Marga Prohens fue investida presidenta de las Islas Baleares a principios de julio de 2023, hace casi un año. Es la cuarta parte de una legislatura, tiempo suficiente para asentarse en un cargo y tomar las primeras decisiones. Ha demostrado cintura, al menos en lo formal. El mejor ejemplo ha sido la rapidez con la que ha respondido a los primeros síntomas del malestar turístico que aqueja a la sociedad. También los paraísos pueden morir de éxito si no saben autolimitarse. Prohens juega a día de hoy con la ventaja de que enfrente no hay nadie, aunque esto puede cambiar en el futuro. Y tiene en su contra que, para mantener la mayoría parlamentaria, necesita la muleta de Vox: un partido hondamente dividido en las islas que le tensa desde la derecha. Pero hoy no quiero detenerme en la aritmética del poder, sino centrarme en el futuro.