Cantos tintados

¿Cantos tintados? ¿Y eso qué es? Si no sabemos qué son los cantos tintados quiere decir que somos mayores de 18 años. Que el tiempo pasa y que no nos fijamos en el libro como un objeto completo. Con sus tapas –duras o no–, con sus guardas, con el lomo y con el color y los dibujos de sus páginas que hacen de contralomo, para que nos entendamos. Los cantos tintados son las páginas del libro que se ven sin abrirlo, ni más ni menos. Y si los editores pasearan más por librerías, cada vez verían más libros editados con esta característica.

En nuestro país, el fenómeno nos lo encontramos en algunos títulos con las hojas tintadas de un determinado color, básicamente. Eso se ha ido dando, aunque muy escasamente, en determinadas ediciones desde hace años. Y eso ya hace que esos libros queden realzados al lado del resto; que tanto el librero como el lector y el comprador lo vean como un valor añadido.

Este tipo de edición aterrizó en nuestro país desde Japón con el primer manga publicado aquí –copia exacta del japonés por cuestiones de contrato– que ya contenía esa característica. Me refiero a Akira, de Katsuhiro Otomo, publicado en primera edición japonesa por la editorial líder en ese mercado, Kodansha, y en nuestra lengua por Ediciones B en 1990.

Ese es un primer eslabón en el que la creatividad se muestra no solo en las páginas interiores, sino en el continente que lo envuelve. Esa es la idea inicial y no siendo experto en el tema me atrevería a decir que los japoneses fueron los precursores de esta forma de editar, muy rápidamente copiada en los EEUU, donde la industria editorial no tiene reparos en incorporar a su diversidad editorial ideas de cualquier país del mundo que crean que les permitirá vender más. No hay misterio.

El mercado manda

Decía que antes de la irrupción y ya normalización de los libros con cantos tintados se habían realizado esporádicamente algunos experimentos en España. Creo que no tuvieron continuidad porque sencillamente las imprentas no estaban preparadas para trabajar con ese nivel de calidad y precisión. Y cuando se tintaba con un color los costes de producción aumentaban mucho, y eso nos disuadió a varios editores. Pero cada día el mercado manda más y la demanda de libros con cantos tintados ha hecho que las imprentas se hayan puesto las pilas y los editores también.

Ahora lo anormal sería encontrarnos una saga –bien sea de ciencia ficción histórica, bien sea de fantasía prehistórica, tipo Juego de tronos, bien sea de novelas con un claro mensaje romántico– y otros libros sin cantos tintados. Han venido para quedarse, y yo les doy la bienvenida.

Además, cuando nos ponemos somos muy capaces de rizar el rizo, ya que lo de menos es el canto tintado de un solo color. Lo actual es que estén repletos de ilustraciones, signos, dibujos y lo que se les pueda ocurrir en este universo tan rico en luz, que hacen del libro un objeto –que nadie se rasgue las vestiduras– más completo dado que no solo nos ocupamos, obviamente, del texto, sino que vemos el libro en su conjunto y hacemos las primeras páginas con ilustraciones, con fotos, y cuidamos todos los detalles de la obra de papel para que sea lo más satisfactorio para los lectores. Y si además ayuda a que sea un objeto de regalo, más felices.

No hay que olvidar que lo más difícil que existe en el mundo de la lectura es que entre el primer libro en una casa. Una vez tenemos ese primer libro, sea de la temática que sea, el segundo no tardará en llegar. Así se construye una biblioteca personal y así empezamos a valorar el tiempo que dedicamos a la lectura.

Por último, me gustaría recordar que los cantos tintados no tienen género, sirven, bien utilizados, para todo tipo de temas. Para muestra, la excelente edición del megaseller de Irene Vallejo El infinito en un junco, que han realizado DeBolsillo y Siruela en tapa dura formato bolsillo con cantos tintados de azul e imágenes de flores abiertas. Una belleza. Pues eso, para muestra, un botón. No seamos rácanos con nuestros lectores y compradores, démosles lo mejor de nuestras experiencias como editores. Lo merecen.

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