Angy Fernández (Palma, 1990) saltó a la fama a los 16 años recién cumplidos, tras presentarse a los castings de Factor X. A raíz de su participación en el conocido programa de música, firmó un contrato con Sony, consiguió un papel fijo en la serie adolescente Física o Química, participó en la primera edición de Tu cara me suena —que además ganó— y se pasó varios años haciendo la exitosa obra de teatro musical La llamada, creada y dirigida por Javier Calvo y Javier Ambrossi. Ahora acaba de publicar un libro de memorias, titulado Bonito desastre, donde comparte la historia de su vida e invita a los lectores a vencer esos miedos que a veces resultan paralizantes. “Siento que esto va a ser sobre todo un diario porque, cuando empecé a escribir, estaba de una manera y hoy me siento de otra”, comenta en el prólogo. “Porque sigo batallando con mis demonios y conmigo misma, y hay días que blanco y otros que negro. No quiero mentir ni teñir mi vida de color de rosa o de verde esperanza. Tampoco tengo la intención de teñirla de negro, aunque mi cabeza se empeñe en eso. Aunque también debo decir que me gusta mucho el color negro y que un poco adicta al drama sí que soy”.
P. La palabra miedo está muy presente en todos los capítulos de su libro. ¿También ha sentido angustia por si este proyecto recibía malas críticas?
R. Sí, por supuesto. Más que miedo me produce tristeza porque, al final, tengo mis inseguridades como todo el mundo. Aunque tuve tiempo para corregir el libro, cada vez que lo miro veo que hay cosas que quizás me habría gustado contar de otra manera, pero bueno, supongo que esto es normal. Cuando una se abre y se expone tanto como yo lo he hecho, siempre tiene miedo por si alguien lo utiliza en su contra. Por ahora solo he recibido amor y buenos comentarios. Y si recibo algunos malos, los tendré que aceptar.
P. Los expertos aseguran que la herencia genética influye hasta en un 60% en la personalidad. ¿Sus progenitores también han sido temerosos?
R. Totalmente. Mi padre, que era policía, vivió en el País Vasco en una época en que ETA mataba a policías, guardias y políticos civiles día sí y día también, así que pasó mucho miedo, claro. Mi madre se fue con él y ambos lo pasaron muy mal. Ella me contó que, incluso cuando luego se trasladó a Mallorca, siguió teniendo miedo a todo. Al final los traumas consiguen eso, que vivas toda tu vida de esa manera.
Angy Fernández posa con su libro 'Bonito desastre'. / CEDIDA
P. ¿De qué forma le afectó la separación de sus padres?
R. Como tenía dos años, no recuerdo bien. Supongo que sí me afectó, porque siempre afecta el hecho de que tus padres se separen y que, de repente, ya no veas tanto a tu padre, que además cuidaba mucho de mí porque entonces era mi madre la que trabajaba. Lo que sí me afectó más fue la muerte de mi padre. La pérdida de la figura paterna te marca para siempre, tengas la edad que tengas.
P. Comenta que la adolescencia fue el momento de su vida donde se sintió más libre y feliz.
R. Sí, aunque me había pasado ya todo eso que te decía, me sentí feliz durante la adolescencia. Tenía amigos, mi madre me daba libertad, me lo pasaba bien, me reía, escuchaba música… No me gustaba estudiar, pero tenía un grupo de colegas grande y eso me hacía sentirme querida.
P. ¿No sufrió nunca acoso escolar?
R. No, el acoso escolar es algo fuerte. Pero sí recuerdo que en mi colegio algunos me dieron de lado, quizás por mi manera de ser, que era la de una persona bastante extrovertida y malhablada. Los padres de mis compañeros de clase se pusieron de acuerdo para dejarme un poco de lado. Recibía insultos de algunos compañeros y cosas así, pero imagino que esto es algo bastante común cuando hablamos de niños. A algunos les dio por mí, igual que a otros les dio por otros compañeros.
Recuerdo que en mi colegio algunos me dieron de lado, quizás por mi manera de ser, que era la de una persona bastante extrovertida y malhablada
P. ¿Por qué le cuesta decir que está orgullosa de su paso por Factor X?
R. Porque me hubiera gustado centrarme solo en el concurso, pero no lo hice. Es verdad que siempre me aprendía las canciones y hacía aquello que tenía que hacer, pero también es cierto que me hubiera gustado concentrarme más en vivir ese momento que en una pareja que tenía. Yo era muy joven entonces y tenía cierta tendencia a aferrarme a un hombre, a una pareja. Todas las personas deberíamos aprender a estar solas, aunque esto es algo que solo he comprendido con el paso del tiempo.
P. Aquel novio en concreto no quería que participara en la serie Física o Química.
R. Sí. A él no le hacía mucha gracia que se tratara de una serie en la que, ya desde el principio, se veían cosas como una fiesta petting. Supongo que tenía miedo a que, entrando en una serie así, lo nuestro se rompiera y me fuese a perder. Obviamente, tratando de atarme era más fácil que me fuese. Me dijo que no quería que hiciera la serie y, encima, yo tenía miedo a mudarme a Madrid para hacer algo así. Me planteé incluso no hacerla, porque el miedo llegó a paralizarme, pero al final la hice, ¡y menos mal!
P. ¿Y qué la llevó realmente a dejar la música?
R. Me fui de Sony en 2014 porque, aunque la música me gusta mucho, lo que más me gusta es actuar, subirme a un escenario para interpretar un personaje. Cuando más feliz he sido es cuando he rodado una serie o una película, cuando he hecho un curso de interpretación,… Siento que ese es mi camino. Es cierto que podría hacer ambas cosas, cantar y actuar, pero quizás no lo haría de manera exitosa, porque se trata de carreras muy complicadas y sacrificadas. Si tengo mi energía puesta en ir cada día a hacer mi función de teatro, sé que me resultará complicado por ejemplo poder hacer una gira.
'Bonito desastre' es el libro autobiográfico de Angy Fernández. / CEDIDA
P. Pese a todo, vivió varios años de éxito laboral. ¿Diría que esa etapa quedó opacada por la ansiedad y la depresión?
R. Sí, claro. Cuando me empezaron a ir bien las cosas, y se supone que tendría que estar supercontenta, era una adolescente a la que todo le vino un poco grande. El otro día hablaba justamente de esto con un compañero de la serie. Ahora es común que, cuando tienes que rodar ciertas escenas íntimas, te pongan a una persona que cuida cada detalle, pero antes no se hacía así. Éramos todos un grupo de adolescentes que trabajábamos en una serie en la que se rodaba durante muchas horas, nos enfrentamos de pronto a un éxito grande… Y quizás no habría estado mal que contáramos con cierta ayuda terapéutica o que nos recomendaran la posibilidad de buscar a un psicólogo que nos ayudara a recorrer ese camino. Ahora se habla mucho de salud mental, hay más herramientas y se trata el tema en los colegios e institutos, pero antes no había nada de eso. Vivir aquello fue difícil para todos, no solo para mí, aunque es cierto que yo soy la que más lo verbaliza [risas].
P. El hecho de que en tres años solamente la hayan visto dos directores de casting también ha dañado su autoestima.
R. Bueno, sí… Pero a veces tiendo a centrarme únicamente en lo negativo y también debería pensar que, por ejemplo, me llamaron directamente para hacer la obra de teatro Una terapia integral. Lo que pasa es que lo que más me apetece hacer es audiovisual y sí me pregunto a veces ‘¿Qué pasa? ¿Por qué no me ven?’. Pero supongo que no me ven porque somos muchísimos y quizás mi perfil no es tan común como el de otros.
P. ¿Cree que el hecho de que se pinte el pelo de colores, sea cantante y saliera en ciertos programas de televisión es un hándicap para su carrera actoral?
R. Eso es lo que he pensado durante toda mi vida. En Estados Unidos, sin embargo, es muy común que alguien cante, actúe y haga lo que quiera. Como soy alguien muy transparente, y cuando salgo en la tele se ve rápidamente el tipo de persona que soy, puede que piensen que no voy a ser capaz de hacer un determinado personaje. Si me dan la oportunidad, cosa que han hecho muchas veces y que seguramente volverán a hacer en algún momento, verán que soy capaz de interpretar un personaje, de ser algo más que Angy. Precisamente los actores estamos para eso, para transformarnos.
Con el Benidorm Fest me reconcilié conmigo misma, pero luego hubo de nuevo un momento en el que pensé ‘Otras, ¿por qué no me llaman?’
P. En su autobiografía comenta que el teatro musical le ayudó en varios momentos a salvar el culo.
R. Así es. El teatro musical es de las cosas que más me gustan, y me alegra que ahora haya tantos musicales en nuestro país. Si tengo que pasarme el resto de la vida haciendo esto, seré feliz. Pienso que algunas personas no valoran lo suficiente las obras de teatro musical, en las que tienes que cantar, actuar,… y donde hay mucho trabajo detrás.
P. “Me siento agotada de tenerme en tan poca estima, de ser tan insegura y de resaltar más mis fallos que mis virtudes”. ¿Le sirvió el Benidorm Fest para reconciliarse consigo misma?
R. Sí, con el Benidorm Fest me reconcilié conmigo misma, pero luego hubo de nuevo un momento en el que pensé ‘Otras, ¿por qué no me llaman?’. Aunque me temo que esto va a ser siempre así. Hablando con compañeros de profesión, algunos me dicen que a ellos les pasa lo mismo que a mí. Pero es verdad, estoy agotada de tenerme en tan poca estima, porque siento que valgo para esto y que merezco la pena. Sé que soy buena persona, llevo veinte años dedicándome a esto, quiero ayudar a la gente,… Todas las personas tenemos que valorar lo que tenemos, sin por ello creer que estamos por encima de nadie.
P. Su relación con el actor Pepe Nufrio también le ha servido para acallar fantasmas.
R. Sí. Y también para sacarlos, ojo, porque cuando tienes pareja sale todo… Pepe y yo estamos creciendo juntos, aprendiendo y haciéndolo lo mejor posible. Todas las relaciones son difíciles, y ninguna es tan idílica como solemos ver en las redes sociales. No sé qué pasará con él en un futuro. Ojalá que esto dure mucho tiempo pero, si no sucede así, igualmente habrá sido un compañero del que habré aprendido mucho y que me habrá dado grandes momentos. De momento él es la persona con la que quiero estar.
P. ¿Y cómo se encuentra en estos momentos? ¿Algún proyecto a la vista?
R. En 2023 pagué un dinero de mi propio bolsillo, como hace mucha gente, para grabar una canción, Dualidad. En ese momento no lo sabía, pero al poco me llamaron para trabajar en la comedia Una terapia integral, que iba a durar toda una temporada, así que aquello fue como ‘Ostras, tío, ¡voy a tener una nómina cada mes!’, cosa que no es tan fácil cuando te dedicas a esto. De momento sé que hasta el próximo mes de junio seguiré haciendo esta obra en el Teatro Fígaro, lo que me da cierta tranquilidad en todos los sentidos. Por otro lado, hasta hace poco estuve también muy centrada en acabar bien este libro, así que dejé un poco de lado la música. Pero igualmente me gustaría sacar pronto alguna canción. Eso y seguir, ¡hay que seguir adelante!
.