La hostelería ‘echa el cierre’ en Zaragoza

Malas noticias para aquellos que durante el mes de agosto tienen que sufrir las altas temperaturas zaragozanas: la hostelería echa el cierre. El éxodo vacacional deja a la capital aragonesa a medio gas de manera que muchos bares y restaurantes han optado por colgar el cartel de cerrado por vacaciones aprovechando la caída de la demanda. Obviamente, no cierran todos los locales, de manera que los que permanecen abiertos hacen el agosto, que se diría, pues absorben toda la demanda. 

«Históricamente, la hostelería era de los pocos sectores que no paraba nunca, ni en verano, como mucho en el puente del 15 de agosto se cerraba algún bar, pero ahora la tendencia ha cambiado», explica el gerente de la Asociación de Cafés y Bares de Zaragoza y Provincia, Luis Femia. Aunque no lo parezca, el periodo estival no es el más esperado y deseado por los hosteleros zaragozanos. Las altas temperaturas reducen drásticamente su clientela y, por lo tanto, sus ingresos. «Salvo los cafés de primera hora del día, hasta bien entrada la tarde las terrazas están vacías porque no hay valiente que se siente con 40 grados», explica Femia. 

Ejemplo de ello es el Bar Vistabella, abierto desde 1964. Pedro, su actual regente, hace años que cierra en agosto. «Baja la clientela y nos resulta más práctico dar vacaciones a los empleados en agosto que durante el resto del año, cuando hay más trabajo», comenta. En su caso, la clientela se resiente desde que termina el colegio. «Nuestros servicios se concentran por la mañana y cuando terminan las clases empezamos a notar que cae la demanda, pero sobre todo cuando las temperaturas comienzan a subir porque se retrasa el trabajo a última hora de la tarde», explica. 

Desde la asociación de Cafés y Bares aseguran que el cierre estival de la hostelería se ha consolidado y ya no solo afecta a pequeños bares de barrio. «Ahora también echan la persiana los del centro porque no hay clientela y el turismo no es suficiente», explica Femia, que recalca que la capital aragonesa no es una ciudad con una gran afluencia turística, menos todavía en los meses de verano, por lo que los hosteleros han optado por irse de vacaciones.  

«Hasta ahora era más habitual que cerraran los bares y restaurantes de los barrios ya que los vecinos copan gran parte de su clientela, pero ahora también lo hacen los del centro porque no hay turistas como para mantener abiertos los negocios», señala Femia. 

En el otro lado de la balanza se encuentran aquellos que permanecen abiertos durante todo el mes. A menos oferta, mayor concentración de la demanda y, por lo tanto, más facturación para esos bares que siguen sirviendo cerveza fría. 

Uno de los aspectos que recalca Femia es la diferencia entre los ingresos y los gastos. Mientras que los primeros se reducen notablemente por la bajada de la clientela, los gastos son los mismos, incluso crecen. «Refrigerar los locales no resulta barato», precisa Femia. 

Por si fuera poco, la hostelería no pasa por su mejor momento y desde hace meses se está encontrando con problemas para encontrar a empleados. 

El sector, muy sacrificado, pasa por una crisis que responde a múltiples causas como las condiciones laborales y de conciliación, el desprestigio que sufre la profesión en la opinión pública y la falta de adecuación de los planes formativos a las necesidades reales. A principios de verano, la patronal de hosteleros, Horeca, alertó de la grave situación que vivía el sector, con más oferta que demanda.


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