No es un edificio de consensos. Buena parte de la comunidad arquitectónica lo venera, pero todavía hay en ella a quien se le resiste. También abundan las diferencias entre los ciudadanos que a menudo se cruzan con él cuando circulan por el Paseo del Prado: ‘un diseño avanzado a su tiempo’, dirán algunos; ‘recuerda a los nichos verticales de un cementerio’, atacarán otros, un tanto lapidarios. El elogio más común es el de que supuso un soplo de modernidad en un país que era todo oscuridad y atraso, y que todavía hoy se mantiene joven y lozano; la crítica más habitual es la que lo tacha de adefesio impersonal y lo acusa de plantarse con demasiada poca vergüenza delante de un emblema del neoclasicismo como el Museo del Prado.
El edificio de la Casa Sindical, al que muchos madrileños conocen simplemente como ‘el ministerio de Sanidad’ por una de las instituciones que alberga y porque es habitual ver a funcionarios de bata blanca manifestándose a sus puertas, ha sido declarado Bien de Interés Cultural (BIC) a propuesta del ministro de Cultura, Ernest Urtasun, en la categoría de Monumento. Cultura empezó en enero pasado a tramitar el expediente que tenía como objetivo esta declaración, que supone la aplicación de la máxima categoría de protección que contempla la ley de Patrimonio Histórico Español. Un informe de la Universidad Politécnica de Madrid ya había señalado en su momento la idoneidad de declarar BIC el edificio “por sus valores patrimoniales, arquitectónicos, culturales e inmateriales”.
Concebida para albergar la sede central de sindicato vertical franquista, la Delegación Nacional de Sindicatos, como se le bautizó en su momento, fue construida entre 1950 y 1957 en los terrenos que anteriormente había ocupado el Palacio de Xifré, una joya de la arquitectura neomudéjar en la capital. Diseñado por el arquitecto Francisco de Asís Cabrero con la colaboración de Rafael Aburto, se considera uno de los primeros hitos en la reconducción de la arquitectura típica del franquismo desde el historicismo de su primera etapa hacia los paradigmas del racionalismo, convirtiéndose en todo un emblema de este estilo y del movimiento moderno en nuestro país. Una de sus inspiraciones fue, precisamente, la rama racionalista de la arquitectura fascista italiana, con el EUR romano como gran referente.
Como dicen los arquitectos y profesores Rodrigo Almonacid Canseco y Alberto Ruiz Colmenar en su ensayo Construcción ideológica y simbología formal en el franquismo: la Casa Sindical de Madrid, moderna expresión del nacional-sindicalismo, el de Asís Cabrero y Aburto fue “uno de los primeros edificios que proponían un cambio en las formas de la arquitectura española tras la Guerra Civil, más en la línea del New Empiricism europeo, una versión neorrealista del funcionalismo, pero sin su estética impostada. Aparentemente, el proyecto no respondía a la expresión arquitectónica habitualmente empleada para adscribirse al espíritu imperialista marcado desde el Gobierno del general Franco. El edificio de Sindicatos se ha estudiado históricamente como un ejercicio insólito de sus arquitectos por eludir las consignas oficiales”.
Anteproyecto para la Casa Sindical. / Servicio Histórico del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM)
Ese contraste se manifiesta de manera descarnada en la comparación entre el edificio de sindicatos y otro contemporáneo, el del Ministerio del Aire (vecino hoy en día del intercambiador de Moncloa) diseñado por Luis Gutiérrez Soto. Este último, concebido unos años antes, todavía se fundamentaba en el historicismo imperial del estilo herreriano que tanto gustaba al primer franquismo. El del Paseo del Prado es en cambio una obra despojada, de gran simplicidad de formas y volúmenes, sin ningún tipo de adorno en una fachada, la delantera, que es pura cuadrícula. Si hubiera que buscar algún elemento identitario que le ligase a esta ciudad y a este país, este podría ser el ladrillo rojo heredado de la arquitectura mudéjar, aunque como sostienen Almonacid y Ruiz, esa ‘proliferación de construcciones de ladrillo’, tan habituales en buena parte de España, tuvo seguramente más que ver ‘con su característica de material local, fácil de fabricar, suministrar y colocar, que con un anhelo estilístico marcado por las autoridades.
La Casa Sindical, nombre que se popularizó a lo largo de los años franquistas, alberga hoy en día las sedes del Ministerio de Sanidad y del Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030. Hasta hace unos meses, también tenía aquí su sede el Ministerio de Juventud e Infancia. Otro célebre habitante del edificio fue el diario Pueblo, uno de los periódicos más destacados de la dictadura que era propiedad de los sindicatos verticales franquistas. El conjunto se compone de un cuerpo central de 16 pisos y dos laterales de siete plantas. En 1960 se amplió con una extensión que hoy en día alberga la sede principal del sindicato Comisiones Obreras. Se ubica dentro de los límites del Paseo del Prado y del Buen Retiro, en el entorno de lo que se ha llamado ‘Paisaje de la Luz’, Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 2021.