P. ¿Con quién comienza a leer?
R. Con mi madre. Es lectora de poesía y, además, escribe poemas. Ella me regalaba todos los cuentos de Dudley Randall, y después de leer eso ya nunca dejas de leer.
P. ¿Un libro especial para niños?
R. El diablo de los números, un cuento de Hans Magnus Enzensberger que enseña no solo a comprender las matemáticas, también a disfrutarlas. Un diablo se lo cuenta a un niño a través de doce sueños.
P. ¿Uno para adolescentes?
R. El elemento, de Ken Robinson, un gurú en el desarrollo del potencial humano. Te explica bien cómo encontrar tu pasión. Dice que has de descubrir un elemento capaz de proporcionarte la base para una vida feliz, porque se trata de elegir lo que te apasiona y se te da bien.
P. ¿Un buen libro de magia?
R. Notas de un compañero de viaje, del mentalista inglés Derren Brown. Describe la creación de su último show y las experiencias que vive cada día en el escenario. Para quien le interese la magia es un gran libro.
P. ¿Una novela?
R. Estuve en Lanzarote, en casa de Pilar del Río, la viuda de Saramago, y leí el discurso que él dio cuando le concedieron el Premio Nobel y me pareció extraordinario. A partir de eso me ha interesado mucho este autor, por cómo cuenta todo y por el sentido del humor que encierra su escritura. En él se juntan ingenio y lucidez. Ensayo sobre la ceguera me parece sublime.
P. ¿Un ensayo?
R. El monje que vendió su Ferrari, de Robin Sharma. Tengo una vida muy intensa, no paro, y leer ese libro me tranquilizó, me hizo reflexionar acerca de tomarme todo con algo más de tranquilidad. Aunque no sé si lo logro.
P. ¿A qué horas lee?
R. Suelo leer por la noche. Me relaja. Hay estudios sobre eso, los dispositivos electrónicos excitan, los libros no.
P. ¿Un título que le haya ayudado en su trabajo?
R. Los cinco puntos mágicos, de Juan Tamariz, que habla de la comunicación de la magia a través de los cinco sentidos. Habla de los hilos imaginarios que salen de los ojos, conectan con el público y has de mantenerlos tensos.