35 años del sello BCore: una gesta punk resumida en 300 carteles, octavillas y entradas de conciertos

Cutter, cola y fotocopias. Memoria gráfica de BCore 1989-2007 celebra los 35 años de uno de los sellos independientes más veteranos de España a través de 300 carteles, octavillas, entradas y pases de backstage de conciertos que organizó o coorganizó en el periodo referido en el título. Poca broma: Fugazi en KGB en 1990, Green Day en La Báscula en 1991 y en el Garatge Club en 1993, At The Drive In en Zeleste en 2000, así como la tira de bolos de Subterranean Kids, Corn Flakes, Aina, 24 Ideas y muchas otras bandas de la casa barcelonesa o su órbita. Una aventura victoriosa que llega hasta hoy. El libro es la referencia número 400 de la marca.

El título del volumen alude al método utilizado por Jordi Llansamà (Barcelona, 1967), jefe de BCore, para realizar los pósteres de las actuaciones hasta 1993. En ese año su herramienta de trabajo pasó a ser un caro Macintosh Quadra 800 comprado con el finiquito del estudio de diseño en el que trabajaba. ‘Eso generó rechazó en una parte de la escena hardcore -dice Llansamà-. No era auténtico usar ordenador. La radicalidad era extrema’.

Carteles de conciertos de BCore. / BCORE

El sector crítico les llamaba pijocores. Ramon Mas, músico, escritor y editor de Males Herbes, señala en el prólogo, titulado Un mundo a punto de desaparecer…: ‘Los diseños de BCore se desmarcaban por su minimalismo y su estilización, casi como si buscaran una estética opuesta a la que tradicionalmente se relacionaba con la cultura punk’.

Orden y tipografía

Llansamà atribuye a sus tempranos empleos en estudios de diseño el alejamiento del ‘caos y la suciedad’ que hasta entonces habían caracterizado la cartelería punk. Nada en contra. Pero: ‘Supongo que por el trabajo adquirí gusto por el orden y las tipografías’. También tuvo que ver, admite, la estética de los sellos estadounidenses Dischord y Jade Tree. Era otro punk, más esbelto y menos camorrista.

Cuando Llansamà era un niño, su padre trabajaba en Bruguera y cada viernes llevaba a casa los tebeos de la editorial. Le gustaban, pero no le chiflaban. Aunque quizá sembraron esos Mortadelos, Zipi y Zapes y Lilys un interés por el grafismo. Puede ser. Reflejarse en la cartelería de BCore no se refleja Bruguera. Lo que es seguro es que el padre de Llansamà iba a buscar setas con Ibáñez.

En la peluquería

Impacto más claro tuvo en la gestación de BCore la peluquería que la madre de Llansamà había tenido ‘al fondo de la entrada de la finca’ en cuyo principal vivía la familia, en Gràcia, cuenta Llansamà en su texto introductorio a Cutter, cola y fotocopias: fue la primera oficina de BCore, secadores de casco marciano incluidos. Ahí habrían estado en su salsa los B-52’s.

Las entradas de los conciertos se tenían que declarar previamente a la SGAE, que obligaba a depositar el 10% del importe que se conseguiría con el aforo completo y taladraba los boletos para autentifcarlos. Una obligación económica francamente disuasoria para una promotora aficionada como era BCore. Hizo BCore triquiñuelas para saltársela. En los bolos en la sala Mágic estaban protegidos. ‘Dice la voz popular que las primeras veces que aparecieron para cobrar no fueron muy bien recibidos y que ya no volvieron a dejarse caer jamás -relata Llansamà en el libro-. Dejo para vuestra imaginación la amenaza que le debió procesar el Maradona [alias del fallecido responsable de Magic] al representante’.

‘La mayoría de los grupos con los que tratábamos no estaban representados en la SGAE -alega Llansamà-. No tenía sentido que siguiéramos sus normas para que el dinero se repartiera entre Julio Iglesias, Alejandro Sanz…’.

Activismo cultural

Cutter, cola y fotocopias es el mascarón de proa de la celebración de los 35 años de BCore. Que, de hecho, comenzó su actividad con la distribución de casetes, camisetas y fancines antes de organizar los primeros conciertos en 1989 y de publicar en 1990 el primer elepé de Corn Flakes, No problem, su debut como discográfica. Corn Flakes, Aina y 24 Ideas, considera Llansamà, marcan las tres líneas musicales sobre las que se ha construido el edificio BCore. 400 referencias y mirando al futuro.

El mundo perdido al que se refier Ramon Mas en el título de su texto era un mundo de entusiasmo y artesanía, y de pistas culturales secretas, desaparecido o casi porque ya nadie diseña y pega carteles en lugares estratégicos, y porque las pistas culturales secretas se han convertido en neones que cualquiera puede seguir.

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