Haga una foto, pida un ‘flat white’ y siga: así es el primer café de Zara en España

El delirio de gastronomizarlo todo, de darnos de comer y de beber a todas horas como si fuéramos americanos o víctimas de una tenia o de una sed inclementes, ha llegado también al gigante de la moda. Hace mucho que las tiendas, grandes o pequeñas y del producto que sea -libros, discos, flores, decoración, ropa…- decidieron que atrapar un rato más al cliente ofreciéndole tomar algo en un rinconcito acogedor era una buena estrategia comercial. Así que ya estaba tardando la punta de lanza del imperio de Amancio Ortega y su hija Marta en tener un espacio de este tipo. De hecho, ciudades como París o Lisboa ya han estrenado su propio Zacaffé antes de este que acaba de abrir sus puertas en Hermosilla 14, a 20 pasos exactos de la calle Serrano y en pleno epicentro del lujo madrileño.

La primera impresión al cruzar sus puertas es que quizá usted no se había enterado, pero apunte: la terracota está de moda. Y lo va a estar todavía más dentro de diez minutos, exactamente lo que tarden una horda de influencers, instagrammers, tiktokers y demás entusiastas de la imagen cuqui en saturar su red social de preferencia con imágenes de este lugar. Al fin y al cabo, para eso es para lo que ha sido concebido, como prácticamente todo hoy en día. Si pensaba que el primer café de Zara de España, un espacio anexo a la primera tienda exclusivamente masculina de la marca en Madrid, era un lugar en el que le estaban esperando para acomodarle y que pase un rato agradable abrazando su latte calentito con los puños del jersey estirados como si fuera la Sandra Bullock de los 90, se equivocaba. Aquí lo que se busca es que entre, haga la foto, pida si acaso ese café y después siga, ya sea en dirección a la tienda o bien a la calle, pero siempre para seguir con sus compras. Si tenemos esto claro, la visita tiene su gracia.

La entrada al local en la calle Hermosilla. / ALBA VIGARAY

En este nuevo y lustroso Zacaffé (el naming flojo, la verdad) todo es razonablemente bonito. Hay una armonía elegante pero no afectada en la mencionada terracota (el color, el material) que lo envuelve todo: de las paredes a la barra, del suelo a los estantes y aparadores del fondo. Una apoteosis de minimalismo neomudéjar y un homenaje a Madrid a base de finos ladrillos o listones que no dejan ni una superficie lisa: cuando apoye el café en la barra, el vaso bailará un poco por lo irregular de la superficie, pero estamos a favor de ese tipo de imperfecciones. Se agradece que apenas hay música, y el diseño de toda la utilería del local, del packaging a las servilletas o los vasos, tiene el mismo grado de clasicismo actualizado que Marta Ortega le ha dado a otra marca de la casa, Zara Home. El concepto general del espacio lo firma una agencia de País, Art Recherche Industrie, que se está ocupando de todos los locales de este tipo de la compañía, cada uno con su acento en la idiosincrasia local.

El café es la antesala de la nueva tienda exclusivamente masculina de la compañía. / ALBA VIGARAY

¿Está bueno lo que se bebe y se come? Sí, está un punto más que correcto. El café es de especialidad, por supuesto, producido por una pequeña empresa de coffe roasters de A Coruña, Waco, a los que el gigante de la ciudad ha cogido de la mano para que le acompañe en varios de sus proyectos. Una lotería de navidad adelantada para sus fundadores, suponemos. Si se ve tentado de llevárselo a casa por los infinitos paquetes y botes llenos de granos que verá por el local, sepa que no se puede: por ahora son solo de adorno. Pero sí que están disponibles a través de su web, como le explicará muy amable el ejército de camareros que se mueve por todas partes.

Luego está la bollería: el croissant probado por quien esto firma tenía la masa cocida en el punto justo y el grado de dulce perfecto, aunque se echa de menos una gota más de mantequilla. No hay ni salados ni smoothies, pero parece que los habrá en el futuro. ¿El precio de un latte (un café con leche de toda la vida, aunque mejor ‘tirado’) de tamaño normal y el croissant? Casi seis euros. La vida en ‘Little Caracas’ no es barata.

El nuevo Zacaffé de Madrid. / ALBA VIGARAY

Decíamos que este Zacaffé no está pensado para que pase mucho rato, y es tal cual: el equipamiento para sentarse se reduce a un alargado banco/sofá pegado a la pared y unos cuantos taburetes bajos que son funcionales, pero no cómodos. Cabrán sentadas no más de diez personas. A fin de cuentas, el café es un pasadizo hacia la tienda, una suerte de puerta de Ishtar que al atravesarla nos haga sentir actuales y cosmopolitas, listos para sacar la tarjeta y gastarnos el jornal, o más bien las rentas dada la zona, en las prendas que han de definir esa imagen.

Esto iba de contar cómo es el café, pero les daremos también las pistas de la tienda. El local se distribuye en dos plantas, con diferentes espacios de arquitectura discreta y no muy diferente a otros de la marca, aunque todo está mejor ordenado y expuesto, con prendas exclusivas y ambiciones de alta moda en algunos rincones: el de la ropa técnica y deportiva, o la otra entrada que no es la del café, completamente forrada de madera, recuerdan a los concept stores que se pusieron de moda hace 10 o 15 años, esos que al lado del jersey te venden una vela o un libro de fotografía para adornar la mesa del salón. Como aquí.

Fotos de Juan Baraja en la escalera de la tienda. / Jacobo de Arce

Todo está salpicado de diseño, pero sin estridencias: la butaca de Le Corbusier o la lámpara de los Castiglioni encajan perfectas. Más cliché (y más instagrameable) es lo de meter una moto retro ahí en medio, porque sí. O lo de que vendan discos, tocadiscos y altavoces bluetooth (estos últimos, comentan sus empleados, han arrasado en la apertura). Ahí tiene usted una edición carísima de un LP de Tame Impala, si le apetece. Así podrá poner en la biografía del Tinder que le gustan ‘los vinilos’. ¿Lo mejor? Las fotos de Juan Baraja que presiden la escalera, en las que retrata espacios y trabajadores de Inditex en Arteixo. Eso sí es alinearse con el propósito del negocio.

Al café (y a la nueva tienda) de Zara en Madrid le pasa lo que a tantos espacios comerciales actuales: que casi hay más gente haciendo fotos con el móvil que consumiendo. Su business plan va por otro lado. Si quiere hacer la suya dese prisa, porque en breve se quedará antigua. Si va por lo otro, aguce los sentidos, hay mucho humano que esquivar. Y llegan las navidades.

  • Gastronomía
  • Zara
  • Inditex
  • Madrid

Related Posts

Load More Posts Loading...No More Posts.