Jeferson Tenório: ‘No consigues terminar un proceso de siglos de colonización con flores’

Jeferson Tenório es uno de los escritores brasileños con mayor proyección internacional. Su novela O avesso da pele (Companhia das Letras), que describe el racismo estructural de la sociedad a través del mundo académico y que se ha traducido a once idiomas, está en el centro de la censura ultraderechista. El pasado mes de marzo, tres gobiernos regionales de Brasil retiraron de las bibliotecas de institutos públicos los ejemplares de un libro que ganó el Premio Jabuti en 2021, argumentando ‘lenguaje pornográfico’ y ‘contenido violento’. ‘El libro trata de cuestiones como la violencia policial, el racismo estructural, temas que la ultraderecha no quiere discutir’, asegura Tenório. El episodio de censura acabó reforzando a un escritor que también denuncia el racismo en artículos periodísticos y desde sus redes sociales.

El autor atendió a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA durante la Festa Literaria Internacional de Paraty (FLIP), uno de los principales encuentros literarios de Brasil. Su novela censurada fue traducida al castellano como El reverso de la piel (2023) por la editorial Textofilia y al catalán como L’altra cara de la pel (2024) por L’Agulla Daurada.

P. En marzo, tres estados de Brasil (Mato Grosso do Sul, Goiás y Paraná) censuraron tu novela O avesso da pele. ¿Qué sintió en aquel momento?

R. Me quedé sorprendido por sus argumentos. Decían que tenía un lenguaje pornográfico, que no era adecuada para el ambiente escolar. El libro había sido evaluado por especialistas… Hicieron un uso político. La ultraderecha escoge enemigos, y le tocó a O avesso da pele. Con una acción judicial conseguimos que los libros fueran devueltos a las escuelas: no consiguieron justificar su argumentación.

P. ¿A qué se debió? ¿A la inercia del bolsonarismo? ¿A la influencia de Estados Unidos, donde escritores negros y otros autores están siendo censurados?

R. Puede haber alguna influencia de los Estados Unidos, pero Brasil tiene un histórico de censura de libros desde Getúlio Vargas. Creo que fue una performance de censura, un espectáculo. Más una fuerza simbólica que una censura de libro en sí misma, lo que no significa que no sea violento.

P. ¿Existió una estrategia articulada de la ultraderecha?

R. Existe una articulación, que parece difusa, pero no lo es. Estudié a Nietzsche en mi máster y en el Crepúsculo de los ídolos habla de la mediocridad. La humanidad está formada en su gran parte por personas mediocres y los mediocres se reconocen entre sí muy rápidamente. La ultraderecha no es otra cosa que la mediocridad unida. El discurso simple, maniqueísta, funciona muy bien. Necesitan encontrar un enemigo fácil y eligieron bien a su enemigo.

P. ¿Qué tiene O avesso da pele que incomoda tanto a la ultraderecha?

R. Aparte del contenido del propio libro, yo. Soy activista, escribo columnas contra la extrema derecha. El libro trata cuestiones como la violencia policial, el racismo estructural, temas que la ultraderecha no quiere discutir. En realidad, quieren naturalizar esas violencias. Acusan al libro de algo que no es para esconder su verdadera reflexión.

P. El libro revela la sofisticación del racismo. Algo sutil, constante, omnipresente en todos los rincones de la sociedad…

R. Es un intento de mostrar las sutilezas de un racismo que acaba incidiendo en todas las esferas de la vida de esos personajes negros, ya sea en la vida académica, en la afectiva o en la familia. El racismo es estructural, estructura la sociedad. Sostiene una estructura de servilismo.

P. Esta novela recrea el mundo académico. Su nueva novela, todavía por publicar, también está ambientada en el mundo académico. ¿Por qué?

R. Siento la necesidad de avanzar un poco en la cuestión racial. Ya tenemos libros que recuentan la historia de Brasil desde perspectivas negras. Es necesario dar otro paso y trabajar los efectos de la violencia en esos cuerpos, buscar otras esferas de la vida de las personas negras. La vida de una persona negra no es solo violenta. Retratar el recorrido intelectual de esas personas negras es importante para profundizar en el debate.

P. En el primer mandato de Lula nacieron las cotas raciales para garantizar la presencia de alumnos negros e indígenas en la educación superior. Dos décadas después, ¿qué piensas de las acciones afirmativas en cuestión de raza?

R. Mi próxima novela es un registro ficcional de ese momento histórico y de la trayectoria de esa primera generación de cotistas. Hoy en día, tenemos un debate sólido sobre las cuestiones raciales, una gramática antirracista. La bibliografía de los cursos cambió. Hoy, un profesor universitario no puede ser el de hace diez o quince años, porque va a tener alumnos con mucha información, críticos, que no van a aceptar una bibliografía eurocéntrica, blanca y falocéntrica. Mi libro no retrata ese choque, sino la toma de consciencia colectiva.

Hoy, un profesor universitario no puede ser el de hace diez o quince años, porque va a tener alumnos con mucha información, críticos, que no van a aceptar una bibliografía eurocéntrica, blanca y falocéntrica’

P. ¿La cuestión racial tiene que ver también con tomar espacios de poder? En Brasil, el indígena Aílton Krenak acaba de entrar en la Academia Brasileira de Letras.

R. Me gusta la idea del espacio de poder, pero tenemos que tener cuidado porque el poder también corrompe. Si las personas que ocupan ese espacio no tienen el compromiso con las causas que los llevaron hasta él, va a ser cooptado. Escogí la academia como escenario porque es un lugar de validación de conocimiento y de cambio social: lo que se discute en ella acaba reverberando en la sociedad. Es importante que esos lugares sean ocupados no solo por el alumno, sino por todo el cuerpo docente. Tenemos pocos profesores negros e indígenas en las universidades.

P. Brasil vive una verdadera primavera negra en la cultura. Algunos de los escritores más vendidos y traducidos son negros.

R. Estaba en la Academia Sueca el día que anunciaron el Premio Nobel para Jon Fosse. Le pregunté a un diplomático brasileño por qué Brasil no tiene un premio Nobel y me dijo que la literatura de Brasil durante mucho tiempo fue la de una clase media blanca que contaba su historia de forma estereotipada. Jorge Amado, con todos sus méritos, todavía tenía una mirada blanca y estereotipada sobre la cultura brasileña. Tal vez el Premio Nobel llegue cuando comencemos a contar nuestra propia historia a partir de ese origen ignorado. La violencia, el secuestro de cuerpos negros, la aniquilación de pueblos indígenas, el robo de riquezas, la esclavitud… Existe un pensamiento equivocado de que esas narrativas están tomando el lugar de otras. Cabe todo el mundo. No tiene que ver con la exclusión, sino con el ensanchamiento, algo que podríamos entender como terapia.

P. ¿Brasil vive de espaldas a América Latina o algo está cambiando?

R. Brasil está de espaldas a América Latina. Obviamente, tiene que ver con la lengua, con la cultura, con la extensión del territorio. Pero está ocurriendo un fenómeno interesante en el que cada vez hay más traducciones y más editoriales prestando atención. Mis referencias literarias no son latinoamericanas, son estadounidenses. Autores afroamericanos como James Baldwin, Toni Morrison o Ralph Ellison me mostraron que era posible transformar las vidas negras en la ficción, de manera profunda, poética. Antes de ellos, no pensaba que mi material biográfico pudiera ser llevado a la ficción.

P. Cuando James Baldwin terminó su novela El cuarto de Giovanni (1956), su editor le recriminó que por qué escribía la historia de un blanco. ¿Existe presión para que los autores negros solo escriban historias negras?

R. Él fue un activista que luchó junto a Malcom X y Martin Luther King. Era un intelectual, pero en la literatura hacía lo que quería. Escribió una historia de amor y escribir personajes blancos era también una conquista racial. En mi caso, no me siento presionado y tampoco tengo ganas de escribir historias blancas. Todavía hay muchas historias negras por contar.

No tengo ganas de escribir historias blancas. Todavía hay muchas historias negras por contar’

P. En los últimos años ha surgido un fuerte movimiento contra el colonialismo, incluso en el norte global. Han caído estatuas de conquistadores y esclavistas en muchos países. ¿Qué opinión le merece?

R. El proceso de colonización es un proyecto de violencia. Frantz Fanon, en Los condenados de la tierra defiende la descolonización violenta, y es criticado por ello por Hannah Arendt, pero no consigues terminar un proceso de siglos de colonización con flores. No vas a la guerra con un tenedor de plástico. Tumbar estatuas es algo simbólico, importante, pero no creo que sea una tendencia que vaya a continuar, porque para conseguir un cambio efectivo necesitas aliados y establecer un diálogo. No siempre conseguimos cambios dando una patada a la puerta.

P. ¿Cómo se consigue el cambio?

R. Buscando aliados. No todas las personas son racistas, a ellas tenemos que tenderles la mano. El racismo es un problema de todos, no solo de las personas negras. Necesitamos conversar y establecer un debate respetuoso para avanzar un poco.

P. ¿Cuál es tu opinión sobre el gobierno Lula?

R. El gobierno Lula viene de un trauma. La elección de Bolsonaro fue un trauma para la sociedad, todavía estamos recuperándonos. El estropicio fue muy grande y en cuatro años retrocedimos mucho. Las muertes de población pobre y negra continúan, pero ahora no tenemos un presidente que estimula la violencia. Yo tengo críticas hacia Lula, pero si haces una crítica al gobierno, hay que tener cuidado para no dar combustible para que la ultraderecha vuelva al poder. Es una partida de ajedrez. Por lo menos tenemos un gobierno que ofrece un poco de esperanza. Lula es un estadista.

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