Este miércoles 7 de mayo, Almudena Grandes habría cumplido 65 años. Una edad que la autora, conociendo su hiperactividad y su pasión por la literatura, seguro que no habría aprovechado para jubilarse. El mortal arañazo de un cáncer fue lo único capaz de alejarla de una escritura a la que dedicó buena parte de su vida, y de finalmente llevársela en noviembre de 2021, dejando en shock a toda una legión de lectores entregados, al mundillo literario hispano y a todo un país que la había convertido en una de sus firmas más queridas y respetadas.
En esta tarde de mayo en Madrid, muchos de quienes la trataron y la quisieron se reunían en el Cine Estudio Círculo de Bellas Artes para volver a ver a su amiga vital y sonriente, contagiando su alegría a pesar la tristeza que supone su ausencia. No se la podía abrazar, como muchos hubieran querido, pero la pantalla grande la mostraba en todo su esplendor, con su característica voz grave y la sonrisa frecuente. El motivo era el preestreno de Almudena, el documental sobre su vida que ha rodado la directora Azucena Rodríguez, y la cita se había planteado como una especie de fiesta de cumpleaños que anticipa su estreno comercial el 16 de mayo en cines de toda España. En Madrid será el 14 porque el 15 es festivo, San Isidro, esa celebración castiza de la que ella leyó el pregón en 2018, con Carmena todavía en el ayuntamiento. ‘Nadie de mi familia había llegado tan lejos desde que, en 1932, mi tía abuela Camila Rodríguez fue elegida Miss Chamberí en la verbena del Carmen’, se lo agradecía entonces a la alcaldesa la escritora, siempre lista para la broma.
Cultura y política
En el Círculo este martes no faltaban su marido, Luis García Montero, ni sus hijos y hermanos. Había gentes de la cultura como Aitana Sánchez-Gijón, Juan Diego Botto, Susi Sánchez, Juan Echanove, Montxo Armendáriz, Fernando León de Aranoa, Carlos del Amor, Ángeles González Sinde o los músicos Ade Martín y Nico Yubero, de La Paloma. Y tampoco faltaban algunos líderes políticos y sindicales de izquierda, la fé que ella profesó y difundió siempre: la vicepresidenta Yolanda Díaz, y el secretario general de CC.OO. Unai Sordo. Todos resaltaban la alegría que siempre desprendió Grandes, su sentido del humor incluso en las situaciones más complicadas. ‘Almudena era una persona que afrontaba con preocupación el mundo que la rodeaba pero siempre intentaba desdramatizar, no incrementar los dramas. La conversación sobre todo lo que ocurre, con ella, habría tenido brillo, chispa… como tenía su literatura’, decía Echanove cuándo se le preguntaba cómo habría vivido la escritora un momento histórico tan complicado como el actual.
La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, en el estreno de 'Almudena'. / Rodrigo Jiménez – EFE
Azucena Rodríguez (directora de Entre rojas o de la adaptación de la novela de Grandes Atlas de geografía humana) comenzó a rodar el documental sobre la escritora en ese tiempo remoto que parece ahora el mundo pre-pandemia, cuando la enfermedad no estaba ni se la esperaba. ‘En aquel momento lo que yo quería era hacer una película que diese cuenta de su talla como escritora’, contaba Rodríguez durante la presentación de la película. ‘Analizar cómo era capaz de conectar con el público, de tener cientos de miles de lectores en todo el mundo. Quería que me contase su proceso creativo. En fin, que hablásemos de literatura’.
Irrumpieron entonces un cáncer colorrectal y finalmente la muerte. El proyecto se tambaleó. ‘Poco después me encontré con Mariela [Besuievsky, productora en Tornasol junto a Gerardo Herrero] y recordamos que ellos han producido cinco de las adaptaciones de las novelas de Almudena. Y pensamos que qué bonito sería retomar el documental. Yo me lancé, aunque sabía que iba a doler. Y ha dolido’, recordaba la cineasta sin poder contener la emoción, porque como iba a suceder esta tarde en el Círculo, ‘si hacíamos la película volveríamos a oírla, a verla. Podríamos pasar todos otro rato con ella’.
La escritora, en una escena del documental en la que lee el pregón de las fiestas de San Isidro. / Cedida
Retrato íntimo y público
En Almudena se evoca la infancia lectora de una niña que devora novelas de Verne o de Stevenson; su trabajo en la editorial Anaya mientras saca tiempo para su maternidad y para terminar su debut literario, Las edades de Lulú, que tendrá un éxito atronador; su pasión por Galdós, que será su modelo de escritor riguroso y popular a la vez. E irán llegando otros libros que conquistarán a cientos de miles de lectores: Malena es un nombre de tango, Atlas de geografía humana, El corazón helado o los cinco volúmenes de Episodios de una guerra interminable, el ciclo con el que quiso hacer su propia aportación a esa memoria histórica de espíritu democrático que tanto cuesta consensuar en España.
La actriz Aitana Sánchez-Gijón, en el preestreno de 'Almudena'. / Rodrigo Jiménez – EFE
La veremos en sus casas de la madrileña calle Larra o de Rota, en Cádiz, donde tanto le gustaba recibir a sus amigos; cocinando con pasión, como hacía a menudo; hablando desde atriles durante la lectura de su pregón de San Isidro o en un mitin de antiguos combatientes republicanos. Una Almudena íntima y a la vez también pública, siempre cargada de esa energía y esa vitalidad con la que todos la recuerdan. De esa alegría que, evocaba Rodríguez, ‘ella siempre decía que era una forma de resistencia’.
Luis García Montero, visiblemente afectado en este cóctel de retorno al duelo y feliz homenaje que era el acto de este martes, agradecía a la directora ‘que tomase la decisión de que esta película tenía que ser protagonizada por Almudena. Porque a veces los documentales convocan a eruditos, académicos, historiadores que hablan sobre una personalidad. Y lo que ha hecho Azucena es presentar a Almudena en su propia personalidad, ya veréis que protagoniza todas las imágenes’, decía el director del Instituto Cervantes, que también tiene una importante presencia en la película.
Le preguntaba este diario a García Montero cómo creía que Almudena Grandes habría querido ser recordada. ‘Ella decía que el premio más importante para los lectores son sus escritores, y que el premio para los escritores son sus lectores’, respondía su marido, también autor como ella. Y concluía: ‘Le gustaría ser recordada como una escritora que fue parte de la educación sentimental de sus lectores’.