Estados Unidos ha adoptado una nueva doctrina militar para el espacio que pretende asegurar su predominio orbital y evitar que otras potencias adquieran una ventaja superior. Adapta al dominio espacial la naturaleza política de la guerra tal como fue formulada por el influyente pensador prusiano Carl von Clausewitz en el siglo XIX.
Durante décadas, el espacio fue considerado un ámbito principalmente de apoyo: satélites para comunicaciones, navegación, inteligencia y alerta temprana. Sin embargo, la Fuerza Espacial de los Estados Unidos ha elaborado una nueva doctrina que transforma el espacio en un teatro de operaciones bélicas y en la antesala de la futura guerra orbital.
“El espacio es un dominio de guerra, no una colección de actividades de apoyo”, enfatiza en el documento el General Chance Saltzman, jefe de Operaciones Espaciales de la USSF. La misión primaria ya no es solo respaldar a otras ramas militares, sino asegurar la “superioridad espacial”: la capacidad de operar en el espacio, en el momento y lugar elegidos, sin interferencia prohibitiva de adversarios, y negando esa misma libertad a los “enemigos”.
El documento subraya que esta superioridad no es un mero objetivo de apoyo, sino una ‘condición previa necesaria para el éxito de la Fuerza Conjunta’ y la base misma desde la cual se proyecta el poder militar estadounidense en todos los demás dominios. Lograr y mantener esta condición, según Saltzman, desbloquea la superioridad en otros ámbitos y fortalece la letalidad y supervivencia de las tropas.
Contraespacio
Para materializar esta visión, el marco estructura las operaciones de contraespacio (counterspace) como el eje central de la estrategia. Estas operaciones se ejecutarán a través de tres áreas de misión principales: la guerra orbital, que implica acciones directas sobre activos en órbita; la guerra electromagnética, enfocada en interferir o degradar señales; y la guerra ciberespacial, dirigida a las redes que controlan los sistemas espaciales. Esta categorización busca proporcionar un lenguaje y marco común para planificadores y operadores, según el documento de la USSF.
Dentro de este esquema, se detallan capacidades tanto ofensivas como defensivas. Las acciones ofensivas pueden incluir el ‘ataque orbital’ (orbital strike) contra satélites enemigos —mediante medios cinéticos o no cinéticos—, el ‘ataque terrestre’ (terrestrial strike) contra infraestructuras espaciales en tierra, y la ‘interdicción de enlaces espaciales’ (space link interdiction) para interrumpir comunicaciones adversarias. Las medidas defensivas se dividen en activas, como la escolta de satélites (‘escorting’) o contraataques reactivos (‘counterattacks’), y pasivas, que engloban el endurecimiento de sistemas, la ocultación, la dispersión, la movilidad, la redundancia o el engaño militar. El objetivo declarado es estar preparados para ‘disuadir y, si es necesario, derrotar a los agresores’ que amenacen intereses vitales. Aunque algunas de estas capacidades aún puedan ser conceptuales, el marco impulsa la discusión sobre los requisitos futuros.
“Guardianes” del espacio
La publicación de la doctrina denominada ‘Space Warfighting’ marca una etapa significativa para la Fuerza Espacial, reafirmando su función como servicio de combate por encima de cualquier otra consideración. Proporciona un léxico y marco común esencial para el entrenamiento de sus miembros (Guardianes), la planificación conjunta y el desarrollo futuro de capacidades y sistemas de armas.
El documento representa también un cambio en la comunicación pública del servicio, que ahora discute abiertamente la necesidad de prepararse para el conflicto en el espacio y desarrollar capacidades ofensivas, reflejando un énfasis más amplio del Pentágono en una ‘mentalidad de combatiente’ (warfighting mentality). Si bien se enfatiza la necesidad de operar conforme a la legalidad internacional y promover el uso pacífico, el marco adapta al dominio espacial la naturaleza política de la guerra tal como fue formulada por el influyente pensador prusiano Carl von Clausewitz (1780-1831), conocido por su famosa frase “la guerra es la continuación de la política por otros medios”, contenida en su emblemática obra “De la Guerra”, publicada en 1832.
En consecuencia, la nueva doctrina espacial establece que las operaciones seguirán reglas de enfrentamiento (rules of engagement) bajo la autoridad presidencial, similar a lo que ocurre en otros dominios. Esta transformación implica, además, una mayor transparencia en torno a capacidades que durante años se mantuvieron en secreto.
Referencia
Space Warfighting: A Framework for Planners. USSF, 2025.
Nueva era en la doctrina militar
Es importante destacar que el marco no representa un cambio en la política o las reglas de enfrentamiento en torno a cómo se pueden emplear las armas en el espacio; más bien, explica el proceso existente tal como se aplica al espacio. También es intencionalmente amplio y describe capacidades que el departamento puede no tener ahora, pero que podría tener en el futuro.
Este documento refleja la maduración natural de la Fuerza Espacial hacia una estrategia más codificada y sofisticada que no dejará indiferentes a las otras potencias espaciales, especialmente China y Rusia, que también están intensificando sus capacidades militares orbitales y adaptando sus doctrinas.
El nuevo marco de guerra espacial de Estados Unidos se formaliza en un contexto de creciente actividad militar orbital por parte de otras potencias espaciales clave. Fuentes militares estadounidenses señalan que tanto China como Rusia están probando agresivamente nuevas capacidades espaciales ofensivas.
Militarización del espacio
Rusia ha realizado recientemente misiones de entrenamiento con satélites que practican ‘tácticas de ataque y defensa’, incluyendo maniobras en las que varios satélites rodearon y aislaron a otro en órbita terrestre baja. Existe preocupación por el objetivo ruso de desarrollar un arma nuclear espacial capaz de generar un pulso electromagnético para desactivar numerosos satélites.
Y China también ha demostrado capacidades avanzadas, llevando a cabo maniobras coordinadas con múltiples satélites coorbitales que, según observadores estadounidenses, practicaron ‘aproximaciones ofensivas’ y tácticas sofisticadas.
Ambas naciones están desarrollando activamente una gama de tecnologías contraespaciales, incluyendo misiles antisatélite (ASAT) de ascenso directo, armas de energía dirigida (como láseres y microondas), capacidades de guerra electrónica y los mencionados satélites coorbitales que podrían atacar o inutilizar otros satélites.
China, en particular, está aumentando rápidamente su número de satélites, especialmente para inteligencia, vigilancia y reconocimiento (ISR), construyendo sistemáticamente un complejo integral de reconocimiento-ataque, y podría desplegar láseres terrestres capaces de dañar estructuras de satélites a mediados o finales de la década de 2020. El objetivo general de estas acciones es disminuir las ventajas espaciales de Estados Unidos y superar el dominio occidental.
La tendencia general que manifiestan todos estos movimientos apunta a una convergencia estratégica en la que las principales potencias reconocen el espacio como un dominio bélico crítico y están desarrollando activamente un espectro similar de capacidades ofensivas y defensivas para competir por el control orbital. La antesala de la guerra espacial ya está creada.