‘Frágil’, la novela de Belinda McKeon que te encogerá el corazón (para bien)

Antes de que apareciera James, la vida social de Catherine en la universidad de Dublín era áspera. En 1997, la ciudad no tenía nada que ver con su tranquilo pueblo natal y la educación llena de normas restrictivas de sus padres unida a su timidez innata chocaban con la manera de relacionarse en la sociedad del campus. Vivía en un piso compartido con otras dos chicas, en la habitación que había dejado libre un amigo fotógrafo que se había ido a Berlín y al que no conocía. Un día, ese ser misterioso del que tanto le habían hablado se presentó en la casa con la actitud de ser un inquilino más, todo desparpajo y vitalidad. No tardaron en establecer una relación estrecha, simbiótica y dependiente que cambió su manera de estar en el mundo. Este es, a grandes rasgos, el argumento de la novela Frágil de Belinda McKeon, publicada en inglés en 2015 y que la editorial Malas Tierras ha traído ahora a España traducida por Ana Flecha Marco.

La voz narrativa es la de Catherine, un personaje que se parece bastante a la escritora cuando tenía veinte años. Como ella, también llegó al Trinity College desde la Irlanda rural y sintió la enorme brecha que había entre ambas realidades a finales del siglo XX. Asimismo, mantuvo una relación de amistad estrecha con un amigo que le dio muchas cosas buenas pero también fue complicada, como la de la pareja protagonista. De hecho, cuando la novela se publicó por primera vez, ella la definió como una “autobiografía en esencia” en varias entrevistas en medios anglosajones. “Tanto la génesis como el espíritu de la novela surgieron directamente de la experiencia que viví. Pero la arquitectura, el diseño y las capas de la novela son en su mayoría ficticias”, explica McKeon a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA.

La homosexualidad de James es uno de los factores que definen la relación entre ambos inevitablemente. No solo porque, en principio, el amor entre ellos sería platónico sino porque la homofobia de la sociedad irlandesa en la que habían crecido (la homosexualidad no se despenalizó en el país hasta 1993) hacía que su existencia fuese complicada, así que ella adopta el papel de confidente y de amiga entregada. Durante el verano, se llaman todos los días por teléfono e incluso va a verle a casa de sus padres. Cuando él vuelve a Berlín y ella a Trinity, se escriben largas cartas en las que se cuentan su día a día que, en el caso de Catherine, es cada vez más ajetreado. Ya se mueve con más fluidez en el ambiente universitario, ha dejado atrás la timidez que la agarrotaba y podría decirse que es popular. Cuando James regresa definitivamente a Dublín, ella le recibe con algarabía, aunque le cuesta hacerle hueco en su nueva vida pero a la vez quiere tenerlo para ella sola.

Catherine está confusa y es, en esencia, una narcisista. Para McKeon, desarrollar un personaje así fue un desafío porque la obligó a enfrentarse con su yo del pasado, una tarea poco agradable en general para cualquiera porque la memoria está plagada de minas de vergüenza antipersona. “Todavía me siento bastante expuesta después de haberla escrito, incluso años después”, comenta. “Pero una vez que tomé la decisión de crear un personaje a partir de esas partes de mí que sabía que habían existido cuando tenía esa edad, también tuve que comprometerme a seguir adelante y no suavizarla”.

No todos los recuerdos que recuperó para construir a su personaje fueron tan incómodos. Catherine tiene un genuino interés por aprender –al principio se siente muy ignorante en relación a los demás, mucho más leídos– y ambas comparten un interés genuino por Sylvia Plath y Ted Hughes. En concreto, el personaje quiere desarrollar un ensayo sobre “la presencia de Ted Hughes en la poesía de Sylvia Plath y la presencia de Plath en esos nuevos poemas de Hughes”, especifica McKeon en la novela. En 1998, se publicó Cartas de cumpleaños, una antología de poemas que el escritor le había dedicado a su esposa muerta en 1963 (su forma de suicidio es una de las más recordadas de la historia de la literatura: la cabeza dentro del horno) y la novelista estaba obsesionada con el libro, un rasgo que también le aplica a la protagonista de Frágil. “A los 19 años tenía una visión muy poco reflexionada sobre su matrimonio y del dominio que Hughes ejercía sobre Plath, y se la transmití a Catherine. Encajaba con sus nociones de unión, su idealismo sobre la poesía y las almas gemelas”, declara. “Ahora, especialmente después de leer los libros sobre Plath y Hughes que han salido a la luz desde 2015, y las cartas recopiladas de Hughes, no sé si adoptaría el mismo enfoque. Creo que sería mucho más dura con él”.

Antes, antes y ahora

Cuando Frágil se publicó por primera vez, habían pasado veinte años desde que los hechos reales que fueron su germen habían tenido lugar. Ahora ya son tres décadas las que han transcurrido y muchas cosas han evolucionado pero otras, como son los sentimientos exaltados de la juventud, se mantienen iguales. Para la escritora, en la época universitaria o de los primeros años de la edad adulta “las amistades y los vínculos se vuelven intensos, obsesivos o confusos por razones que a menudo tienen menos que ver con la sociedad que con las familias de origen y con el tipo de infancias que tiene la gente. Y dudo que esto haya cambiado por completo desde los años 90”. Además, considera que su libro no está del todo desactualizado, en el sentido de que Irlanda “sigue siendo un lugar pequeño, en el que la gente conoce los asuntos de los demás, o cree que los conoce”. Posiblemente, el vecino de los padres de Catherine, a día de hoy, también se chivaría de que estaba con un chico en la estación.

Una realidad que debería haber cambiado y que McKeon explora en Frágil es el de la desigualdad de género. Aunque la protagonista es una buena estudiante y tiene aptitudes para el periodismo, la actitud de los hombres que la rodean tiende a ser condescendiente o burlona. El chico que le gusta se mete con ella en público por sistema, el reputado escritor entrado en años la ridiculiza a conciencia en una entrevista y su compañero de redacción tiene tendencia a explicarle cosas o a cuestionarla. Pero ¿sería diferente la experiencia de Catherine ahora? “Quizás hace cinco años hubiera respondido que sí. Ahora no estoy tan segura. Creo que Catherine tendría el lenguaje y un tipo diferente de red de apoyo que la ayudaría a hablar por sí misma y a luchar contra parte de esa energía patriarcal”, sostiene la autora. “Pero creo que aún la experimentaría –creo que las mujeres jóvenes aún la experimentan– en un grado agotador”.

Lo que sí ha disminuido, aunque no lo suficiente, es la homofobia. En 2015, Irlanda aprobó el matrimonio entre dos personas del mismo sexo por votación popular con un 62% a favor del sí. El libro de McKeon se publicó un par de semanas después, una feliz coincidencia que arropó su lanzamiento. “La publicidad y las entrevistas sí que mencionaron bastante el referéndum, y en mi discurso en la fiesta de lanzamiento traté de rendir homenaje a las muchas personas que habían hecho campaña por el voto a favor”, sostiene. Sin embargo, no cree que esas circunstancias influyesen en la recepción de la novela por parte del público en aquel momento. “La gente llega a un libro por sus propias razones, y sigue haciéndolo mucho después de su publicación, si tienes suerte”, concluye.

Una escritora irlandesa

Frágil es la segunda (y última hasta el momento, aunque está trabajando en una nueva) novela de McKeon. La primera fue Solace, que ganó el Premio Geoffrey Faber Memorial en 2011 y que escribió mientras firmaba artículos sobre teatro, literatura y artes para el periódico The Irish Times. En 2005, se mudó a Nueva York para estudiar un máster en Bellas Artes en la Universidad de Columbia y durante dos décadas vivió en Estados Unidos, donde era profesora adjunta de Escritura Creativa en la Universidad de Rutgers. En 2022, volvió a su país para trabajar como directora del Máster en Escritura Creativa de la Universidad de Maynooth.

En todos esos años, también firmó y produjo varias obras de teatro y organizó eventos como el Festival de Poesía anual en el Irish Arts Center de Nueva York, junto a su marido Aengus Woods. Además, en 2015, editó A Kind of Compass: Stories on Distance (Tramp Press), una colección de relatos sobre la distancia de 17 escritores contemporáneos internacionales, un tema que ella conoce bien. Ahora, vuelve a vivir en su país natal, un cambio al que aún se está aclimatando. “Es otro tipo de emigración. El primer año sentí que me estaba volviendo loca. Probablemente lo estaba. Casi todo lo relacionado con el funcionamiento de la cultura –la forma en que la gente conducía las conversaciones, la naturaleza del discurso político, de las amistades y de las interacciones cotidianas– me resultó un shock, aunque siempre pasé mucho tiempo en Irlanda, incluso durante esas casi dos décadas en Nueva York”.

La publicación en España de Frágil coincide con la de Intermezzo de Sally Rooney y la de El factor Rachel, de Catherine O’Donoghue, entre otras obras irlandesas. La literatura del país ha tomado una relevancia considerable desde hace algunos años, un hecho que McKeon considera positivo pero que no activa su vanidad. Para ella, los lectores no deberían de tomarse demasiado en serio a los escritores, pero se alegra de que lo hagan con los libros. Una actitud que podría ser propia de James o de Catherine, aunque eso solo se puede comprobar al leer el libro. Qué suerte quien lo haga por primera vez.

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