber cumplido en una época en la que las diferencias entre los futbolistas eran mayores. Donde había perfiles movidos por el talento como Del Bosque que tenía acompañantes a otros que eran más físicos. Más limitados físicamente, pero que compensaban y daban equilibrio a los equipos.

Las rotondas luminosas de un inventor de 83 años

Tantos años en la base del Real Madrid llevó a los cinco hermanos a ‘hacer renuncias y cumplir con exigencias muy grandes’, aunque también les ‘curtió’ como personas. ‘Las pretemporadas las empezábamos en julio o agosto, cuando todos los amigos estaban por ahí. Se te ponían los dientes largos. Después, los fines de semana no podías hacer nada porque tenías partido. Si no te ibas ya desde el viernes concentrado’, recuerda el exfutbolista y ahora psicólogo. Por eso recuerda con tanto cariño aquel encuentro del Molinón que fue la culminación de un sueño familiar.

‘Sabiendo la labor que hicieron los compañeros en la huelga… Pero yo era un chavalín. Al igual que Losada, Clemente, Salmerón, que también formaban parte de aquella generación. Aunque imagino que si nos hubiéramos negado nos habrían obligado a jugar’, razona el exariete del Rayo, Mollerussa, Castilla, Real Burgos o Valdepeñas, donde se retiró sin haber llegado a la treintena por culpa de las lesiones.

Fotografías del archivo familiar de los Azcona, con Leonardo como protagonista. / CEDIDA

¿Fue mucho o poco tiempo? Muchísimo, a tenor de las decenas de recortes compartidos con este diario del archivo de una familia que acompañó siempre a sus jugadores. Si se marca un gol, el Azcona de turno tenía siempre con quien compartir su alegría. Que nunca fue mayor que la de Leonardo Azcona Sainz, quien a los 83 años inventó un ingenioso sistema de rotondas luminosas. Su mente nunca dejó de maquinar, ‘hasta el minuto 90’. Solo se ponía en blanco para animar a sus hijos, una estirpe irrepetible de españoles y madrileños en el Real Madrid que cumplió el sueño de su padre, y, de paso, los propios y de cualquier niño amante de la redonda.

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