Las dos guerras mundiales del siglo pasado y la desmilitarización obligada de Alemania tras la derrota del eje y la victoria aliada en la segunda de ellas generaron en el viejo continente una oleada de benéfico pacifismo que permitió a los teóricos de la unidad continental poner en marcha un proceso de integración política, económica y social que alejarse definitivamente los riesgos de una nueva confrontación, la tercera, que ya representaría seguramente un gran suicidio colectivo. Mientras duró la Guerra Fría, la bipolaridad mantuvo estabilizada la confrontación este-oeste Y Europa vivió tranquilamente bajo el paraguas de una OTAN que no ocultaba la hegemonía norteamericana. Pero el modelo bipolar no desembocó en el mundo feliz y democrático que había pensado en Fukuyama sino en una multipolaridad muy conflictiva, en la que los grandes países del sur procuran su desarrollo a cualquier precio y Rusia, de nuevo convertida en gigantesca dictadura, trata de recuperar al menos una parte del territorio perdido.