De mujer empoderada a ¿fracaso feminista?: soltera, complaciente y con trabajo, el arquetipo de la mujer ‘real’ de Bridget Jones

En 2001, Bridget Jones llegó a los cines como la encarnación de la treintañera moderna: soltera, con un trabajo decente y atrapada entre la presión social y sus propias expectativas. Pero, ¿era Bridget un modelo feminista adelantado a su tiempo o simplemente un reflejo de los estereotipos que siguen oprimiendo a las mujeres? Con la llegada de ‘Loca por el’, la cuarta entrega de la saga, casi veinticinco años después cabe preguntarse ¿sigue siendo un referente o ya caducó su encanto?  

Bridget nos hizo reír, nos representó en sus meteduras de pata y nos hizo sentir menos solas en un mundo que sigue juzgando a las mujeres por su estado civil, su peso o su torpeza. Pero lo que en su momento se presentó como una historia de empoderamiento, hoy se cuestiona bajo otra mirada: la infantilización de las mujeres, la idea de que el amor es el objetivo más importante en nuestras vidas, la competencia impuesta entre nosotras y la eterna duda de si ser una mujer imperfecta te hace más “real” o simplemente más aceptable para los demás.

El camino de baldosas amarillas

La chica es un desastre andante, y por eso nos cae bien. Pero su torpeza extrema refuerza una idea vieja como el tiempo: la mujer necesita ser salvada. Mark Darcy, el ‘hombre perfecto’, aparece para liberarla de su jefe manipulador y de sí misma, asumiendo un rol protector que recuerda a las dinámicas clásicas de las novelas románticas del siglo XIX, como ‘Orgullo y prejuicio’ de Jane Austen, en la que está inspirada la historia. Otros ejemplos que vienen a la memoria son ‘My Fair Lady’ o ‘Pretty Woman’, donde la mujer imperfecta encuentra su mejor versión gracias a la intervención masculina. El mensaje es claro: ser despistada y vulnerable es encantador; ser autosuficiente, no tanto.  

Incluso ‘Lolita’, de Vladimir Nabokov, muestra cómo la sociedad ha erotizado la infantilización de la mujer, premiando la ingenuidad y la docilidad. Bridget encaja, de alguna manera, en este molde: su torpeza la hace adorable, pero también valida la idea de que las mujeres ‘difíciles’ o independientes son una amenaza.

Esto enlaza con el concepto del ‘mansplaining’, que no solo está presente en su vida laboral, sino también en sus relaciones. Varias son las veces en que Darcy corrige a la protagonista o minimiza sus preocupaciones, reforzando la de que sus problemas no son más que un mal menor. En la vida real, las mujeres constantemente reciben explicaciones no solicitadas, incluso sobre sus propias experiencias.

Amor romántico y el dilema feminista

¿Puede una mujer querer pareja sin que se cuestiones su independencia? Este dilema, vigente en nuestra sociedad, aún persigue a muchas mujeres. Tachadas de ‘malas feministas’, por su deseo de tener pareja o incluso ser madres y considerar esto como metas prioritarias en vez de otros aspectos de su vida. Lo mismo en el caso contrario.

Es cierto, que en la narrativa tradicional, el amor sigue siendo el ‘premio final’ para la protagonista, como si su vida solo pudiera completarse al encontrar a la persona adecuada. Muchos discursos feministas han cuestionado cómo las mujeres son definidas en función de su relación con los hombres. Si una mujer es independiente y exitosa, pero a la vez desea enamorarse, su empoderamiento se pone en duda. Es aquí donde el personaje de Bridget se vuelve paradójico: representa la independencia económica y personal, pero al mismo tiempo su historia gira en torno a la búsqueda del amor.

En ‘Mujercitas’, este debate fue ejemplificado por Louisa May Alcott, a través de las hermanas Jo y Meg March. Su contraste exponia los distintos puntos de vista, sin invalidar ninguno, ni a ellas mismas. Por otro lado, la cultura pop ha vendido la idea de que una mujer está incompleta sin pareja, y Bridget es un claro ejemplo. No importa cuánto trabaje o cuántas copas brinde con sus amigos: su arco narrativo gira en torno a conseguir (o perder) a un hombre.

Tal vez el punto no este en qué quiere Bridget, si no, en magnificar su deseo y enfocarlo desde una perspectiva afixiante y poco acertada hacía las mujeres. Da igual lo que logres, sin pareja, eres una fracasada..

Acoso laboral e invalidación del éxito

Uno de los aspectos más problemáticos de la historia es la relación de Bridget con su jefe, Daniel Cleaver. La trama nos muestra una dinámica que hoy reconoceríamos como acoso laboral (o sexual): un superior que abusa de su posición para seducir a su empleada, disfrazándolo de romance. En los 2000, esto se presentaba como un juego de seducción, pero en la actualidad sería objeto de denuncia. 

A pesar de que la relación entre Bridget y Daniel comienza con una evidente dinámica de poder desigual, la historia nos la presenta como el tipo de amor que ella ‘merece’. No porque sea sano o equilibrado, sino porque, en su mundo, los hombres interesantes y exitosos no suelen fijarse en mujeres como ella. Que un jefe carismático, guapo y encantador le preste atención parece ser un golpe de suerte más que un posible abuso de poder. Se refuerza así la idea de que, cuando una mujer recibe validación masculina, debe aceptarla sin cuestionar si realmente es lo mejor para ella. ‘Yo se que en realidad, aunque digas lo contrario, te gusto’.

Cuando una relación en el entorno laboral comienza de mutuo acuerdo, puede parecer que no hay conflicto, pero el problema surge cuando existe una desigualdad de poder. Si una mujer decide poner fin a la relación con su superior, se enfrenta no solo a la presión de esa jerarquía, sino también al juicio social que la deslegitima. En lugar de ser vista como alguien que ejerce su derecho a decidir, a menudo es señalada con descalificativos, cuestionada o incluso desacreditada, por el hecho de haber tenido una relación previa al acoso.

Opinión MIEL, LIMÓN & VINAGREJorge FauróNevenka Fernández, el pez de colores

El caso de Nevenka Fernández es un claro ejemplo de cómo una mujer que denuncia el acoso de su jefe puede ser sometida al escrutinio público y al descrédito, en lugar de recibir el apoyo que merece. Este patrón sigue vigente hoy en día, haciendo que muchas mujeres teman las consecuencias de rechazar a un superior, sabiendo que su testimonio será puesto en duda y su reputación, atacada. Y es que ni siquiera hace falta que exista tal relación. Un gesto, un comentario, son suficientes para no tolerar tal situación, aunque la realidad nos siga recordando que la mujer está en el centro de la diana.

La trampa de la “mujer real”

Bridget Jones ha sido celebrada como un icono de la ‘mujer real’ porque se sale del molde de la perfección hollywoodense, pero esto también es problemático. Su ‘imperfección’ no radica en su personalidad o en sus logros, sino en su peso y su torpeza, lo que refuerza la idea de que una mujer solo es aceptable si es graciosa y accesible (aunque deba mantener unos mínimos, para entablar cierto grado de conversación).

La humorista Henar Álvarez, en sus monólogos y columnas, ha señalado cómo la sociedad tolera mejor a una mujer si es torpe, si se siente insegura, si no representa una amenaza. Si es ‘demasiado’ segura o exitosa, de inmediato se la cuestiona o rechaza. Este es un punto clave en la percepción de Bridget: su autenticidad no proviene de su éxito profesional, sino de su vulnerabilidad. 

En su constante lucha por cumplir con los estándares de belleza impuestos por la sociedad, Jones, refleja cómo las mujeres se ven presionadas tanto por su propia autoexigencia como por las expectativas externas. A lo largo de la saga, vemos cómo se enfrenta a la dicotomía de querer perder peso para sentirse mejor consigo misma y, al mismo tiempo, ser criticada cuando, finalmente, alcanza sus objetivos.

La idea de la ‘eterna juventud’. Películas como ‘La Sustancia’ han explorado cómo las mujeres son presionadas a ajustarse a los estándares de belleza de maneras insanas. Pero incluso en aquellos aspectos reivindicativos, somos nuestro propio enemigo. Uno de los grandes debates actuales, es el movimiento ‘Body Positive’. Este promueve la aceptación de todos los tipos de cuerpos, pero, irónicamente, una mujer que inicialmente era celebrada por su ‘talla real’ y confianza, se ve rechazada por cambiar su cuerpo, aunque sea por motivos de salud.

El caso de Bridget pone sobre la mesa una reflexión crucial: ¿puede una mujer realmente ganar si las reglas del juego se modifican constantemente? Cuando la apariencia deja de ser un terreno fijo, surgen nuevas críticas que recalcan lo difícil que es, en el fondo, ser aceptada tal como se es.

Competencia sangrienta

Como si no tuvieramos bastante con lidiar con todos estos aspectos, surge la competencia contra la sororidad. La fina línea entre estos dos conceptos, es la misma que nos señala como ‘buenas’ o ‘malas’ feministas y mujeres. El personaje de Natasha, la pareja de Mark Darcy al inicio, es retratada como una mujer fría y calculadora, mientras que Bridget es cálida y torpe. Esta dicotomía no es casual: muchas veces, las historias enfrentan a las mujeres en una lucha donde solo una puede ‘ganar’ el amor del protagonista.

Este fenómeno se ve en la vida real en casos como el de Reese Witherspoon, quien ha hablado de cómo Hollywood enfrenta a las actrices entre sí en lugar de permitirles apoyarse mutuamente. La actriz ha roto con esta tendencia creando su propia productora para contar historias de mujeres desde una perspectiva diferente.

En la moda, una de las industrías más feroces con la mujer. Anna Wintour y Grace Coddington fueron enfrentadas en lugar de ser vistas como dos mujeres brillantes en un mismo espacio; en el cine, Jennifer Aniston y Angelina Jolie fueron reducidas a una rivalidad amorosa en lugar de reconocerse sus trayectorias individuales. Mientras tanto, los hombres pueden compartir éxito sin ser comparados constantemente ni ver cuestionado su lugar.

El problema no es solo la competencia, sino el mensaje subyacente: una mujer no puede ser demasiado perfecta sin que eso la convierta en una figura incómoda, y mucho menos puede triunfar junto a otra sin que la sociedad busque enfrentarla. Desmontar esta narrativa es esencial para construir espacios donde el éxito compartido sea una posibilidad y no una excepción.

Bridget en 2025: ¿Seguiría siendo un modelo a seguir?

Si Bridget Jones apareciera hoy, ¿seguiría siendo vista como un icono? Su lucha por encontrar el equilibrio entre amor, trabajo e independencia sigue siendo vigente, pero el contexto ha cambiado. Las mujeres ya no tienen que elegir entre ser fuertes o vulnerables, entre ser independientes o querer una relación. Sin embargo, su historia sigue conectando porque muestra la presión constante a la que se ven sometidas las mujeres para encajar en un molde.

Se les exige ser perfectas, pero sin llegar a serlo demasiado, porque entonces dejan de encajar en el molde de lo aceptable y se convierten en una amenaza. Deben ser exitosas, pero sin opacar a los hombres; atractivas, pero sin parecer que lo intentan demasiado; seguras, pero sin resultar intimidantes. Esta contradicción también alimenta la competencia impuesta entre ellas, donde no solo deben destacar, sino hacerlo sin despertar rechazo.

Su figura, permite reflexionar sobre las contradicciones de ser mujer en una sociedad que impone expectativas contradictorias. Su historia nos recuerda que el feminismo no es un manual de comportamiento, sino una lucha por la libertad de ser, sin juicios ni etiquetas. El problema no está en si Bridget es o no un modelo feminista, sino en la tendencia a juzgar a las mujeres bajo criterios que rara vez se aplican a los hombres. Y lo más paradójico es que muchas de estas discusiones sobre lo que “debería” ser el feminismo no están dictadas por las propias mujeres, sino por un sistema que sigue midiendo su valor en función de expectativas impuestas por la mirada masculina.  

El feminismo no puede reducirse a una lista de reglas inamovibles ni a una única forma de ser mujer. Señalar, criticar o descartar a aquellas que no encajan en ciertos estándares es replicar el mismo juicio del que se intenta huir. Bridget es imperfecta, insegura y a veces contradictoria, pero su valor no radica en si es el mejor referente, sino en la conversación que genera. El verdadero desafío no es decidir si es feminista o no, sino seguir trabajando para que ninguna mujer tenga que justificarse por ser quien es, sin miedo a ser juzgada, comparada o enfrentada a otra. Porque al final, el feminismo no es una competencia: es la posibilidad de existir sin pedir permiso.

  • Feminismo
  • Mujeres
  • Cine
  • Libros
  • Sociedad

Related Posts

Load More Posts Loading...No More Posts.