Cómo hemos cambiado: los primeros años del siglo XXI, bajo la mirada de los jóvenes (no te asustes)

Aunque nos cueste imaginar a una sin la otra, Generaciones es anterior a La Casa Encendida. El centro, ubicado en la antigua sede del Monte de Piedad de la Ronda de Valencia, abrió sus puertas en 2002, momento en el que la convocatoria, dirigida a la promoción del arte emergente, cumplía dos años de vida. Un cuarto de siglo después, la Fundación Montemadrid se da la enhorabuena a través de un programa expositivo que suma, a la habitual exposición de los artistas premiados en esta edición, un par de exposiciones conmemorativas.

‘Creo que una de las fortalezas es su longevidad, que el proyecto haya sabido adaptarse a los cambios del contexto y seguir siendo relevante’, afirma Pablo Berástegui, actual director de La Casa Encendida. ‘Los objetivos no creo que hayan cambiado, aunque sí el contexto. En un primer momento se premiaba obra ya producida, posteriormente se decidió producir obra nueva, que creo que es un valor adicional al reconocimiento que suponía el primer modelo. En este momento, después de 25 años, queremos dedicar un tiempo a pensar de qué manera podemos ser más efectivos en el apoyo a los creadores, en mejorar sus condiciones de trabajo y promover nuevos trabajos necesarios para el momento presente’.

Al mérito de la longevidad (en un contexto en el que, habitualmente, proyectos llamados a perdurar desaparecen sin previo aviso) hay que añadirle el notable plantel de artistas seleccionados, entre los que se cuentan buena parte de los nombres más destacados del panorama artístico nacional: Lara Almarcegui, Pedro G. Romero, June Crespo, Julia Spínola, Teresa Solar, Cristina Lucas, Dora García y un largo etcétera.

Una de las obras de 'Generaciones'. / MARU SERRANO

‘En ese momento, con 29 años, fue una plataforma importante de visibilidad de mi trabajo a nivel nacional, e incluso salieron varias oportunidades internacionales. Fue de las primeras veces que conté con un presupuesto para producir la pieza y, también, para poder encargar un texto a un curador que me interesaba. Siento que, en España, Generaciones, al menos en ese momento, tenía un carácter legitimador bastante importante en nuestro contexto. Por ejemplo, las galerías, en ese momento, estaban pendientes de los artistas que salían de ahí’, asegura la artista Cristina Garrido.

Aunque el formato ha variado a lo largo de los años, desde un híbrido de becas y premios con una muestra itinerante, hasta la exposición colectiva de las últimas ediciones, el objetivo siempre ha sido el mismo: impulsar la carrera de artistas menores de 35 años, nacidos o residentes en el territorio nacional. La selección ha estado a cargo de jurados constituidos con distintos criterios. ‘Creo que en su composición’, declara Berástegui, ‘como con el resto de detalles, podemos evidenciar una evolución del momento del premio. En una primera instancia, se acude a grandes nombres del arte español, los críticos más importantes de los medios generales y especializados, los directores de los principales museos nacionales, etcétera. Lo entiendo como una búsqueda de prestigio. Es decir, los jurados funcionaban como avaladores de la selección final, por supuesto, pero también situaban al premio en relación a otros galardones o convocatorias semejantes. Muchos otros elementos como el diseño del premio físico, que en aquel momento existía, responden a esta idea de asociar reconocimiento al proyecto. Esto va cambiando con el tiempo, necesariamente renovando nombres e incluyendo otros de los que ahora detentan algunas de las instituciones de referencia, pero que en aquel momento todavía no jugaban ese rol. En un tercer momento, entiendo que con el anhelo de promover la internacionalidad de los premiados, se invitaron a representantes de instituciones culturales internacionales, principalmente de América Latina, para poder valorar los proyectos adecuadamente, por una cuestión idiomática ya que los candidatos presentan su proyectos casi al cien por cien en lengua castellana. No se primaba tanto que conocieran las lógicas internas del sistema artístico español sino la fuerza de los proyectos independientemente del papel que jueguen los artistas en el panorama local; eso me parece importante también. Esto ha llevado, a mi juicio, a que las temáticas más alineadas con las tendencias internacionales hayan podido ser mejor valoradas, que los proyectos pesaban más que quienes lo presentaban’.

Sistema de dos jurados

En Generaciones opera un sistema de dos jurados. El primero, compuesto por profesionales del contexto local, hace una criba que remite al segundo, ya definitivo. La profesora Selina Blasco ha formado parte en varias ocasiones ese ‘prejurado’: ‘Nuestra función es la de hacer una preselección generosa, en la que se intenta combinar propuestas ‘seguras’ con otras más ‘frágiles’ (estas dos categorías entre muchas comillas, porque nada está prefijado, menos mal), bien porque no estén enunciadas con mucha claridad, o porque no entran dentro de lo que previsiblemente se espera, etcétera. Esta labor me parece un lujo; poder acceder a tantas cosas sin el peso de la responsabilidad de la elección final. De todas formas, las personas del jurado ‘final’ tienen acceso a todo, no solo a lo que seleccionan las del jurado previo. Como nunca he estado en el jurado final, no sé si esto sucede a menudo’.

El objetivo de 'Generaciones' es impulsar la carrera de artistas menores de 35 años. / MARU SERRANO

En un proyecto con tantos años a sus espaldas y con un título tan canónico, cabría preguntarse si se puede hacer una justa genealogía del arte español a través de la lista de premiados. En opinión de Ignacio Cabrero, comisario un buen número de las ediciones recientes, ‘sería algo sencillo, pero no acertado. Habría que tener en cuenta los rechazados’. ‘Hay muchas prácticas que no tienen cabida cómoda en esta convocatoria, muy orientada a la exposición en espacios específicamente pensados como centro de arte, museo o galería’, añade Blasco.

Sobre este asunto difieren Berástegui y Rocío Gracia, comisaria de la muestra Veintiún años y un día, que junto a Adónde irá el pájaro que no vuele (que curarán Ángel Calvo Ulloa y Julia Castelló) completan el trío de muestras que celebran el aniversario. ‘La lista de premiados (y seleccionados y premiados hasta el 2009) constituyen una cata muy significativa de la producción del último cuarto de siglo en España en términos cualitativos’, asegura Gracia. ‘La variedad de la mirada de los distintos profesionales que han sido miembros del jurado (en sala la cartela de cada obra hace referencias al jurado que la seleccionó) ha permitido recolectar un amplio espectro de trabajos de distintas sensibilidades’.

La capacidad para ‘crear escena’ puede leerse en dos direcciones: una institución puede seleccionar, con tino, lo más relevante de su contexto; pero también puede ocurrir que el contexto se adapte al gusto de los certámenes que ofrecen oportunidades económicas y expositivas. ‘No existen muchas opciones de encontrar apoyo en fundaciones privadas o públicas. Generaciones es una excepción que se mantiene en el tiempo. La escasez de estas plataformas cada vez estrecha más el embudo de selección, entre otras cosas’, reflexionan los escultores Julia Fuentesal y Pablo Arenillas.

50 propuestas para 10 premios

‘Los modelos de financiación de las prácticas de los artistas siempre tienen a modelar el tipo de trabajo que se realiza, incluso el que llegamos a concebir», piensa Cristina Garrido. Respondemos a un contexto material incluso sin darnos cuenta. Nuestro contexto cuenta con numerosos recursos de este tipo (convocatorias, premios, becas, ayudas públicas…) que favorecen el arranque de las prácticas de los artistas y su visibilidad, comparado con otros contextos. Si trabajas en un contexto en el que el Estado apenas provee de recursos para financiar el arte, el mercado puede que sea la vía de subsistencia principal para existir como artista en ese lugar. En cambio, si trabajas en un lugar donde el arte está altamente financiado por lo público (pienso en Holanda, por ejemplo) podrán existir prácticas que no necesiten de los beneplácitos del mercado para sobrevivir y que en otro contexto serían inviables. Nuestro contexto facilita el darse a conocer en una edad temprana y comenzar a profesionalizarte. El lado menos positivo es que el medio, muchas veces, se confunde con el fin y podemos acabar produciendo para pasar por según qué filtros’.

Una de las instalaciones de 'Generaciones'. / MARU SERRANO

‘La lógica de las convocatorias nos afecta en nuestra práctica artística de raíz’, considera la artista Claudia Claremi. ‘Generaciones marca modas. Hay un estilo de arte de Generaciones. Cuando me presenté tuve en cuenta los artistas que habían sido seleccionados antes. Nunca pensé que yo lo fuera a ganar ya que mi obra era muy política y estéticamente no coincidía para nada con el estilo formalista de muchos otros artistas emergentes’.

Es interesante ver cómo el sector cultural reflexiona sobre sus propias estructuras, y Generaciones no es un hito menor. La exposición de Rocío Gracia confronta una amplia selección de obras adquiridas a través de esta convocatoria con los géneros artísticos que históricamente han empleado las academias (el bodegón, el retrato, etcétera). Dos taxonomías, constituidas por dos estructuras de poder distintas, probando sus categorías. Tanto una como otra no supieron ver cosas interesantes. Como el artista Enric Farrés dice a este periódico, ‘tampoco debemos darle más importancia de la que tiene. Muchísimos buenos artistas no han pasado por allí. Probablemente, por muchos motivos. Solo hace falta formar parte de algún jurado para comprobar que al final, hay 50 propuestas susceptibles de ganar para diez premios. Y sin contar las personas que deciden no presentarse. Creo que cada trabajo debe encontrar su manera de ser comunicado y esa flexibilidad debe ser cuidada por el contexto en general y, específicamente, en las convocatorias’.

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