Canal estrenan ‘Todos pájaros’, de Wajdi Mouawad, un ‘Romeo y Julieta’ en pleno conflicto palestino-israelí

Se conocerán en una biblioteca. Él estudia el ADN y le dirá que el amor, la memoria o la amistad se reducen a cuarenta y seis cromosomas. Ella, que investiga sobre un humanista del siglo XVI obligado a convertirse del islam al cristianismo, contestará que la identidad, así, se vuelve algo simple. Él se llama Eitan y es un joven científico alemán de origen israelí; ella es Wahida, una estudiante árabe, de origen marroquí. Se enamorarán y emprenderán un viaje interrumpido por un ataque terrorista en el puente Allenby que une Israel con Jordania que dejará a Eitan postrado en una cama de hospital, en coma. Y ese espacio y tiempo suspendido en el que conviven el presente y el pasado estará habitado por las visitas de sus padres y abuelos, por la memoria de esos vínculos, los conflictos que los atraviesan y por la culpa. Es el punto de partida de Todos pájaros, de Wajdi Mouawad, obra con la que el dramaturgo y director libanés se estrenó en 2017 como director artístico del Théâtre de la Colline de París y que acaba de estrenar Mario Gas en los Teatros del Canal de Madrid, en cartel hasta el 29 de diciembre, a excepción del 24 y el 25.

En el reparto, Manuel de Blas, que vuelve a las tablas después de llevar ocho años retirado, Pere Ponce, Candela Serrat, Aleix Peña, Pietro Olivera, Lucía Barrado, Nuria García, Juan Calot, Anabel Moreno y Vicky Peña, que sustituye a Núria Espert después de que abandonara el proyecto por problemas de salud. Al frente de la producción, Ysarca, productora y distribuidora de Pilar de Yzaguirre, actual directora del Festival de Otoño y la misma que puso en pie en 2016 otra obra de Mouawad, Incendios, también dirigida por Mario Gas. Yzaguirre explicaba que el proyecto intentó ponerse en pie hace cuatro años, pero no pudo ser: ‘Ha sido muy costoso. No entiendo por qué a veces en este país las cosas que son buenísimas tardan tanto en salir adelante’. Diez actores en escena y veinte funciones que se traducen, según el portal de transparencia de la Comunidad de Madrid, en un contrato de adjudicación a Ysarca por 246.500 euros, una cifra bastante superior a los 168.735 euros que pagó la Comunidad de Madrid por las 22 funciones de El alcalde de Zalamea, una producción de tamaño similar, con 15 actores en escena, que abrió la temporada actual de los Teatros del Canal.

Los actores de 'Todos pájaros' en escena. / PABLO LORENTE

Todos pájaros, una relectura de Romeo y Julieta con el conflicto palestino-israelí de fondo y ese vínculo con la tragedia griega habitual en la obra de Mouawad, se inspira en una leyenda persa sobre un pájaro anfibio, un pájaro que sueña con nadar y al que le nacerán branquias, una historia de mutación que “me trastorna hoy por lo que cuenta sobre nuestro tiempo, nuestro mundo y nuestra relación con el otro, con el enemigo”, dice su autor acerca de una historia que se interroga sobre la identidad individual y colectiva, sobre la familia y su herencia, sobre el odio, las ideologías y la concepción del otro como enemigo. En un momento de la obra, Wahida se preguntará: ¿Hasta qué punto debemos atarnos a nuestra identidad perdida? ¿Qué es vivir entre dos mundos? ¿Qué es un emigrante? ¿Qué es un refugiado? ¿Qué es un mutante?

La obra de Mouawad, que también se estrenó este verano en el Festival Grec con dirección de Oriol Broggi, aborda el conflicto palestino-israelí, pero lo hace “como metáfora de las fagocitaciones y enfrentamientos históricos entre comunidades”, explica Mario Gas. El director de escena sostiene que “Wajdi Mouawad no es un autor didáctico ni de agitprop, él usa un lenguaje potente, directo y al mismo tiempo metafórico y poético para entrar muy duramente en lo que conoce y ha sufrido como libanés. Y toda la mirada que proyecta sobre ese lugar del mundo es una metáfora terrorífica sobre la falta de entendimiento entre los seres humanos, sobre las identidades perniciosas, las paradojas de querer a uno y despreciar al otro y no saber realmente quién eres, sobre los conflictos de poder, las luchas ancestrales y los cuchillos clavados en la garganta individuales y colectivos a lo largo de generaciones. Todo eso genera un cuerpo que está presente en casi todas las obras de Mouawad, que en este texto busca demostrar que las aniquilaciones, los fundamentalismos y las identidades que se desarrollan por caminos falsos no son más que impedimentos para que nos entendamos y seamos lo que somos: diferentes pero muy iguales”.

Guerra e identidad

Publicada en español por La Uña Rota con traducción de Coto Adánez, en Todos pájaros Mouawad confrontará, como también hizo en Incendios, el entendimiento y la sinrazón, la paz y la guerra, y asumirá una postura claramente pro palestina. “Claro que (el texto) es pro palestino —afirma Mario Gas—, pero ante el horror de estas luchas hay un personaje que dice que no tendrá consuelo hasta que esas lenguas, esas culturas, esas naciones, esos pueblos, acaben con esta masacre. Y cuando dice eso del conflicto palestino-israelí, Mouawad está hablando de todos los conflictos que están sucediendo constantemente y que no se acaban y por ahí entronca con el concepto de la tragedia griega”.

El director sostiene, además, que “todo el gran teatro es político porque la vida es política, vivir es político, y no me refiero a una ideología de partido, sino a estar atento a lo que ocurre a tu alrededor, sobre todo para una persona como Wajdi Mouawad nacida en el caldo de cultivo de ese conflicto endémico, una guerra que durará mil años y no se acabará nunca, como dice un personaje de la función”. En su opinión, lo interesante de la obra es que “reúne las dos cosas fundamentales del gran teatro: primero, te hace pensar, te lleva a la reflexión, y en ese aspecto es un teatro político; y al mismo tiempo te lleva a la emoción, a la catarsis, porque te conmueve aquello a lo que estás asistiendo”.

El director Mario Gas. / SERGIO PARRA

“En esta guerra mi lugar está allí. Al otro lado de este muro. Con los que van a perder”. Así hablará Wahida después de vivir, a lo largo de las tres horas que dura el espectáculo, un viaje de descubrimiento en torno a su propia identidad. En Todos pájaros, todos los personajes se preguntarán quién soy, pero quizá ella ejemplifique como ningún otro esa toma de conciencia respecto al lugar que uno, como individuo, ocupa en el mundo. “Soy árabe y nadie me ha enseñado a serlo, al contrario, han hecho lo imposible para que no quisiese serlo”, dirá el personaje y Candela Serrat, la actriz que se mete en su piel, explica que “ella cree desde un principio que esto no va con ella, pero de repente llega a un lugar y vive unas circunstancias que la llevan a abandonar todo lo que creía para cambiar radicalmente su visión del mundo y su presente”. Serrat señala que el suyo no es el único arco dramático potente que dibuja Mouawad, que narra una historia “con personajes que no se entienden al principio y que luego empiezan a entenderse, a perdonarse, son personajes que despiertan sus identidades familiares, algo de lo que creían que nunca iban a formar parte”. Al suyo se añade también el viaje de una soldado israelí “hacia la comprensión y la denuncia, por vía emocional, de lo que está viendo realmente, aunque ella pertenezca a uno de los bandos”.

Mario Gas situará la acción en un espacio despojado y esencial, “un espacio desnudo y sugerente de un realismo objetual pero onírico al mismo tiempo, apoyado con imágenes a veces concretas y a veces conceptuales de Álvaro Luna y de Elvira Ruiz, un lugar en el que los actores se ubican para expresar todos los matices de la dialéctica del conflicto. A mí me gusta siempre esa frase tan manida de menos es más —explica el director— y creo que en este espectáculo hemos eliminado todo aquello que podía enmarañar, distraer o edulcorar”. 

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