Al caer la noche, los farolillos chinos se encienden para alumbrar los estrechos callejeros de la calle antigua de Jinli, un área situada al lado del Templo Wuhou en Chengdú, capital de Sichuan. Una especie de “casco antiguo” en el que los edificios, de no más de dos plantas, construidos con madera y decorados con elementos tradicionales chinos acercan al viajero al más puro estilo de vida de los ciudadanos chinos. Atravesando cualquiera de las puertas de acceso al recinto, nos sumergimos en una auténtica experiencia sensorial. El destello rojizo de las ‘linternas chinas’ iluminadas se mezcla con las estridentes luces que salen de cada una de las pequeñas tiendas con carteles escritos en chino, que invitan a turistas y locales a visitar y comprar recuerdos, y con el envolvente olor a comida que emana de los puestecillos situados a cada uno de los lados de las calles.
A cada paso que dan los transeúntes, algún vendedor les ofrece degustar alguna delicia típica del país, adentrarse en su pequeña tienda a conocer su obras de artesanía o sumergirse en la vorágine de productos típicos de China.
Interior de una de las tiendas de productos chinos en Jinli Ancient Street. / Cristina Andrade
En el corazón de la Jinli Ancient Street encontramos el Opera House, un pabellón de madera que sirve como escenario para representar escenas clásicas de la aclamada Ópera de Sichuan. De manera gratuita, cada tarde se puede disfrutar de múltiples espectáculos, como los Títeres de Sombras, una función de marionetas muy popular en la región. En cada uno de los rincones de Jinli hay gente caminando, el recinto está casi siempre abarrotado, sobre todo los fines de semana y festivos nacionales. En su mayoría se avistan ciudadanos nacionales, pues el gigante asiático lleva tiempo ya experimentando un enorme crecimiento de su turismo local por encima del internacional. Sus arterias integran a la perfección la arquitectura tradicional de sus edificios con elementos modernos, tiendas, cafés y restaurantes para todos los gustos. Por haber hay hasta un Starbucks.
Un camino de farolillos nos lleva a cruzar el pequeño puente que atraviesa un riachuelo y desde el que se accede a otra de las concurridas plazas de este recinto. El ambiente de las terrazas está impregnado de música y de locales de gastronomía locales, aunque los verdaderos protagonistas son los enormes ventiladores que dan cobijo en los días de calor a los grupos que buscan un poco de frescor nocturno. Mientras se toman un refrigerio, saborean algunos de los platos tradicionales de la región o gozan de una distendida charla, familias, parejas y grupos de amigos disfrutan de una tranquila velada mientras por el escenario, hacia donde miran las mesas, van desfilando a lo largo de la jornada diferentes artistas para interpretar danzas populares o entretener a los espectadores.
Opera House, el pabellón de madera que sirve como escenario para representar escenas clásicas de la Ópera de Sichuan. / Cristina Andrade
Una de las exhibiciones más famosas y que causa mayor fascinación entre los asistentes es la de los cambios de vestuario y máscaras, conocida como bian lian. Durante la función los actores cambian en un abrir y cerrar de ojos su cara de manera misteriosa, ante el asombro y la curiosidad de todos los presentes. Por otro lado, también se distingue una gran afluencia en el interior de los locales, muchos de ellos restaurantes y otras muchas casas de té, donde probar relajadamente diversas infusiones chinas.
‘Cien platos, cien sabores’
Aunque puede resultar una sorpresa para muchos, China es el país con la comida más picante del mundo y, la cocina de Sichuan, una de las ocho escuelas gastronómicas principales de China. El arte culinario de esta región se caracteriza por el uso de variadas especias y sobre todo por su sabor picante, que hacen de cada plato una experiencia única. La gastronomía de Chengdu cuenta con más de 6.000 variedades y cada una tiene su propio estilo y sabor. De ahí surge la famosa frase de ‘cien platos, cien sabores’.
Uno de los puestos donde se venden guindillas dentro de la calle antigua. / Cristina Andrade
En los abundantes puestos de comida, restaurantes y establecimientos que se abren paso a lo largo de Jinli Ancient Street, se puede adivinar -en parte por el olor y por su distinguido color rojo- que una gran parte de los platos tienen incorporadas ya las guindillas y la conocida como ‘pimienta de Sichuan’, dos elementos recurrentes en la cocina sichuanesa.
De calle comercial a principal reclamo turístico
Pero para entender la relevancia actual que representa esta red de callejones para los ciudadanos de Chengdú y para el resto del país asiático hay que remontarse a la época de la Dinastía Qin, cuando la calle antigua de Jinli era una importante calle comercial de la ciudad.
La calle antigua de Jinli era una importante calle comercial de la ciudad. / Cristina Andrade
Durante siglos fue el centro neurálgico de la actividad hasta la llegada de la Revolución Comunista, a partir de la cual fue perdiendo poco a poco su fama. No fue hasta el año 2004 cuando, gracias a una restauración integral, este recinto volvió a retomar su apariencia original, convirtiéndose de nuevo en uno de los principales reclamos turísticos de la ciudad.