Bautismo a fuego: el nacimiento de la identidad brava

El frío de una mañana de sábado de enero contrasta con el hierro candente que se prepara para bautizar a fuego a alrededor de medio centenar de becerros, entre machos y hembras, de la ganadería de Rodolfo Gallego.

Son los del guarismo 4, nacidos a partir del 1 de julio del pasado año, y ya tienen «identidad» porque ni el frío puede con la afición. Y es que, en las labores del herradero, acompañan al ganadero decenas de personas dispuestas a echar una mano y toda su pasión por el toro bravo. La tarea está perfectamente interiorizada y el trabajo en equipo, engranado.

El mayoral es quien, con su garrocha, va decidiendo animal a animal el que pasa al turno del cajón, donde va a ser marcado con los cuatro hierros de rigor.

Bautizo a fuego de los becerros. / C. T.

Con precisión de cirujano, para que sean claramente visibles, las manos los posan con cuidado sobre cada animal. Así, becerro a becerro, sobre el pelaje de cada uno, van quedando marcadas a fuego la «A» que identifica que la ganadería pertenece a la Asociación de Ganaderías de Lidia, el número correlativo de cada becerro en la camada; el 4, correspondiente al año ganadero en curso, y el hierro identificativo de la ganadería, en el que se superponen la «A» y la «G», iniciales del fundador de la ganadería, Agustín Gallego. Sobre la división del hierro en ambas letras, el hijo y actual ganadero, Rodolfo Gallego, explica que han decidido «partirlo» en dos porque, «cuando pasaba un tiempo, se emborronaba y no se veía bien» por lo que, ahora, prueban a marcar la «G» primero y superponer la «A» que completa la marca identificativa de la casa ganadera.

En cuanto al número correlativo que corresponde a cada animal en la camada, el ganadero sigue un diferente criterio entre los machos y las hembras. Los primeros empiezan a marcarse con el «1», mientras que, con las hembras, la correlación numérica continúa a partir de hasta donde se llegó en la camada anterior, la del guarismo 3 —los animales nacidos entre el 1 de julio de 2023 y el 30 de junio de 2024—.

Con precisión de cirujano, para que sean claramente visibles, las manos los posan con cuidado sobre cada animal. Así, becerro a becerro, sobre el pelaje de cada uno, van quedando marcadas a fuego la «A» que identifica que la ganadería pertenece a la Asociación de Ganaderías de Lidia, el número correlativo de cada becerro en la camada; el 4, correspondiente al año ganadero en curso, y el hierro identificativo de la ganadería, en el que se superponen la «A» y la «G», iniciales del fundador de la ganadería, Agustín Gallego. Sobre la división del hierro en ambas letras, el hijo y actual ganadero, Rodolfo Gallego, explica que han decidido «partirlo» en dos porque, «cuando pasaba un tiempo, se emborronaba y no se veía bien» por lo que, ahora, prueban a marcar la «G» primero y superponer la «A» que completa la marca identificativa de la casa ganadera.

dc9b15d9 8bdb 4c78 b70a 19f22ab3d0a4 source aspect ratio default 0 / C. T.

En cuanto al número correlativo que corresponde a cada animal en la camada, el ganadero sigue un diferente criterio entre los machos y las hembras. Los primeros empiezan a marcarse con el «1», mientras que, con las hembras, la correlación numérica continúa a partir de hasta donde se llegó en la camada anterior, la del guarismo 3 —los animales nacidos entre el 1 de julio de 2023 y el 30 de junio de 2024—.

En cuanto a los machos, sin embargo, «como, normalmente, los lidias y luego los números se les ven bien, empiezas por el uno, tampoco hace falta ponerles muchos números para quemarlos tantas veces», asevera.

Precisamente, sobre la hora de lidiarlos, el veterinario Julián Escudero, atento durante toda la mañana a cada detalle de las labores del herradero, explica que todos los animales que salen a un festejo popular o de lidia ordinaria, «a un festejo público taurino», tienen que estar inscritos en el Libro Genealógico «como certificado de animal que es de raza pura», y es la jornada del herradero la que sirve para que él pueda expedir dos certificados: el de nacimiento, «indispensable» para que los animales puedan participar en festejos taurinos, y la carta genealógica, necesaria para poder venderlos.

Todo ello lo hace tras haber confirmado también en el propio herradero «todos los datos» que ya ha visto antes, tras las declaraciones mensuales en las que el ganadero ya ha tenido que declarar el crotal, la madre y el padre y la fecha de nacimiento del becerro, del que el veterinario también comprueba que «mama a la madre que nos han declarado».

Además de toda esta información, durante el herradero, se añade la capa o color de pelaje del animal —predominan en la jornada las capas coloradas, castañas y negras y hay alguna vaca sarda— y, ahora sí, « hoy es cuando se da de alta este animal, es el bautizo, cuando entra a formar parte de la ganadería y, por ende, a partir de hoy, ya empieza a tener una entidad en el Libro Genealógico», explica Escudero, que lleva acudiendo a los herraderos de la ganadería más de 30 años.

Aunque, desde hace más de 40 años, las reses pastan en una finca en San Román de Hornija, antes estuvieron en Venialbo, de donde procede la familia. Como explica el ganadero, «antiguamente», eran Santa Coloma, pero el encaste está ya «un poco cruzado» con algunos sementales de Domecq, y se destinan, sobre todo, a los festejos populares, encierros y cortes, a los que seguirán saliendo los toros de la divisa encarnada y verde.

  • Toros
  • Zamora
  • Ganadería

Related Posts

Load More Posts Loading...No More Posts.