Tiene en cartel, en el Teatro Maravillas, de Madrid, El Humor locura, un repaso a su vida sin muchos miramientos ni demasiados paños calientes. En septiembre estrena en el Reina Victoria Remátame otra vez, de Rodrigo Sopeña y Alberto Papa-Fragomén, con asesinato, tensión y misterio, y que califica como mezcla entre Agatha Christie y los Hermanos Marx. Estuvo doce años en cartel con Burundanga. No para.
—-“En sexualidad, he pasado de La pasión turca a El estanque dorado”.
—“Cuando no estoy intenso me aguanto mejor”.
El actor Eloy Arenas en Madrid. / Alba Vigaray
A los 7 años era monaguillo, quería ser cura, su padre se negó a tan pío recorrido y acabó en una banda de rock. ¿Las carga el diablo?
En aquel momento, que yo era muy de Rollings y de Beatles…
Y también, al parecer, de cardenales y papas.
Hombre, claro. Mi tío carnal era párroco de una de las mejores iglesias de Alicante. Por eso mi madre quería que hiciera el Bachillerato en un seminario, pensando que podría salir mucho más culto que si fuera a un colegio privado. Mi padre se negó en rotundo. Y negociaron: El nene no va a ir al seminario, pero va a ser el monaguillo del cura del pueblo.
Le buscaron una función social.
Sí. Era una función social, porque yo, además de ayudar en misa, era el recaudador, el que pasaba el cepillo.
¿Y con el importe se compraba tebeos o pipas?
No. No, por favor. Y además, viniendo de una moral católica como la que tenía mi madre, robar en una iglesia era un pecado supermegamortal.
¿Luego cómo ha andado de pecados, supermegamortales o normalitos?
Nunca he tenido pecados, quizá porque no he entendido nunca lo que eran. Estaba rodeado de personas muy creyentes, pero cuando pasaron unos años, ya en la adolescencia, me planteé muchas preguntas, entre ellas el concepto de pecado, y por qué, si yo soy bueno, me acusaban de pecar.
¿Llegó a alguna conclusión?
Sí, que yo no cometía pecados. No entendía que esa acción que yo tenía en la adolescencia, con las chicas, con el sexo… En la adolescencia el cuerpo te pide cosas impresionantes que tú no puedes darle. No había ni siquiera Internet. Yo tenía una adolescencia muy confusa.
¿Y ahora qué le pide el cuerpo?
Hacer el trabajo que estoy realizando, seguir escribiendo obras de teatro, interpretarlas. Me pide lo que estoy haciendo, El humor locura, un monólogo donde cuento esa parte de mi vida,y hablo de mi sexualidad, desde la primera vez, y explico que he pasado de La pasión turca a El estanque dorado.
Cuenta su vida.
Cuento mi vida y todo lo que me asombra. Cuando empecé a tener lo que se llamaba entonces uso de razón o inteligencia me di cuenta de que el mundo no era lo que me habían dicho. Fue cuando descubrí la teoría de la relatividad de Einstein o el Big bang. Yo decía: el Big bang no lo entiendo, pero me lo creo; y sin embargo el Antiguo Testamento sí lo entiendo, pero no me lo creo.
Doce años consecutivos en cartel protagonizando Burundanga, esa búsqueda de la droga de la verdad. ¿A quién le daría esa sustancia?
A bastantes personas, pero todos políticos. Yo pondría la droga de la verdad en los mítines electorales.
¿Qué tal se aguanta?
Cuando no estoy intenso me aguanto mejor.
Si pudiera, ¿evitaría vérselas con alguien como usted?
Me encantaría encontrarme con alguien como yo. Sería una manera de hacer terapia, y notar si lo amo o lo desprecio. Si te dicen la verdad tiene que ser alguien en quien tú confíes muchísimo. Porque yo recuerdo a alguien que me dijo algo sobre mí mismo que, al parecer, era bastante grosero, poco adecuado, y le contesté: Si me importara tu opinión me hubieras hecho daño.
¿Se gusta?
Yo estoy satisfecho de mí como ser humano. Tengo bondad, tengo amor, soy demócrata total y absoluto, en este aspecto de libertad, de entender todo lo nuevo que está apareciendo. Estoy dentro de lo que entiendo por humanidad. Nadie es perfecto, pero tengo muchos valores de lo que yo entiendo como forma de vivir.
Hablemos de su monólogo estrella sobre Rocío Jurado: ¿Hace tiempo que no siente nada al hacerlo consigo?
Jajaja. Hacerlo conmigo. Eso tiene una connotación manual. Mira: Yo nunca he sido machista. Incluso publiqué un libro en Planeta que se llamaba Machistas Anónimos, y contaba la historia de un coach que montó una asociación para desintoxicar machistas y prepararlos para la nueva mujer.
Pues no se lo ha debido de leer casi ninguno.
Me han hecho caso los mayores, pero no los menores, fíjate qué curioso. Los adolescentes creo que tienen una información, que proviene directamente de los móviles, que no les viene bien. Están aprendiendo la sexualidad fingida, violenta, y eso no es bueno. Pero lo que me fascinó es que, a finales de los Setenta, principios de los Ochenta, Rocío Jurado le explicara al hombre que las mujeres también tenían que gozar en la relación sexual, y cantara eso de Lo siento mi amor, pero hoy te lo voy a decir: Hace tiempo que no siento nada al hacerlo contigo. Era como decirle: Cariño, eres como el AVE: rápido, silencioso y no se siente nada.
Padre de Eloy Azorín. ¿Cómo le ha salido el niño?
Él dijo en una entrevista: Soy mejor hijo que novio. Como hijo es muy delicado, muy consciente, y todo lo que su madre y yo hemos hecho durante la mitad de su vida, hasta que ha podido salir adelante, le ha hecho muy generoso. Ahora puede decir que tiene fuerza. Ha trabajado con Almodóvar, con Jaime Chávarri, con Vicente Aranda, con mucha gente. Me preguntan si estoy orgulloso de él y no, estoy satisfecho. Como ser humano es una maravilla. Mis charlas con él son espléndidas y tiene muchísimos amigos y amigas.
¿Qué límites debe tener el humor?
No debe tenerlos. Los que tienen límites son las personas. El humor tiene que expresar lo que está sucediendo, porque la vida es demasiado rígida. Hay mucho ofendidito. Estamos en un límite en el que dices: Te voy a contar un chiste de un fontanero. Cuidado, que mi padre es fontanero; perdona, lo cuento de un electricista. No, no, que mi suegro es electricista. Están acotando. Yo hago un humor mucho más conceptual y me interesan más otras cosas, como contarle a la gente lo de Rocío Jurado. El humor debe ser libre. Es un antídoto contra la muerte. Yo tuve una relación ficticia con la muerte y le dije: Tú me vas a ganar todas las guerras, pero yo te voy a ganar todas las batallas.
¿Y qué le contestó la muerte?
La muerte no me contestó. Es una hija de puta. No me dijo absolutamente nada, lo cual me pareció bien. Después entiendes que el concepto de la vida es eso: naces, te reproduces o no y después viene la Parca. Tengo un relato precioso donde la muerte viene a recoger a un individuo y le dice: Te tengo que llevar. Y él responde: No puedo, es que tengo un proyecto. Bueno, pues volveré cuando termines el proyecto. Pasa un tiempo, vuelve, ha terminado el proyecto y le dice: Vámonos. Y él contesta: Es que tengo otro proyecto. Y así una vez y otra. Hasta que un día el hombre le dice a su mujer. Hoy me voy a morir. ¿Y eso cómo lo sabes? Y contesta: Porque no tengo ningún proyecto.
Tras El humor locura, su obra actualmente en cartel, y Remátame otra vez, de próximo estreno, ¿qué proyectos tiene?
Vivir. Estoy vivo y soy un vitalista, pero sí tengo proyectos. Estoy escribiendo una nueva obra, y supongo que en el otoño-invierno de 2025 me pondré, porque es que me encanta la historia que he creado para hacer dramaturgia, y la quiero hacer, la quiero terminar. Me fascina.
Lo que quiere es tener proyecto tras proyecto para que no venga la Muerte.
Me has pillado, jajaja.