Duff Cooper

Entre la selecta galería de grandes hombres ilustres y el inmenso almacén de personajes irrelevantes de la Historia, hay una grieta por la que se cuelan nombres como el de Alfred Duff Cooper. Cooper no fue Churchill, pero podía haberlo sido. Ambos eran aristócratas, etonianos, políticos, escritores, grandes oradores. Ambos hicieron la guerra. Ocuparon puestos en ministerios y compartieron Gabinete. Ambos mostraron su apoyo a Eduardo VIII antes de su abdicación por una mujer divorciada. Ambos tenían un carácter endiablado e idéntico amor por la bebida. Cooper y Churchill estuvieron contra el apaciguamiento frente a Hitler, un asunto que les valió pese a todo una bronca legendaria durante una cena en su club, la noche en que se firmaba el compromiso de Múnich. Pese a pertenecer a generaciones distintas, sus recorridos vitales fueron parejos y sus destinos bien podrían haberse intercambiado, pero a la Providencia no le gusta especular. El teatro del mundo necesita también de secundarios excelentes. Cooper fue uno de ellos.

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