La policía alemana ha desmantelado una pizzería en la ciudad de Düsseldorf tras descubrir el éxito entre los clientes de su pizza número 40. La actividad principal del local no solo era elaborar pizzas, sino que los propietarios y empleados estaban envueltos en el tráfico de frogas con códigos clave para no ser descubiertos.
Para no levantar sospechas y mantener el negocio a flote, aquellos que quisieran consumir cocaína debían pedir la pizza número 40, pues solo con esta nomenclatura los responsables sabían que debían añadir una guarnición junto a la masa.
Así lo ha dado a conocer el responsable de la investigación, Michael Graf von Moltke, que reconocía que, en los últimos meses, la pizzería contaba con más clientela de la normal. Se descubría el ingrediente secreto gracias al chivatazo de los inspectores alimentarios que acudieron al local.
Los agentes de la policía detenían al gerente por tráfico de drogas al pillar a este deshaciéndose de una bolsa repleta de las mismas. El saco caía en manos de los policías ante el temor de ser descubierto. En la operación también se incautaron más de 1,5 kilogramos de cocaína, 400 gramos de cannabis y 268.000 euros en efectivo.
El negocio continúa
Sin embargo, y apenas unos días después de ser liberado, el detenido volvía a la pizzería y continuaba vendiendo la famosa pizza número 40 para seguir produciendo beneficios. Por suerte, esto resultaba de gran ayuda para los agentes para acabar con la organización, pues tuvieron la oportunidad de investigar la cadena de suministro y analizar la forma de trabajo de distintos participantes la organización.
La policía dio con tres presuntos proveedores de drogas y doce sospechosos, todo en el marco de un operativo en el que han trabajado 150 agentes en siete regiones diferentes de Alemania.
Gerente a la fuga
Se desconoce el precio de la pizza y el nombre de los sospechosos detenidos, consecuencia de las leyes alemanas. El responsable era un hombre de 36 años con sospechas por asuntos de drogas desde el pasado mes de marzo. El punto clave para su detención podría haber sido el registro de su domicilio pues, mientras veía a los agentes aproximarse a su hogar, lanzaba por la ventana una mochila de 1,6 kilogramos de cocaína.