El elefante de plata

Todos hemos tenido un amor –o varios– en la infancia. Si no real –todo lo real que puede ser a esa edad–, al menos platónico. A mí me gustaba un compañero de clase, pero me cuidé mucho de que nunca se enterara; más bien al contrario. Fui incluso antipática. En realidad, mi actitud era una forma de autodefensa; la timidez me hacía vulnerable y me aterrorizaba la idea de que, al mirarme, todos supiesen lo que sentía así que decidí levantar una barrera de fingida indiferencia.

Related Posts

Load More Posts Loading...No More Posts.